No había amanecido todavía del todo el viernes cuando los primeros clientes del hotel Valsequillo de Lepe accedían a su comedor para desayunar, como vienen haciendo desde hace más de 15 años cuando abrió sus puertas este establecimiento, que sigue siendo el único rural de la costa de Huelva.
Tiene 38 habitaciones, y el día anterior tenia 25 libres. Ahora está casi lleno. El motivo no es otro que el ofrecimiento que hicieron desde el hotel a primera hora de este jueves, cuando comenzaron a llegar a sus responsables las noticias de los terribles efectos de la tromba de agua que arrasó todo a su paso durante más de una hora en varios barrios del pueblo y la comarca.
Su directora, Bella Camacho, puso sus instalaciones a disposición de lo que hiciera falta, y por la tarde-noche comenzaron a llegar las personas que, literalmente, no tenían sitio para dormir después de que sus viviendas quedasen arrasadas por el agua y el barro.
El hotel, como todos los de su sector, pasa por la peor crisis que se recuerda por los efectos de la pandemia, pero sus responsables no dudaron a la hora de abrir sus puertas sin coste para quienes lo habían perdido todo. Alojamiento, comidas y el sueldo que precise su personal. Todo corre por cuenta de la empresa.
Pescado gratis
Es uno de los múltiples ejemplos que se pueden encontrar entre los casi 30.000 habitantes de este municipio onubense para ayudar a los damnificados por las riadas. Y son varios más. Fran Ramírez regenta una pescadería en el mercado de abastos del pueblo. Es la única plaza de su estilo en el núcleo principal (hay otra en La Antilla), y en mañana del viernes publicó un mensaje en sus redes sociales: “Ayer vivimos una catástrofe natural muy negativa en nuestro pueblo y muchas familias se han quedado sin coche o parte de muebles de sus casas. Quiero ayudar a todo aquellas familias que no tenga para comer hoy, regalándole un kilo de pescado”.
Cuando elDiario.es Andalucia hablaba con él, entregaba en ese momento un kilo de boquerones. La casualidad geográfica quiso que el mercado lepero esté a tiro de piedra del barrio de El Cornacho, donde calles como Palma del Condado o Sevilla muestran todavía los efectos de la catástrofe.
Muy cerca está Casa Yolipan. El propietario de este bar es Enrique Morales, que también desde temprano tiene ofrecidas a quien lo necesite sus mesas. “Hoy tendremos un plato de comida caliente para todas las personas que a causa de la tromba no tengan donde comer o no puedan cocinar. Estamos con vosotros. Ánimo y mucha fuerza para estos momentos tan duro, con un granito de arena podemos ayudar”.
Junto a la Avenida de Andalucía, en un polígono, está la nave donde varios voluntarios casi no han dormido para recoger ropa, zapatos, artículos de higiene o material escolar. Todo vale para intentar que la gente en Lepe vuelva a la normalidad cuanto antes.
Ayudas oficiales
El delegado del Gobierno de España en Andalucía, Pedro Fernández, visitó este viernes la Zona Pero de la catástrofe, en Cartaya, Isla Cristina y Lepe para conocer los daños provocados por las lluvias.
Fernández, que ha estado acompañado de los alcaldes de los municipios onubenses, del consejero de la Presidencia, Administración Pública e Interior de la Junta de Andalucía, Elías Bendodo, y de la presidenta de la Diputación onubense, María Eugenia Limón, ha explicado que el objetivo de esta visita es “trasladar la solidaridad del Gobierno a los onubenses afectados, así como el compromiso de evaluar in situ la situación para, una vez hechos los peritajes e informes de daños, desplegar con todo el alcance posible las ayudas necesarias para contribuir a reparar el mayor número de daños”.
El delegado ha agradecido a todas las instituciones y administraciones que están participando en las labores de protección de la población “la unión de fuerzas como servidores públicos para atender las necesidades más imperiosas de la población”. A este respecto, ha recordado que el Gobierno de España cuenta con una línea de ayudas permanente para situaciones de emergencia, regulada por el RD 307/2005, que atiende a unidades familiares y de convivencia, gastos de emergencia de administraciones locales y establecimientos industriales, comerciales y de servicios, que se pueden solicitar dentro de un plazo de un mes desde finalización de los hechos causantes, al margen de ayudas complementarias del régimen extraordinario, como la zona gravemente afectada por emergencia protección civil, ha explicado Fernández.
Mientras, los eternos trabajo de limpieza siguen. Las calles vuelven poco a poco a su estado habitual, pero en las casas las labores son más lentas, porque se trata no solo de limpiar, sino de intentar salvar todo lo posible. Es una labor sin prisas. En un parking subterráneo se seguirá al menos hasta el sábado achicando agua. Solo entonces se sabrán con exactitud los daños sufridos en el medio centenar de coches allí aparcados.