Un batallón contra la sequía: vecinos de La Zubia reforestan el municipio con sus propias manos
Alrededor de 40 personas, la mayoría pertenecientes al barrio del Ermitaño de este municipio de Granada, llevan cuatro años reforestando el campo con pinos o nogales con el respaldo del Consistorio
Cuando Esteban Moya, siendo apenas un niño, miraba al flanco sur de Granada, siempre se maravillaba. “Veía la montaña de Sierra Nevada y cómo iban brotando cortijos y casas con cipreses y árboles, que me recordaban a un pueblo italiano”. La estampa se impregnó en él, como no se cansa de repetir, hasta el punto de que años después, siendo ya adulto, decidió mudarse a La Zubia, el lienzo de tan pintoresca imagen y el lugar en el que Esteban, junto a 40 vecinos, han decidido sembrar su respeto por la naturaleza reforestando la montaña.
Casi medio centenar de personas anónimas, la mayoría pertenecientes al barrio del Ermitaño de La Zubia, un municipio del área metropolitana de Granada de 19.000 habitantes, han decidido echarse al monte para darle un nuevo significado a la expresión. Desde hace cuatro años, integran el llamado “batallón forestal” que ha plantado ya 200 árboles en el entorno de la Asociación de Vecinos La Perdiz. Su cabeza visible es Esteban Moya, un hombre amante de la naturaleza, que admite haberse enamorado de ella gracias a los lugares en los que pasó su infancia.
“Este proyecto lo empezamos cuatro personas”, explica a elDiario.es Andalucía. En un primer momento, Moya, que era el presidente de la citada asociación vecinal, se alió con otros tres lugareños para llevar a cabo la tarea. El sitio, por el que camina el reportero junto con los entrevistados, hasta hace poco tiempo era una tierra yerma, sólo cubierta de una capa de rastrojo casi siempre muerto. Ahora, reverdece con los árboles que Esteban y su gente han ido plantando.
Los primeros nogales, pinos y chaparros (que es como se conoce a las encinas en esta zona), se plantaron gracias a los fondos de la asociación de vecinos. Después, el dinero ha ido llegando de forma desinteresada de quienes van adhiriéndose al batallón y de algunas empresas que, a cambio de poner su nombre de forma simbólica en el árbol, aportan algo de capital. “Por nuestra parte, calculamos que hemos invertido alrededor de 2.000 euros en este tiempo”, explica Moya.
Nada está improvisado. Todo sigue una lógica previa. Esteban, junto con otros miembros del batallón, han ido delimitando las zonas que pertenecen a suelo público y en las que se puede y se debe plantar. Porque esa es otra de las motivaciones que tienen: quieren cambiar el paisaje para que deje de ser un secarral. “Viajas por otros sitios como Asturias y te maravillas viendo tanto verde y luego no nos atrevemos a hacer lo mismo”.
Crecer compartiendo el proyecto
Inspirados por las campañas de repoblación forestal que se hicieron durante la II República y la dictadura de Franco, pretenden también honrar a quienes les regalaron parte de la estampa pintoresca que el propio Esteban disfrutaba siendo un niño. Por suerte, cuentan con el respaldo del Ayuntamiento de la Zubia, gobernado por el PSOE. “Aquí estamos para todo lo que se necesite. Cualquier cosa es buena para mejorar el campo”, dice Manuel Serrano, técnico en el Consistorio y “hombre para todo” como él mismo se define.
Desde el Consistorio zubiense, que colabora aportando árboles (recientemente ha cedido 60 nogales) y los medios necesarios para que se puedan regar, muestran su apoyo por la iniciativa. El concejal Urbanismo, José María Montoro, explica “el ayuntamiento dota el proyecto de todo lo necesario: riego o maquinaria para abrir hoyos de 40x40 centímetros, que no son pequeños”. Además, el equipo de Gobierno lleva a cabo una doble acción en este sentido: apuesta por la reforestación profesional y la colaborativa, en la que se integra el batallón.
“Tenemos un programa de 30.000 árboles para el cinturón verde, con un enfoque desde lo institucional hasta lo participativo”, apunta Montoro. “Cada barrio y asociación debe asumir la responsabilidad de su propia repoblación, ya que si los vecinos la cuidan, el índice de éxito será mucho más alto”. En términos económicos, el respaldo a esta iniciativa supera ya los 15.000 euros, según el concejal.
Aunque necesitan dinero para poder plantar los árboles, tienen claro que el objetivo es recaudar lo justo para evitar problemas. “El dinero nada más que atrae cosas malas, nosotros lo que queremos es material”, dice Moya. Precisamente, Carlos Arcas es otro de los miembros del batallón que más sentido le da a la frase. Él mismo ha fabricado unos nidos para que los murciélagos o los vencejos vuelvan a volar por La Zubia. “Apenas los ves y cuando éramos pequeños estaban en todos lados. Sin ir más lejos, como no hay casi murciélagos, este verano estamos todos llenos de picaduras de mosquitos, que son sus depredadores”.
Su acción es coral. Pensada para que todo el entorno se beneficie. “Ojalá que la gente que nos vea se inspire y quiera hacer lo mismo en sus barrios”, dice Esteban Moya. Su voluntad no pasa por seguir creciendo en número de vecinos, sino en exportar la iniciativa. “Ser muchas personas puede ser contraproducente. Cualquiera puede coger su escardillo (azada) y puede plantar un árbol”.
Si a cualquiera le duele ver cómo el monte se quema, a estos vecinos del batallón les duele incluso más. Hace tan solo unas semanas, un grupo de jóvenes quemó un terreno próximo e hizo lo propio con una de las laderas que dan a la zona que se está replantando. “Sientes mucha impotencia y no te explicas cómo alguien puede hacer esto”, dice Manuel Serrano, técnico del ayuntamiento. “Yo mismo logré frenar las llamas para que no llegasen a nuestros árboles”, confiesa Esteban.
El legado
Entre todos, y con el respaldo del Consistorio, planean empezar una nueva reforestación para el mes de noviembre. La alcaldesa de La Zubia, Purificación López, se ha comprometido a largo plazo a ceder 2.000 árboles. “Alguien tiene que ponerlos. Si somos cuatro, no podremos poner tantos, pero si somos algunos más, podremos organizarnos mejor”, afirma Esteban que, por otro lado, no quiere caer en prisas. Cada campaña pueden lograr la plantación de unos 200 árboles como máximo. “Es mejor hacer poco y hacerlo bien, que querer llegar muy lejos y no lograrlo”.
En los próximos meses, planean abrir un sendero para que se pueda caminar junto a los árboles y, aunque han soñado con construir bancos de piedra, descartan esa posibilidad ante el temor de que eso genere vandalismo. “No nos fiamos de que no venga gente aquí y se ponga a beber y lo ensucie todo”, dice Carlos Arcas.
Por eso, prefieren tener cautela para seguir con un proyecto de renaturalización que no descarta incluso crear una pequeña charca artificial. Un sueño que parece al alcance y del que asumen y desean que les sobrepasará en vida. “Esto es para quienes vengan después. Que sepan que cada uno de nosotros puede cambiar las cosas”.
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