Despoblación rural
El sueño de Ibán o el lento resurgir de un pueblo de la España vaciada
Hacía tiempo que en las calles de Tablate (Granada) no había vida. Apenas el susurro del viento contra los árboles y visitas furtivas de quienes veían entre sus recodos una oportunidad ideal para disfrutar del ocio entre litronas y otro tipo de consumibles. Casi treinta años de abandono atestiguaban que el tiempo hace mella y es capaz de borrar todo rastro humano, hasta ahora. Ibán de María Guardiola, un joven de 35 años, ha decidido recuperar este pueblo y va camino de conseguirlo, aunque la tarea no es ni mucho menos sencilla. Tablate quedó abandonado definitivamente en 1995 cuando se marchó la última familia que vivía allí.
Ibán, que lleva meses trabajando a través de la asociación “Tablate Histórico” para lograrlo (compuesta por unas 40 personas), admite que la idea de rehabilitar esta localidad tiene mucho que ver con su padre. “Él ya no quiere involucrarse porque está mayor, pero me ha dicho que siga adelante con este proyecto”. Su motivación, dice, es devolverle la ilusión a su progenitor. “Estar aquí matándonos a trabajar es una cuestión sentimental, por lo que la administración tendría que facilitar más cosas. Nos lo ponen muy difícil y mientras tanto los que vienen a expoliar se van sin represalias”. Sobre todo porque es un proyecto costoso que se financia a través de donativos no solo económicos, sino de maquinaria: “Teniendo mucho dinero iríamos muy rápido, pero tenemos poco”.
Ibán, como se aprecia al hablar con él, tiene una vida que merece la pena conocer. “Viví en monasterios y me crie con monjas y frailes, aunque no llegué a hacer los votos”.Hoy trabaja desde hace seis años en Grupo SIFU, una multinacional que integra en el mundo laboral a personas con discapacidad. En su tiempo libre coordina la titánica labor de recuperar uno de los municipios que conforman la España vaciada. Él es propietario de la iglesia y el cementerio de Tablate, sobre los que está trabajando, pero aspira a recuperar todo el casco urbano y lo hace junto con un nutrido grupo de voluntarios un día por semana. De hecho, planean recuperar este mismo año la romería del pueblo para volver a situarlo en el mapa.
Tradición familiar
El porqué del cariño de este joven por una población caída en el olvido tiene su explicación: “Mi vinculación con Tablate es a través de mi bisabuelo paterno. Trabajó en esta finca siendo contable para los propietarios que tenían el pueblo para ellos. Eran una familia de terratenientes conocida como los Damas-Hernández”. Poseían no solo Tablate, sino buena parte del vecino municipio de Lanjarón y contaban con muchos edificios de Granada capital. Tenían mucho poder adquisitivo. Tanto que este pueblo granadino fue uno de los mejores ejemplos de caciquismo porque todo el mundo trabajaba para la misma familia a cambio de una casa.
Su abuelo y su padre también conocieron Tablate cuando aún había vida en sus calles y ambos insuflaron en Ibán el amor por una población que cautiva por su ubicación privilegiada como puerta de entrada a La Alpujarra. Algo que en su día llegó a ser también su sentencia porque la construcción de la carretera que conecta la autovía A-44 con el municipio de Lanjarón abrió en canal Tablate hiriéndolo de muerte. Tanto lo hirió que hoy el nombre de la población no aparece señalizado en ninguna parte y para acceder al casco urbano es fácil creer que uno se está perdiendo por una zona boscosa.
“Mi padre conoció ya Tablate en declive porque los dos hijos de los Damas-Hernández murieron muy jóvenes y al poco tiempo se empezaron a embargar las propiedades y se repartieron entre diversos compradores”. La vinculación del resto de voluntarios es muy diversa. Algunos no tienen lazos familiares, pero se han enamorado del pueblo y se han entregado a la tarea de devolverle la vida. Precisamente durante la visita que hace elDiario.es Andalucía a este pueblo, Alejandro, un niño de diez años que acude como voluntario desde Torre del Mar (Málaga), se convierte en un improvisado guía y en ejemplo de lo que puede cautivar la labor de reconstruir la localidad.
Un pueblo con historia
Lo primero que llama la atención al poner un pie en las viejas calles de Tablate es que quienes trabajan en ellas son personas normales. Es más, en esta ocasión están preparando un almuerzo para celebrar un cumpleaños y premiarse por los esfuerzos que están haciendo recuperando el esplendor del municipio. Actualmente están trabajando en la reconstrucción del cementerio que hay junto a la vieja iglesia. “Los difuntos están localizados, pero las lápidas han sido expoliadas. De hecho, una familia ha puesto flores porque sabe que ahí están sus abuelos. Queremos dignificar la zona, recuperar las tapias y recuperar la puerta original, en base a lo que había”.
Se trata de un camposanto dedicado a los agricultores y personas humildes que trabajaron para los Damas-Hernández. Para encontrar tumbas de clase social más alta, hay que hacer lo propio en la cripta de la iglesia. Y es que la sencillez de los lugareños llegó a ser tal, que una de las personas que está enterrada en el cementerio no tiene nombre porque se la encontraron muerta junto a unos olivos sin que nadie la reclamase ni supiera cómo se llamaba. Se le dio un enterramiento digno en este camposanto. Por fortuna, la Junta de Andalucía también se ha involucrado en la reconstrucción enviando arqueólogos para datar y obtener más información sobre lo que ya no se puede apreciar del viejo Tablate.
Ibán lo tiene todo absolutamente documentado. Su trabajo de los últimos años se ha basado en eso para saber exactamente qué había en Tablate y por dónde hay que empezar a recuperar su belleza de antaño. Este municipio llegó a tener ayuntamiento propio y es uno de los más antiguos de la zona, con restos arqueológicos de los primeros musulmanes que poblaron la península Ibérica, lo que demuestra que Tablate pudo tener asentamientos humanos desde hace más de diez siglos. En su época de mayor apogeo, rondó el medio millar de habitantes. Actualmente, aunque está deshabitado, pertenece a Pinos del Valle.
De hecho, la iglesia, desacralizada por el Arzobispado de Granada cuando se abandonó el pueblo en los años 90, data al menos del siglo XV y hay evidencias de que se levantó sobre una vieja mezquita, lo que abona la teoría de la antigüedad del lugar. Sin embargo, el paso del tiempo ha hecho mella y, casi todo lo que quedaba en pie, hoy es la sombra de lo que fue. Edificios en ruinas cuya silueta permite adivinar cómo eran y calles en las que la naturaleza se ha abierto paso con árboles y arbustos que impiden el paso. Solo queda en pie, y bien cuidada, una vivienda cuya propietaria, Angelita, que vive en Barcelona, ha seguido visitándola cada verano. Un inmueble que se ha resistido a dejar morir definitivamente Tablate.
Un trabajo titánico
“Por fortuna aquí no ha habido ocupación de las viviendas. La última familia que vivió en Tablate se encargó de limpiar el pueblo e incluso hacía lo propio con la iglesia. La pena es que cuando se fueron empezó el expolio y robaron casi todo lo que tenía valor. Sin ir más lejos, de la iglesia se llevaron las campanas y sacando una de ellas dañaron parte del torreón”, explica Ibán. Partiendo de ese expolio y de las ruinas que decoran las viejas calles, el proceso de devolver la vida a Tablate se está llevando a cabo a través de la asociación “Tablate Histórico” a la que se están sumando algunos de los propietarios de las viviendas que están en el casco urbano.
Como todas están derruidas, apenas cuestan dinero -alrededor de 5.000 euros la mayoría de ellas. Parte del interés por recuperarlas también se basa en aumentarles el valor. Así, entre unos y otros están localizando a quiénes poseen cortijos y casas del pueblo para que sepan que hay voluntad por recuperar todo y que vuelva a ser lo que un día fue. Elvira y Pablo, dos arquitectos de la Universidad de Granada, también están trabajando como voluntarios en este proyecto. Ambos colaboran en la medición y la datación de los inmuebles para facilitar la documentación que necesita la Junta de Andalucía para acelerar los trabajos. Su labor está sacando a la luz restos de construcciones antiguas. “Está sin confirmar, pero hay indicios de más torres defensivas musulmanas”.
La asociación está tratando de darle seguridad al municipio para que los inversores no vean cómo su dinero se pierde por el expolio al que se ha visto sometido Tablate. De hecho, la iglesia, que algún día quiere ser reconvertida en centro cívico para los lugareños, tiene cámaras de seguridad en su interior y en la fachada. Una estampa llamativa, pero que va en sintonía con la idea de mantener seguro el entorno.
Gracias a esto, se sabe la última vez que alguien se coló en el interior del viejo templo que fue en la noche de Todos los Santos cuando un grupo de personas hicieron un ritual satánico sobre el viejo altar. “Esta iglesia está desacralizada, así que no tiene sentido lo que hicieron, pero para ellos tiene significado porque se piensan que esto está consagrado. Ellos saben que esos actos solo tiene valor en sitios sagrados”. Para evitar nuevas ocupaciones, una de las entradas ha sido tapiada de forma temporal.
El sueño de recuperar Tablate
En apenas unos meses, los voluntarios han conseguido que Tablate sea transitable. Antes de su intervención, los árboles cortaban la arteria principal del pueblo y la suciedad se había adueñado del paraje. Durante mucho tiempo, la zona fue el lugar ideal para el vandalismo de quienes se acercaban a hacer botellón y pintar con grafitis no solo las viviendas, sino la iglesia que tiene más de cinco siglos. “Quien no supiera cómo estaba Tablate antes de nosotros, no se puede imaginar la magnitud de lo que ya hemos conseguido”.
Dando un paseo por el viejo casco urbano, es posible observar varias edificaciones que tienen un valor incalculable. Por ejemplo, como Tablate está ubicado en la entrada de La Alpujarra, lugar militar estratégico para los musulmanes, posee al menos una torre de vigilancia que está protegida como Bien de Interés Cultural (BIC) desde 1985, aunque su protección no es más que simbólica. El estado de deterioro que sufre es mayúsculo y las intervenciones que se le han hecho la han dañado más. Está recubierta de hormigón por algunas partes y los Damas-Hernández llegaron a integrarla en su vivienda principal como parte del patio.
“Nosotros estamos trabajando con la Junta de Andalucía para recuperar lo que se ha perdido y darle el valor que se merece a los edificios históricos. Porque en Tablate no solo hay inmuebles antiguos, sino que tenemos hasta olivos centenarios”. Sin ir más lejos, la vivienda de los Damas-Hernández, conocida como Cortijo Grande, hoy destruida, aún conserva parte de la majestuosidad que tuvo. “Sabemos que la empresa propietaria quiere convertirla en un hotel de cinco estrellas al que desde la asociación nos oponemos. No creemos que encaje con la idea que tenemos para reconstruir el pueblo”. Aunque esa visión no es del todo compartida por algunos voluntarios que creen que un hotel rural podría ayudar a recuperar el entorno mucho más rápido.
El proceso de recuperar Tablate arroja novedades en cada intervención. Durante nuestra visita, los arquitectos descubren que una de las casas parece tener como muros más edificaciones defensivas musulmanas y paseando por lo que hoy son bancales de olivos, es fácil apreciar un viejo cementerio musulmán. Uno de los voluntarios cuenta que su padre, que vivió en el pueblo, cogía aceitunas y calaveras que se deslizaban a la vez por las laderas. Ahora, Ibán se afana por darle dignidad a los enterramientos y oculta con piedras los nichos que han quedado al descubierto.
Por fortuna, el cariño de los voluntarios está recuperando no solo lo que un día fue este pueblo, sino la ilusión de volver a ver a gente viviendo permanentemente en él. Las vistas y el entorno natural que lo rodean deberían ser motivos suficientes para cautivar a futuros habitantes. Y no es difícil fantasear con la idea de volver a ver niños correteando por las calles de un Tablate que sea su pueblo natal. Un final feliz deseado para un sueño que Ibán no va a abandonar.
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