Hilario Sáez (61), José Ángel Lozoya (70) y Jesús Casado (61) sostienen el cartel de la manifestación del próximo 21 de octubre de 'Hombres contra las violencias machistas' que se celebrará en Sevilla. Hace exactamente 15 años estaban en las mismas. Entonces fueron pioneros a la hora de organizar de la primera marcha en España en idéntico sentido. Todo ha cambiado mucho, coinciden, aparte de que estaban más jóvenes y “con más pelo”. Todo ha cambiado menos los lemas, que siguen vigentes (“el silencio nos hace cómplices”, “el machismo es violencia”, etc.) y los motivos para volver a salir a la calle. Porque la violencia de entonces se ha convertido en violencias. Ya no son solo los asesinatos, sino determinados comportamientos sociales, con el sustento de un “neomachismo surgido ante el avance del feminismo”, aseguran. “Ahora es mucho más urgente, porque hay colectivos de hombres que se están posicionando contra los feminismos y las políticas de género”, dice Casado. “Pero somos mayoría los hombres en favor de la igualdad, digámoslo”, interviene Lozoya. “Las violencias machistas se apoyan en el miedo que los hombres le tenemos a la igualdad porque pensamos que, si las mujeres son iguales que nosotros, nos van a tratar igual de mal que nosotros les tratamos a ellas”, sentencia Sáez. A su juicio, “la desigualdad de género es la base de todas las desigualdades”.
Ellos se adelantaron. También en 2006, ya el escritor portugués y Premio Nobel de Literatura, José Saramago, dijo que “el maltrato es un problema de los hombres y son los hombres los que tienen que resolverlo”. Bajo esa premisa, Sáez, Casado y Lozoya apelan de nuevo a los hombres para empezar a acabar con las violencias machistas. “Hay una mayoría de hombres que somos buenas personas y nos tenemos que dar cuenta de qué implica en cuanto a desigualdad y a injusticia el modelo de lo que significa ser hombre en el que nos hemos socializado. Una vez que nos demos cuenta, vamos a saber qué hacer. Y tenemos que hacerlo aprendiendo a callarnos y escuchando a las mujeres. Los hombres hemos sido socializados para ganar la batalla”, comenta Casado, expresidente de la desaparecida Plataforma gay lesbiana de Sevilla SomoS y también coorganizador de la manifestación de 2006.
Para Lozoya, el más veterano, “todos hemos sido educados en una sociedad machista, pero cada uno es responsable de sus actos ante sus víctimas y ante la justicia. La inmensa mayoría de hombres siguen siendo machistas, en mayor o menor grado, pero la mayoría tiene un límite ético que no sobrepasan”. Según Sáez, “es un reto para los hombres pensar que también podemos ser iguales que las mujeres. La igualdad no tiene por qué ser sobre la base de las masculinidades hegemónicas de la desigualdad, sino sobre la base del cuidado, la empatía, la proximidad, la implicación, etc. que las mujeres han tenido obligadamente que asumir por un modelo desigual en el que se le prohibía ser tan competitivas o tan machistas como nosotros. Ahora nosotros podríamos aprovechar eso para beneficiarnos como especie”.
Un reto como especie
El objetivo es que la igualdad de oportunidades en las leyes se traduzca en una igualdad real, y que los “privilegios interiorizados” por el género masculino den paso a una convivencia sin jerarquías, “en horizontal” como dice Casado, quien imagina esa dimensión “con cara de mujer, de mujer negra”. El proceso es “muy largo”, coinciden, pero en el que los hombres tienen mucho que decir. “El poder también se ejerce en cada cuestión personal”, comenta Sáez. En cualquier conversación, donde el hombre “tiene la palabra y se le escucha”. “Las mujeres lo sufren, porque siempre se quedan con algo que decir”, mientras los hombres “somos capaces de matarnos por una coma”, comentan. “La última palabra”...
En cualquier conversación, donde el hombre "tiene la palabra y se le escucha". "Las mujeres lo sufren, porque siempre se quedan con algo que decir", mientras los hombres "somos capaces de matarnos por una coma", comentan. "La última palabra"...
Son esos “privilegios masculinos”, auspiciados a veces en “mitos estructurales” como los que “cada año en televisión promueve Pretty Woman, que siempre tiene muchísima audiencia”. El no tener miedo a ser agredido, el recibir en exclusiva las explicaciones del mecánico o del jardinero, la brecha salarial, las bajas por cuidados, la crianza, el escuchar en el instituto que él es “un triunfador” y ella “una facilona”, el que ellas tengan que estar en casa a una hora y ellos no. “Nos hemos olvidado de hacer un discurso pedagógico ante los hombres”, apunta Lozoya, quien asegura que “todo lo que no abordemos de manera pedagógica lo politiza la extrema derecha” ya que “el miedo a perder privilegios ha ido creciendo”.
La Iniciativa Sevilla 21 Octubre 21, además de a la manifestación, gira en torno al 'Foro Internacional sobre Masculinidades y Justicia de Género', que reunirá a entidades, profesionales, responsables públicos, movimientos sociales y a aquellas personas interesadas en el trabajo con hombres y masculinidades, respaldado por el Ayuntamiento de Sevilla y la Consejería de Igualdad, Políticas Sociales y Conciliación. Además, acogerá la celebración de un 'Encuentro Europeo: Agenda Feminista sobre Hombres y Masculinidades' donde se pondrán en común las diferentes experiencias y trabajos de los distintos territorios con el objetivo de definir las bases de las agendas feministas de trabajo dirigidas a hombres. “El modelo social que tenemos está construido sobre valores masculinos. Esos modelos, sobre los que a veces se está construyendo la igualdad, suponen un problema de supervivencia de la especie. Si no cambiamos esos modelos profundos, no vamos a poder enfrentarnos a los retos que como especie y como sociedad se nos vienen por delante”, explica Hilario Sáez, que añade que “ahora somos mayoría los que consideramos que las violencias machistas son intolerables”.
En la charla de estos tres hombres comprometidos con la igualdad con elDiario.es Andalucía se respira la ilusión por el reencuentro, por algo necesario. “Todo el foco sobre la consecución de la igualdad parece que está sobre las mujeres y, sin embargo, en el caso de los hombres, es como algo que tendrán ellas que conseguir. Pero la desigualdad se produce porque la alimentamos”, añade Sáez. Interviene Lozoya: “Antes no había tanta necesidad porque la mayoría de hombres seguía la obvio, pero ha habido una reacción del sector más recalcitrante que quiere una involución. Es importante que esa mayoría silenciosa se manifieste. Los cambios se están produciendo y por eso hay reacciones en contra”.
“Un problema de hombres que sufren las mujeres”
El momento del aniversario de 2021, que tiene otros hitos como los 20 años de las primeras jornadas de hombres igualitarios celebradas en Jerez o de la creación de la Asociación de Hombres por la Igualdad en Málaga, llega en un momento delicado, explican. “Hemos abierto mucho el ángulo de lo que se considera violencia machista y hay que estar en esta manifestación”, indica Lozoya. “Es el momento de demostrar que no se es un maltratador y de salir a decirlo”, añade Sáez, quien apuesta por “volver la mirada a las causas estructurales y trabajar lo positivo”. “Insisto, este es un problema de hombres que sufren las mujeres”.
“La homofobia es violencia machista”, dice Lozoya recordando la reciente marcha de neonazis en el madrileño barrio de Chueca. “Eran hombres, eso hay que decirlo; imagínate que hubieran sido mujeres. ”Fueron hombres defendiendo el modelo de hombres“, añade Casado. Para Sáez, ”hasta ahora solo había una forma de ser hombre, definido por lo que no se tenía que ser y, al transgredirse, ese modelo se ha cuestionado. No podemos seguir siendo como eran nuestros padres. El mundo está cambiando. Cambiar el modelo de masculinidad hegemónico es necesario si queremos acabar con las violencias machistas, porque tienen que ver con el sostenimiento de una desigualdad“.
“En reconstruir el modelo aprendido tenemos que estar todos”, dice Lozoya. Según Jesús Casado, profesor en la Facultad de Ciencias de la Educación, se originan “debates agrios” en sus clases a cuenta del género o de temas concretos como el lenguaje inclusivo. “Aprendimos el masculino como norma. Relajémonos, porque no es imprescindible, pero intentemos usar el genérico porque tenemos que darnos cuenta de que con el lenguaje también se hace una jerarquía de poder. Supone quizás un esfuerzo, pero el mismo que han hecho las niñas desde siempre”. En ese sentido, Sáez apunta que “la naturalización de las desigualdades y desmontarlas supone un trabajo en varios niveles, casi antropológico”. “El modelo que nos enseñaron no nos gusta, y ya está”, zanja Lozoya.
La frustración de “no ser nunca lo suficientemente hombre”, a la que “apela el discurso reaccionario”, se apoya en que “el modelo de la masculinidad está basado en el héroe”, señala Hilario Sáez. “Pero la mayor apelación a los hombres es que esto va a cambiar y que el problema es el coste que tú vas a pagar si no cambias”, remacha. Hasta de las frustraciones sexuales culpan al feminismo, comentan. A juicio de Hilario, “los hombres que no sean capaces de asumir su responsabilidad y ser autónomos en lo doméstico se van a quedar solos. Y está pasando. La pareja empieza a no ser capaz de gestionar las desigualdades de género. Hay muchas mujeres hartas de nosotros y tenemos que decírnoslo”.
Sevilla 21 Octubre 21 es una iniciativa colaborativa, impulsada por organizaciones sociales como la Fundación Iniciativa Social, MenEngage Iberia o el movimiento de Hombres por la Igualdad. Cuenta con el respaldo de entidades e instituciones como el Ayuntamiento de Sevilla, la Consejería de Igualdad de la Junta de Andalucía, la Diputación de Sevilla, la Universidad de Sevilla, la Universidad Pablo de Olavide, el Observatorio de las Masculinidades de la Universidad Miguel Hernández, el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, la Fundación Saramago, la Fundación CEPAIM o Promundo España.