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Los buscadores de gas ponen sus ojos en el fondo marino de Andalucía

Andalucía está inmersa en una nueva fiebre del gas que también alcanza los dominios marinos. Mientras media docena de compañías energéticas tienen expectativas de hallar hidrocarburos en el subsuelo de las provincias de Cádiz, Huelva, Jaén y Sevilla, otras dos avanzan sus gestiones para comprobar qué esconden los fondos marinos del Alborán. Podría ser un tesoro: varios miles de millones de metros cúbicos de gas, un recurso finito a escala global y de cuya importación España es dependiente.

La empresa canadiense CNWL Oil, con actividad en Canadá, Cuba, Indonesia y Madagascar, se prepara para realizar un estudio sísmico en cuatro puntos del Mar de Alborán donde se dan las condiciones oportunas para que existan almacenados 1.400 millones de metros cúbicos de gas natural, una cantidad que sería suficiente como para rentabilizar su extracción.

El condicional es relevante. A comienzos de los 70 se realizaron numerosas prospecciones geofísicas en Alborán que revelaron el gran potencial de esta cuenca para la generación y acumulación de hidrocarburos. En la primera mitad de los ochenta se llevaron a cabo once investigaciones sísmicas y tres sondeos de exploración que aportaron más datos en esa misma dirección. Sin embargo, sólo estudios pormenorizados sobre el subsuelo pueden dar garantías de la naturaleza de las reservas. Y es en esta cuestión en la que se afanan las empresas.

CNW sacó a exposición pública en julio el estudio de impacto ambiental para acometer una campaña de adquisición de datos sísmicos de un área de 1.189 kilómetros cuadrados en el mar de Alborán, en una franja que se extiende desde 40 kilómetros al sureste del puerto de Málaga hasta 17 kilómetros al sur del puerto de Motril. Es el proyecto Chinook.

Para estudiar la estructura geológica del suelo marino, la compañía utilizará una técnica que consiste en enviar ondas acústicas emitidas con una especie de pistolas de aire comprimido a alta presión. Estos dispositivos son arrastrados por una embarcación a una profundidad de entre cuatro y ocho metros por debajo de la superficie del mar. La fuente de energía es lo suficientemente intensa como para atravesar tanto la capa de agua como el subsuelo hasta una profundidad de dos kilómetros para después reflejarse hacia la superficie.

En el estudio de impacto ambiental presentado por CNWL, al que ha tenido acceso eldiario.es/andalucia, argumenta que la zona de exploración no queda incluida dentro de ninguna de las zonas delimitadas como espacios de la Red Natura 2000 y que, en cualquier caso, los trabajos causarán limitadas afecciones en el entorno. Sí admite que el ruido generado por la operación “sería perceptible fundamentalmente en el medio subacuático y podría afectar principalmente a los cetáceos”, aspecto que intentará paliar con la presencia en la embarcación de un experto en estas especies y con diversas técnicas operativas.

El mar de Alborán alberga la mayor diversidad de especies de los mares europeos y está habitado por numerosos ejemplares de delfín y de calderón. Ecologistas en Acción, que ya ha presentado sus alegaciones contra el estudio, advierte del impacto que las prospecciones tendrán para las especies marinas y, por extensión, para una flota pesquera formada por 600 embarcaciones con base en Adra, Roquetas, Carboneras, Fuengirola, Marbella y Algeciras. La portavoz del colectivo, Lola Yllescas, llega incluso a alertar sobre la posible creación de un tsunami por la onda creada al movilizarse grandes masas de sedimentos, “algo poco probable pero que no se debe descartar en un medio tan inestable”.

El Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía, Gena-Ecologistas en Acción, también destaca a través de su presidente, Rafael Yus, que los sondeos sísmicos generarán un efecto dominó sobre las cadenas tróficas de los ecosistemas protegidos en la zona, entre los que cita los acantilados entre Maro (Málaga) y Adra (Almería), y el paraje natural de la isla de Alborán y el de Maro-Cerro Gordo, en Nerja, una zona de especial protección del Mediterráneo.

Mucho más avanzado que el proyecto Chinook está el de la multinacional española Repsol, conocido como Siroco y que abarca una franja de costa de menor extensión frente a la Costa del Sol, entre la zona de Punta de Calaburras, a nueve kilómetros al sur de Mijas a doce kilómetros al suroeste de Fuengirola.

Repsol trabaja en esta concesión desde mediados de la última década. En 2011, con el PSOE en el Gobierno central, el proyecto Siroco superó la declaración de impacto ambiental. Desde entonces la compañía sólo aguarda la autorización definitiva del actual Ministerio de Industria para acometer un sondeo en el fondo marino. Repsol ya realizó los estudios sísmicos en los que ahora se afana CNWL. Ahora busca ir un paso más allá y perforar el fondo marino para conocer la naturaleza de los recursos que alberga. “Es el último paso para concluir la campaña de investigación en marcha”, explican fuentes de Repsol.

Proyecto de perforación

La operación para sondear el fondo es compleja aunque desde Repsol señalan que se realizan unas 900 en el mundo al año, y que sólo la empresa acomete entre 20 y 25, con una probabilidad de éxito (hallar hidrocarburo) del 20%. Una plataforma semisumergible de gran envergadura queda anclada sobre la lámina de agua de forma temporal para iniciar la perforación en un único punto. En el fondo, abre un orificio cuya parte más ancha tiene un metro de diámetro. Los técnicos utilizan agua a presión para perforar los primeros noventa metros, y una broca para profundizar en la exploración hasta un máximo de un kilómetro y medio. Los trabajos, con un coste de 41 millones de euros, se proyectan durante 40 días y se realizarían entre febrero y abril, fuera de la temporada turística y de la época de migración de especies.

Repsol defiende que el impacto de estos sondeos es mínimo y, frente a la oposición de colectivos sociales y ecologistas y de grupos políticos locales y regionales, se aferra al aval que representa la declaración ambiental positiva de 2011. Es lo que establece la ley. Pero la organización científica y ecologista Oceana denuncia que esa declaración es papel mojado y que se sostiene sobre datos que representan una “falsedad total”, en palabras de la científica marina Silvia García.

Oceana, ONG que vela por el cuidado de los mares, ha sumergido en dos ocasiones uno de sus robot submarinos (ROV) en la zona de rastreo de Siroco, frente a la Costa del Sol. Las imágenes filmadas demuestran la presencia de importantes hábitats como arrecifes de ostras, campos de anémonas incrustantes blancas, jardines de gorgonias y extensiones de esponjas y ascidias de profundidad. “La declaración dice que esos suelos son fangosos y lo que nos encontramos al sumergirnos en la coordenada exacta del sondeo nos dejó con la boca abierta. El informe es deficiente, hay carencias de información e informaciones de una falsedad total”, sostiene García. “Se puede producir una destrucción directa de hábitats de interés comunitario, se pueden alterar los recursos pesqueros y afectar a los cetáceos, a lo que sumamos el incremento del tráfico marítimo, el riesgo de vertidos y de ruidos, mientras vamos en contra de la tendencia internacional hacia la energía sostenible”, argumenta la científica.

Repsol recuerda que, de hallarse gas, aún habría que obtener una concesión de explotación y los permisos ambientales oportunos, aunque la empresa cuenta con otro aval a la hora de poner en marcha el proyecto Siroco: ya tiene un proyecto similar operativo, y no a mucha distancia. La planta Poseidón, en el Golfo de Cádiz, a unos 39 kilómetros de la costa de Mazagón (Huelva), extrae gas del fondo marino desde 1997. Los tres yacimientos que están o han estado en producción se encuentran bajo una lámina de agua de entre 78 y 132 metros y a una profundidad total de hasta 1.690 metros.

Las reservas de Poseidón se calcularon en 1.715 millones de metros cúbicos de gas pero ya se han extraído 2.400 millones de metros cúbicos de sus bolsas, según informan desde la compañía. Su producción es importante pero poco significativa en el balance de un país que importa el 99,5% del gas natural que consume, a través de gasoductos internacionales (el 30% llega a través de la canalización entre Argelia y Almería) y de buques metaneros.

Aún accediendo con un barco a las coordenadas de Poseidón, la planta de Repsol es invisible desde la superficie. No hay elementos que sobresalgan de la lámina marina. Son unas cabezas submarinas ancladas en el fondo las que bombean el gas mezclado con agua a través de canalizaciones subterráneas hasta una pequeña base de procesamiento situada en Mazagón. Es el mismo sistema que la multinacional aspira a tener operativo frente a la Costa del Sol a finales de la década.