Miguel Botella: “Cuando viene un investigador extranjero, nos avergüenza enseñar las instalaciones”

El laboratorio de Antropología de la Universidad de Granada, uno de los centros de referencia mundial, ha cerrado sus puertas por insalubridad y riesgo laboral. Miguel Botella, investigador principal de la identificación de los restos de Colón o el príncipe de Viana, se siente abandonado por la institución universitaria. Su grupo, responsable de una de las excavaciones más importantes que están realizando en la necrópolis de Qubbet el-Hawa de Egipto, está parado y las decenas de científicos que trabajan en estas instalaciones no pueden continuar sus investigaciones.

Eldiario.es/andalucia se ha puesto en contacto con el Rectorado granadino para conocer qué medidas se van a adoptar para solucionar la situación. Su respuesta aún no está clara ya que están esperando “recibir una comunicación oficial del cierre”. Los responsables académicos aseguran que el equipo de Gobierno se “ha enterado por los medios de comunicación” de la clausura del laboratorio y están esperando a que les llamen “para dialogar, como siempre se ha hecho”.

Las mismas fuentes universitarias dicen ser conocedoras “de los problemas del centro desde hace tiempo y por ello se iniciaron unas obras de ampliación”. Los trabajos, sin embargo, se paralizaron hace unas semanas sin que el Rectorado sepa explicar a ciencia cierta quién lo ordenó. Ahora, esperan poder hablar con el Decanato de la Facultad de Medicina, el departamento de Antropología y el propio Vicerrectorado de Infraestructuras para que saber “qué está pasando y solucionarlo”.

El director del prestigioso centro, Miguel Botella, nos cuenta cómo se ha llegado a esta situación y asegura que el Rectorado recibió una comunicación oficial del cierre el mismo día que el departamento decidió que “así no se trabajaba más”.

Para situarnos, ¿de qué tipo de instalación estamos hablando?

Nuestro laboratorio, situado en la facultad de Medicina, es, sin duda alguna, uno de los mejores de España. Aquí tenemos la colección más grande y mejor de esqueletos con cerca de 5000 sujetos completos y 500 niños. No existe nada igual en otra parte.

¿Y ahora?

Pues todo está bajo llave, cerrado. Nadie puede entrar.

¿Quién ha tomado esta medida?

Lo decidimos hace unos días por unanimidad todos los miembros del departamento de Antropología Legal, Toxicología y Antropología. Acto seguido mandamos un escrito al Rectorado. La situación era insostenible por el riesgo que suponía para la salud de los alumnos, investigadores y trabajadores en general, además de la falta de espacio y las condiciones físicas que sufríamos.

¿Cómo han llegado a esta situación?

Nosotros nos mudamos en 1971 en lo que era un pasillo de un sótano. La Universidad, en aquel entonces, acondicionó el espacio de forma provisional y aquí hemos seguido.

¿Nunca se ha hecho una reforma?

Bueno, alguna que otra para parchear la situación pero nada más. La situación llegó a tal punto que el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales realizó hace unos meses un informe reflejando las condiciones en las que trabajábamos por lo que la Inspección de Trabajo y Seguridad Social remitió hace un mes y medio un certificado diciendo a la Universidad que en esas condiciones no podían mantener este espacio abierto. Así que comenzaron a realizar unas obras, que se pararon sin ningún tipo de explicación hace diez días.

Las obras están paradas, el laboratorio cerrado. El Rectorado o el Decanato ¿qué han dicho?

Nada. Nosotros no hemos tenido más remedio que cerrar porque nuestra vida y la de los alumnos corren peligro, según el informe remitido. Pero nadie nos ha comentado por qué se han paralizado las obras pese a contar con 100.000 euros ya entregados. Sospechamos que puede responder a algún tipo de presión mediática o política interna a la que los investigadores no alcanzamos.

Y esto ha dejado sin poder trabajar a…

Estamos diariamente unas 35 personas. Sólo en el Máster de Antropología Física que tenemos en marcha recibimos unas 380 solicitudes con 70 admitidos, que están haciendo su tesina, más los diez investigadores extranjeros que de media pasan por aquí cada día, sin contar con los propios de la Universidad de Granada. Una barbaridad y un desperdicio de conocimiento desaprovechado. Al año nosotros movemos unos 100.000 euros en proyectos europeos.

¿El material corre peligro?

En principio está bajo llave y creemos que no. Aunque en estas condiciones tampoco podemos asegurar nada. Desde luego hemos cerrado porque si pasara algo nosotros seríamos los responsables.

Ustedes trabajan en países de todo el mundo, tienen un servicio de identificación de cadáveres en Ciudad Juárez, han identificado los restos de personajes de fama mundial y tienen investigaciones en marcha en varios países. ¿Qué dicen sus colegas?

Pues están alucinando. Ahora mismo estoy contestando un correo electrónico a un compañero de la Universidad de Oxford que nos pregunta qué está pasando. La verdad es que cuando venían aquí a visitarnos o a una estancia nos daba vergüenza enseñar nuestras instalaciones. La mayoría se quedaban asombrados de ver las condiciones en las que trabajamos.

¿La situación ha empeorado últimamente?

Si se refiere a los recortes, está claro que no ayudan. En nuestro caso tenemos muchos alumnos extranjeros por lo que estas medidas de austeridad no llegan. Sí vemos que los estudiantes españoles son cada vez menos y los que hay consiguen alcanzar sus estudios con un gran esfuerzo por parte de sus padres. Están aguantando el tirón a la espera de la situación mejore, aunque está claro que nunca volveremos a lo de antes.