Ayer, el presidente del Gobierno Mariano Rajoy paseaba las flamantes instalaciones de la multinacional de origen holandés Heineken en la ciudad de Sevilla, la que en su día fuera marca orgullo de la economía local, Cruzcampo. Mientras, a muy pocos lilómetros de allí, en la sede de Abengoa, la (todavía) única multinacional andaluza, se desarrollaba un tenso drama que cada día se acerca más a un trágico final.
A última hora de la tarde, el grupo Gestamp rompió sus negociaciones con los bancos acreedores, y anunció su órdago: retira su oferta de 350 millones de euros para hacerse con el control de la sociedad y no volverá a no ser que las entidades financieras acepten un plan de reestructuración de la gigantesca deuda de la compañía.
En un segundo acto, a primera hora de la mañana de hoy, miércoles 25 de noviembre, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) suspendía la cotización de Abengoa tras recibir un comunicado de la compañía anunciando su intención de aplicar el artículo 5 bis de la Ley Concursal, para acogerse así a la figura del Preconcurso de Acreedores.
Esa figura supone blindarse durante tres meses (ampliable a un máximo de cuatro) contra cualquier ejecución de su deuda por parte de sus acreedores. Con ello, obliga a los bancos a negociar un nuevo plan de rescate de la compañía. La deuda es tan enorme que de acabar la actual crisis convirtiendose en un concurso de acreedores, éste sería el mayor de la historia de España.
La deuda exacta no está clara, y es esa una de las razones por las que el grupo Gestamp se habría echado atrás en sus intenciones de hacerse con el control. Algunas fuentes hablan de 6.300 millones netos, pero otras elevan el pasivo hasta más de 27.000 millones de euros. De ellos, casi 10.000 corresponderían a su deuda con los bancos, siendo sus proveedores el siguiente gran grupo de acreedores, con otros 5.000 millones.
Parte de esta deuda habria aflorado tras el primer análisis de las cuentas realizado por el equipo destacado por Gestamp para comprobar el estado real de Abengoa.
Mes y medio de toma y daca
En octubre pasado, la banca acreedora presentó un primer plan, que pasaba por expulsar de la gestión de la compañía a la familia fundadora (los Benjumea) y exigir, por un lado, la venta de activos de la compañía por valor de 1.600 millones de euros antes de que acabara el ejercico 2016, y, por otro, una ampliación de capital de 650 millones de euros.
Un mes después, El grupo Gerstamp lanzó una oferta para salvar Abengoa. El plan pasaba por acudir con 350 millones de euros a la ampliacion de capital propuesta por los bancos, pero a cambio éstos debían apoyar la operación garantizando nuevos créditos que grantizasen la liquidez de la compañia por un total de 1.500 millones.
La banca acreedora (Santander, La Caixa, Bankia, Popular, Credit Agricole, Societe General, HSBC, Citi Bank y Bank of America) se ha negado, lo que ha provocado el órdago de Gestamp y la posterior presentación del preconcurso de acreedores por parte de Abengoa.
¿Y ahora qué? La pelota está en manos de la banca, ya que el grupo Gestamp ha manifestado que, aunque se retira, está dispuesto a volver a la mesa de negociación si los acreedores suavizan su postura. Si al final no hay acuerdo, en cuatro meses como mucho el concurso de acreedores será inevitable, y los bancos y demás acreedores de Abengoa deberán aceptar una fuerte quita. Es decir, renunciar a cobrar buena parte de lo que se les debe y dar porperdido su dinero. Esa es la baza en la mano de Gestamp y Abengoa.
Las acciones de Abengoa cerraron ayer a un precio de 0,91 euros, con un descenso del 0,76%. En lo que va de año, sus títulos han caído un 50%. El grupo, con cerca de 27.000 empleados, tiene una deuda financiera bruta que suma 8.903 millones de euros, a los que se añaden los más de 5.000 millones de euros de pasivo por cuentas pendientes con proveedores desde mayo.