La libertad de horarios para los comercios de Granada capital ha abierto una espita en la relación, hasta ahora cordial, que mantenían la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento granadino. La puesta en marcha, por parte del Ejecutivo regional, de la llamada Zona de Gran Afluencia Turística que implicaría que los comercios de más de 300 metros cuadrados pudiesen abrir cuando lo desearan -incluyendo domingos y festivos-, ha generado una brecha que puede acabar en los tribunales. El Consistorio dice que se trata de una medida dañina para el pequeño comercio, al no poder competir en igualdad de condiciones con las grandes superficies, y desde Sevilla argumentan que se limitan a cumplir con una ley estatal que data de la época de los gobiernos de Mariano Rajoy.
La Zona de Gran Afluencia Turística es una figura que se creó en 2014 durante el mandato de Rajoy como presidente del Gobierno y que consiste en permitir que los establecimientos comerciales puedan abrir con libertad horaria en aquellas ciudades con más de 100.000 habitantes y que registren más de 600.000 pernoctaciones al año. En un principio, esta medida estaba enfocada a aquellos núcleos de población y enclaves que tuvieran atractivos turísticos que invitasen a que hubiera un flujo de personas continuo para que el comercio pudiera aprovechar esta circunstancia. Si bien no en toda España se venía aplicando y Granada era una de las excepciones, ahora la Junta de Andalucía ha decidido poner en marcha la medida.
Haciendo uso de la ley estatal, el Ejecutivo regional que preside Juan Manuel Moreno Bonilla ha decidido que Granada cuente con esta excepcionalidad horaria durante los meses de abril, mayo, agosto, septiembre y octubre. Es decir, no todo el año, pero sí en los periodos en los que suele haber más turismo en la ciudad de la Alhambra. La medida, aprobada y publicada en el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA) ha sido recogida con malestar por parte del Ayuntamiento de Granada que había propuesto su propia zona para cumplir con la normativa, pero se ha encontrado con el rechazo de la Junta de Andalucía.
Disparidad de criterios
Mientras que Granada apostaba porque la Zona de Gran Afluencia Turística se viese limitada al Albaicín y a los entornos de la Alhambra y el Generalife, el Gobierno de Moreno Bonilla ha rechazo esa opción y ha incluido a toda la ciudad dentro de esta libertad horaria. Un asunto que para el Consistorio supone un menoscabo al comercio local más pequeño porque no podrá competir con las grandes superficies. No obstante, cabe recordar que los establecimientos de menos de 300 metros cuadrados ya contaban con libertad para abrir en el horario que decidieran.
Para el concejal de Turismo y Comercio, Eduardo Castillo, esta decisión de la Junta de Andalucía tiene efectos “devastadores”. “Se trata de una medida que sería la puntilla y vendría a dinamitar a un sector que poco a poco está intentando recuperarse de los efectos que ha tenido en él la pandemia”. Sobre todo porque los pequeños negocios no podrían competir con las grandes superficies en igualdad de condiciones y porque ya en 2019 se delimitó por parte del Ayuntamiento que el Albaicín, la Alhambra y el Generalife fuesen las zonas que se incluyeran en esta medida. Por ello, desde el Consistorio no descartan presentar un recurso de reposición contra la Junta por la decisión adoptada y acabar en los tribunales.
Por su parte, el Ejecutivo regional afirma que se limita a cumplir con la ley estatal de Rajoy y que es el Ayuntamiento de Granada el que ha dejado pasar la oportunidad de definir correctamente esta zona turística con libertad horaria. Las alegaciones presentadas por el Consistorio, según la Junta, no están “suficientemente justificadas con criterios y datos objetivos”. Recuerdan que el 80% de los alojamientos turísticos están fuera del entorno del Albaicín, la Alhambra y el Generalife, lo que contraviene el sentido de la norma.
Para María Castillo, presidenta de la Federación Provincial de Comercio de Granada, la decisión del Gobierno andaluz es una mala noticia. “Al comercio de cercanía le viene muy mal. El comercio no puede contratar a gente para esos días porque ya con la plantilla que hay está más que bien. Tampoco se puede permitir dar días libres porque si se dan se cargan de trabajo a los propietarios de los negocios”. Algo que no ocurre en el caso de las grandes superficies comerciales que sí pueden maniobrar en ese sentido, generando una competencia desequilibrada entre las partes.
Falta de conciliación y plantilla
En todo este asunto, las miradas se dirigen inmediatamente a los establecimientos del centro histórico de Granada. En este punto es en el que se concentra la mayor parte del turismo y son estos negocios los que tienen una visión completa de lo que puede suponer la medida. Recorriendo sus establecimientos, las opiniones son muy dispares. María José Miralles, que regenta una tienda de ropa en la calle Tablas, aplaude que se otorgue libertad de horarios, pero reconoce que, en su caso, no tiene pensado abrir más de lo que ya lo hace. “Prácticamente vivo en mi negocio y es imposible conciliar la vida personal así. Creo que muchos esperaremos a ver si para la gente que los comercios abran un domingo se convierte en un hábito para ver si nos compensa hacerlo nosotros también”.
Miralles, que ha capeado lo peor de la pandemia haciendo equilibrios con sus cuentas de resultados, sabe que lo que ocurre con el turismo en Granada les obliga a adaptarse teniendo en cuenta que hay grandes firmas internacionales con sus propios establecimientos allí ubicados. Otros como Aurelio, propietario del bar Cunini, muy cerca de la Catedral, tienen claro que no van a cambiar su visión de negocio a pesar de los horarios comerciales. Nunca han abierto los domingos y piensan seguir así. “Llevamos 50 años fidelizando a nuestros clientes y no tenemos otra cosa pensada”.
“Tenemos ya un horario lo suficientemente amplio como para seguir ampliándolo”, dice Miguel, dueño de Casa Lopera, una charcutería del centro de Granada. Él sabe de primera mano lo que es tener que hacer cuentas para sacar su negocio adelante incluso sufriendo las peores consecuencias: “Hace dos años sufrí un infarto por culpa del estrés”. Pero no se queja, salvo cuando admite que la vida que llevan él y su mujer, ambos copropietarios del comercio, les impide ver a sus hijos. “En Navidad prácticamente dormí en la tienda”, dice. Por ello, si hace números, tiene claro que el futuro no pasa por trabajar más horas, sino menos. “Es inviable contratar a otra persona más para cubrir otros horarios comerciales”.
En suma, hablando con los pequeños comercios de Granada, la sensación que queda es que nadie dice estar en contra de que se aplique la libertad de apertura para estos establecimientos, pero la mayoría reconoce que no pueden competir con las grandes superficies por conciliación personal y por no tener recursos económicos para ampliar el personal. Una realidad que genera controversia a la sombra de la disputa que mantienen el Ayuntamiento de la ciudad con la Junta de Andalucía. De momento, la norma empezará a aplicarse en abril salvo que la vía judicial, que no descarta el Consistorio, prospere.