Las camareras de piso de Granada se plantan contra la patronal por sus derechos laborales: “Sin nosotras no hay hotel”

Las camareras de piso de Granada han dicho basta. Su realidad se dibuja agotadora en cuanto se conocen sus historias, como la de Maria Belén Garrido. A sus 54 años, lleva 17 como camarera de piso en hoteles de la ciudad de la Alhambra. Su cuerpo ya no aguanta el ritmo, estando a cargo de dos hijos y un marido dependiente en un alto grado, pero se mantiene en pie. “Tengo artrosis, problemas lumbares, las muñecas destrozadas y aun así tengo que seguir trabajando porque no hay otra opción”, explica.
Durante su carrera ha visto cómo las condiciones laborales han empeorado: externalización de servicios, más habitaciones por jornada -llegando a percibir 2 euros por habitación-, menor salario y menos derechos. “Antes teníamos ocho horas para hacer nuestras tareas, ahora tenemos que limpiar habitaciones en menos de 20 minutos. Y si el cliente deja la habitación a las 12, a las 12:30 ya hay otro esperando”, denuncia esta trabajadora.
Día tras día, María Belén y otras muchas se ven obligadas a asumir condiciones laborales “extenuantes”, que pasan por jornadas eternas, salarios bajos y lesiones que no resultan siempre suficiente para estar de baja o, peor aún, que se puedan retirar porque algunas son incapacitantes. Cansadas del desdén con el que les tratan desde los hoteles en los que trabajan limpiando y arreglando las habitaciones y estancias, se han plantado ante la patronal para reclamar medidas que reviertan su situación. Lo harán primero desde Granada, pero aspiran a que su mecha prenda en toda España.
Mientras la patronal defiende que la situación “no es tan grave”, el Gobierno se abre a valorar que ciertas profesiones, entre las que estarían las camareras de piso, puedan retirarse antes de cumplir los 67 años sin ser penalizadas. Para lograr sus objetivos y reunidas en asamblea, han lanzado un manifiesto en el que denuncian las condiciones de explotación en el sector: salarios bajos, contratos precarios, ritmos de trabajo abusivos y un desgaste físico que las deja con secuelas antes de llegar a la edad de jubilación.
Manifestación central en Granada
Sabe bien de lo que habla, puesto que María Belén ha pasado por varios hoteles y en todos ha encontrado el mismo patrón: “Nos ven como invisibles. En los hoteles, la cara la dan recepción y los camareros, pero sin nosotras, no hay hotel”. Pese a las dificultades, ha luchado siempre contra la precariedad, denunciando a escondidas ante la Inspección de Trabajo, lo que le ha hecho sufrir represalias. “Si te quejas, te ponen en la lista negra. Pero hay que denunciar porque este trabajo nos está matando”.
Exigen, entre otras medidas, la jubilación anticipada sin penalización en las pensiones que reciban por retirarse antes de lo estipulado por la ley, el cumplimiento del convenio de hostelería, el fin de la externalización y la garantía de que se respeten sus días de descanso. Señalan que mientras los hoteles incrementan sus beneficios, ellas siguen sufriendo cargas de trabajo inasumibles que afectan gravemente a su salud.
Para visibilizar su lucha se han unido en la Coordinación Sindical de Trabajadores/as de Andalucía (CSTA) y han convocado movilizaciones, con una manifestación central en Granada el próximo 31 de mayo, además de concentraciones previas en distintos puntos de la provincia. “Nos están exprimiendo y, si no salimos a la calle, nadie nos escucha”, afirman. El próximo día 10 de abril se plantarán ante la sede de la patronal de hostelería de Granada para advertirles de que esa será la primera de muchas acciones que no pararán hasta que su realidad mejore.
Extenuadas y agotadas
Toñi Milla también tiene 54 años y tres décadas de experiencia en el sector. Cada mañana, antes de salir de casa, debe tomar un cóctel de medicamentos para aliviar el dolor de sus manos, afectadas por la rotura del túnel carpiano en ambas y la artrosis. “Me levanto con las manos dormidas, hinchadas. Me cuesta empezar, pero hay que seguir”, cuenta. En su experiencia, pocas llegan a la edad de jubilación sin haber pasado antes por enfermedades incapacitantes. “Solo el 5% de las camareras de piso en España llegan a los 65 años. Nos jubilamos antes, pero por enfermedad”, denuncia.
Las condiciones laborales han cambiado drásticamente desde que empezó a trabajar. “Antes estábamos contratadas por el hotel, ahora todo lo gestionan empresas externas. Nos han bajado las horas de contrato y nos han subido el número de habitaciones”, explica. Hoy, algunas trabajadoras tienen que limpiar hasta 16 o 17 habitaciones en una jornada de cuatro horas, lo que las obliga a quedarse más tiempo sin que se les pague por ello. “Nos están exprimiendo. Y si protestamos, nos dicen que no vamos a conseguir nada. Pues quedándonos en casa sí que no conseguimos nada”, afirma.
La precariedad no es solo cosa de las veteranas. Valentina Álvarez tiene 27 años y ya arrastra dolores de espalda crónicos. Lleva casi una década trabajando en hoteles y ha visto cómo la tendencia es contratar a mujeres jóvenes, muchas de ellas migrantes, con la esperanza de que aguanten sin quejarse. “Yo pensaba que era fuerte, pero llevo solo tres años en este hotel y ya tengo dolores en la espalda que no se me quitan”, dice. En su empresa, las trabajadoras limpian los baños “a la vieja usanza”, de rodillas y con un trapo. Una de sus compañeras está de baja porque, literalmente, no pudo volver a ponerse en pie tras una jornada de trabajo.
En los últimos años, ha visto pasar a decenas de compañeras por el hotel. “Contratan a mujeres jóvenes o con cargas familiares porque saben que no van a quejarse. Nos cambian los turnos sin previo aviso, nos suben la carga de trabajo y si protestamos, nos dicen que somos jóvenes y que no deberíamos quejarnos”. Para ella, la lucha es imprescindible: “Si no peleamos, nunca cambiará nada. Nos tratan como si fuéramos máquinas, pero somos personas. Nadie puede aguantar este ritmo hasta los 67 años”.
La patronal niega la precariedad
Desde la Federación de Hostelería de Granada, su secretario general, Juanma López, niega que la situación sea tan grave. “No es bueno generalizar”, afirma. Defiende que “las empresas cumplen escrupulosamente el convenio colectivo” y que “la carga de trabajo es razonable”. También argumenta que “no se debe correlacionar el beneficio empresarial con el malestar de los trabajadores” porque “los salarios y condiciones están regulados por la negociación colectiva”.
López insiste en que no se puede responsabilizar a toda la hostelería por las malas prácticas de algunas empresas ya que hay hoteles donde las condiciones son buenas. Sin embargo, reconoce que hay establecimientos donde la externalización precariza las condiciones, aunque defiende que, en cualquier caso, el convenio de hostelería debe cumplirse. También pone en valor el esfuerzo de la patronal en el último convenio por igualar las condiciones de las camareras de piso con las de otros trabajadores del sector, como recepcionistas y camareros de sala.
Pese a ello, las trabajadoras no ven mejoras significativas en su día a día. La diferencia entre lo que dice la patronal y la realidad de las camareras de piso es evidente: mientras unas hablan de cumplimiento del convenio, otras cuentan cómo los ritmos de trabajo las están destrozando. La lucha por la jubilación anticipada sin penalización en las pensiones es solo una parte de un problema mayor: poder trabajar sin que su salud se deteriore de forma irreversible. “Es imposible llegar a los 67 años en este trabajo. No llegamos. Y las que lo hacen, llegan rotas”, sentencia Toñi Milla.
El Gobierno valora jubilaciones anticipadas
No obstante, desde hace algún tiempo, el Gobierno central se valora la posibilidad de que las camareras de piso puedan jubilarse anticipadamente sin sufrir penalizaciones en sus pensiones. “Nuestros propios patrones nos reconocen que lo prefieren porque les costamos dinero estando de baja y si estamos habitualmente lesionadas, tienen que contratar a más personas”, explica Valentina. No obstante, recalca que sufrirían tantas bajas “si diesen buenas condiciones”.
Desde los ministerios de Seguridad Social y Trabajo se ha abordado esta cuestión, aunque sin avances concretos. En el primero se mantiene abierta una mesa de negociación con los sindicatos para valorar esta posibilidad y en el caso del segundo, su titular, Yolanda Díaz, asume que las penalizaciones deben ser “corregidas” en determinadas profesiones en las que “no se puede hacer más” cuando se alcanza una edad avanzada.
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