Granada pondrá en Marte a una de sus vecinas el próximo 31 de marzo. Lo hará de forma figurada, puesto que Alba Sánchez (Granada, 1996), la elegida, participará en una misión en Utah (Estados Unidos) que simula la condiciones marcianas para poder vislumbrar una vida humana en el planeta rojo. Alba será una de las ocho personas que participarán en un experimento anual que, gracias a las investigaciones, arroja cada vez más información útil para que ese futuro deje de ser ciencia ficción.
La misión durará dos semanas, pero la emoción previa lleva meses haciendo feliz a Alba. La expresividad de su rostro es la propia de aquellas personas que tienen tanta pasión por lo que hacen que no dudan en compartirlo con alegría. A sus 27 años, es investigadora predoctoral en ciencias biomédicas y farmacéuticas en la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica) y ha sido seleccionada para formar parte de una misión simulada a Marte en la estación de investigación de Mars Society en Utah (EEUU), con el fin de aportar conocimientos a la futura carrera espacial. Será astronauta en la Tierra.
Ese precisamente es uno de sus rasgos invisibles: su amor por el espacio. Desde muy pequeña, y de forma casi fortuita como la mayoría, esta atarfeña se sintió atraída por todo lo que pueda resolver las grandes preguntas metafísicas de quiénes somos y a dónde vamos, encajando las piezas de ese gran puzzle a través de películas. Hasta que encaminó su vida profesional hacia un área científica tan aplicable a la exploración espacial como lo es la biotecnología.
“Siempre había querido hacer Medicina, pero, cuando llegó la hora de elegir, mi madre me contó que la Universidad de Granada (UGR) estrenaba el grado en Biotecnología y no me lo pensé”. Así, Alba formó parte de la primera promoción de esa rama de la ciencia en la UGR, añadiendo la palabra pionera a su biografía, sin imaginar que años después también sería la primera granadina en acercarse tanto a Marte como para vivir una simulación espacial muy cercana a la realidad. Tan pionera como quienes están descubriendo estos días que hay grandes extensiones de agua congelada bajo la superficie marciana o quienes pisen por primera vez el planeta rojo. Algo que no está previsto que suceda antes del 2040.
Especialista en inmunología, supo que tenía que dedicar su vida a ello cuando se topó con esta especialidad. Una decisión que no fue sencilla porque, además de científica, Alba juega al voleibol a tal nivel que tuvo que rechazar un contrato profesional para continuar con su formación. “Fue una decisión difícil”, admite pero no se arrepiente. Haber decantado la balanza por lo académico le ha hecho estar realizando una tesis doctoral en Bélgica sobre el papel de la inmunoglobulina A, que es una proteína que neutraliza diferentes toxinas y patógenos y todo lo que inhalamos al respirar: “La estudio en la sinusitis crónica. En la inflamación de las mucosas nasales”.
En tierras belgas fue donde conoció el proyecto de colaboración entre la Universidad de Lovaina y Mars Society en el que participará durante dos semanas entre el 31 de marzo y el 14 de abril. “Vi que una compañera llevaba una sudadera con el logo de Mars UCLouvain y cuando me enteré de qué se trataba, supe que tenía que participar”. Alba, que se define como un “culo inquieto”, no acepta una derrota por respuesta, haciendo gala de una voluntad idónea para conocer otros mundos. Tanto es así que el pasado verano participó en un encuentro con premios Nobel en el que se presentaban una treintena de proyectos científicos y en el que, de nuevo, consiguió formar parte de uno de los ganadores. “Fue una experiencia surrealista”.
Cuando me enteré de qué se trataba, supe que tenía que participar
Convencida de “viajar” a Marte, Alba dedicó todos sus esfuerzos a ello para ser una de las elegidas. Estudió toda la literatura científica alrededor de la inmunología y los astronautas, hizo una carta de motivación y expuso el rol que quería desarrollar. “Además, como soy divulgadora científica -tiene una cuenta en Instagram llamada @inmunominuto- también adquirí el papel de periodista para documentar toda la misión”. Una misión que en su caso consistirá en observar la reacción del sistema inmunológico durante un viaje espacial.
Una investigación para seleccionar a los mejores astronautas
“Se ha comprobado que los astronautas tienen episodios de inflamación y por eso he propuesto controlar antes, durante y después, cómo actúan ciertas proteínas y moléculas del sistema inmunológico”. Es decir, un experimento que en el futuro podrá servir para determinar qué personas son más aptas para aguantar un viaje espacial que requiera de la épica propia de conquistar un planeta como Marte. Tomará muestras cada dos días, observará la evolución y contará en una suerte de cuaderno de bitácora cómo viven en esta experiencia marciana.
En las instalaciones de Utah no estará sola. “Seremos ocho compañeros. Todos estudiantes de la Universidad de Lovaina y belgas excepto yo”. Algo que le hace ilusión porque se trata de un equipo multidisciplinar que incluye dos psicólogos y científicos de diversas áreas. El más joven de ellos es un físico que tiene 21 años y del que Alba da por hecho que será astronauta porque es “brillante”. Sabe que es brillante porque llevan meses compartiendo sus ilusiones a través de un grupo de WhatsApp en el que también se coordinan para buscar patrocinadores para su misión. Porque necesitan 40.000 euros y aunque dan por hecho que los lograrán, aún no los tienen asegurados al completo.
Dormirán y convivirán en una construcción a modo de cápsula muy similar a la que se puede ver en películas como The Martian. “Tendremos la comida y el agua limitadas y, por ejemplo, las chicas tendremos que lavarnos el pelo con champú seco”. El espacio también será muy reducido, casi propio de una instrucción militar, lo que aumentará la sensación de pertenecer a un proyecto espacial. The Mars Desert Research Station, que así se llama la misión de Mars Society, lleva realizándose desde 2001, pero sólo unos pocos elegidos pueden participar en ella. Lo que vuelve aún más especial la experiencia que vivirá Alba.
El agua y la comida serán limitados
La cápsula en sí se alimenta de energía solar y se levantó gracias a donaciones, por lo que se trata de un proyecto privado. Cuenta con su propio telescopio y todo tipo de instrumentos y herramientas que la hacen funcional para poder vivir durante largos periodos en ella, simulando las condiciones de Marte. Las instalaciones se completan con un módulo de reparación y mantenimiento, así como con un pasadizo de túneles que evitan que los astronautas tengan que salir al exterior, algo que sería inviable en suelo marciano.
“Tendremos vehículos rover, como los que de verdad se usan en la exploración espacial, para movernos por el desierto de Utah”. Utilizarán trajes especiales y deberán realizar el ritual propio que sería necesario si estuviesen en Marte y entrasen y saliesen de la cápsula en la que vivirán. “Todo será igual salvo la gravedad y la exposición a radiación”. Dos aspectos que no afectarán demasiado a la investigación de esta granadina, según explica. Habrá un equipo en el exterior que les monitorizará, como si de Houston con la NASA se tratara, y “una persona estará cerca de la cápsula por si pasa algo”.
El camino de vuelta
Su rama científica se adapta como guante al proyecto de Mars Society porque la “biotecnología se puede aplicar a casi todo”. Por eso, está convencida de que la experiencia va a ser muy enriquecedora. Su familia y sus allegados no lo dudan y “locos de alegría” no paran de darle la enhorabuena. Además, su historia ha saltado a los medios y no paran de llamarla para hacer entrevistas. “Mis amigos me dicen que me he hecho famosa”, dice con la sonrisa alegre pero humilde que le caracteriza. Orgullosa de sus raíces granadinas, se siente muy afortunada de la formación que ha recibido desde el colegio y sentencia que sin ella no estaría donde está. “Al final es un 50-50 entre lo que estudias y tu propia iniciativa, pero yo he tenido buena formación”.
Antes de viajar a Utah, Alba asume que se enamorará tanto de lo vivido que querrá seguir ligada a la carrera espacial, aunque le gustaría hacerlo en España. “Me fui porque necesitaba salir en aquel momento, pero echo de menos el sur y aunque la investigación no está muy bien en nuestro país, confío en poder trabajar de ello”. Ya ha tanteado algunas opciones relacionadas con el espacio y sus dotes para comunicar, pero cualquiera que tenga la suerte de conocerla no duda de que esta joven podrá hacer cuanto se proponga. Y es que ya lo ha hecho ayudando a la humanidad a estar más cerca de pisar y ser parte del planeta rojo gracias a sus investigaciones. Marte le espera pasando por Utah.