La repentina retirada de Antonio Maíllo de la escena política ha abocado a Izquierda Unida a un proceso urgente de reflexión para decidir qué tipo de liderazgo necesitan en un momento crucial para el devenir de la izquierda andaluza. Se trata de un proceso exprés que quedará resuelto el próximo 29 de junio, en una reunión extraordinaria de la coordinadora regional de IU.
La dirección andaluza adelantará su Asamblea regional a la primavera del año que viene -estaba prevista para 2021- para acompasarla con el congreso federal donde se elegirá al futuro dirigente nacional del partido, cargo que ahora ostenta Alberto Garzón. El nuevo coordinador andaluz que será designado el día 29 de junio podría pilotar la organización temporalmente hasta esa Asamblea -ocho o nueve meses si descontamos el verano- o postularse para un mandato más sólido y de largo recorrido.
La búsqueda de un buen líder para la coalición de izquierdas es un camino lleno de interrogantes, pero hay dos criterios a seguir que se superponen al resto: el primero es decidir si el sustituto de Maíllo será provisional o permanente; el segundo es si la organización que más fervientemente defiende el feminismo está preparada, por primera vez desde su creación en 1986, para poner a una mujer al frente del partido. Es un dilema enquistado en el que ya llegan tarde. En 1999, el PP-A eligió presidenta a Teófila Martínez; en 2013, el PSOE andaluz nombró secretaria general a Susana Díaz.
En el año 2000, la exalcaldesa de Córdoba, Rosa Aguilar, preguntó por primera vez en un órgano de dirección si IU había alcanzado el suficiente grado de madurez como para designar coordinadora regional a una mujer. El histórico dirigente Julio Anguita, que en ese momento ostentaba el cargo de la federación en España, cerró el debate para las siguientes dos décadas con una frase que hoy estremece a sus sucesores: “Lo de mujer u hombre me parece que son concesiones a esta especie de El Corte Inglés en que se está transformando la política”. Y así fue. Hasta ahora todos los dirigentes de IU han sido hombres: Julio Anguita, Luis Carlos Rejón, Antonio Romero, Diego Valderas y Antonio Maíllo.
El último líder de esta lista se ha retirado “a todos los efectos”, esto es, sin querer interferir públicamente en la elección de su relevo. Pero no hay que estar ciegos. En el proceso de confluencia con Podemos, Maíllo ya dio un paso atrás para ceder el cartel electoral de las andaluzas a Teresa Rodríguez, y lo hizo a partir de una profunda reflexión feminista que ahora parece indicar a gritos el camino a seguir: “Es tiempo de mujeres y no de hombres que hablen de mujeres; éste es el salto cualitativo que queremos dar. No está mal que la izquierda, por primera vez, sitúe delante a la mujer en esa disputa por el poder. Eso nunca se había dado en el campo de la izquierda, y ya era hora”, dijo en su última entrevista con este periódico.
Inmaculada Nieto, “referente institucional”
Este planteamiento apenas tiene diez meses de vida. Al escucharlo ahora, en pleno proceso de búsqueda de un nuevo líder, una decena de dirigentes y cargos medios consultados se apresuran a lanzar matices y responden con una cierta risa nerviosa, como quien lleva las contradicciones identitarias escritas a fuego en los estatutos del partido. Inmaculada Nieto, actual responsable de Política Institucional de IU y diputada desde 2012, asumirá la portavocía del grupo Adelante Andalucía en el Parlamento -compartida con Ángela Aguilera, de Podemos-. “Nieto va a ser el principal referente institucional de IU”, dice uno de los matices, que parece anticipar el formato de una bicefalia: un liderazgo en las instituciones y otro en el aparato. Con este esquema, el nombre que más apoyos internos está recabando para sustituir a Maíllo es Toni Valero, secretario de Organización de IU durante su primer mandato.
Valero (Madrid, 1981) es alguien que conoce bien la organización por dentro y cree que el coordinador general debe centrarse en el partido, sin formar parte de las instituciones, aunque éstas sirvan de plataforma para consolidar su liderazgo. “A Toni le gusta el modelo del PNV que, por estatutos, tiene dos referentes políticos: uno en el partido y otro en el Parlamento o, como ahora, en el Gobierno vasco”, avisa un ex líder comunista.
Esta fórmula no es revolucionaria en IU. La malograda Concha Caballero -una outsider del aparato del PCA, igual que Nieto- fue la primera mujer portavoz de un grupo parlamentario en la Cámara andaluza. Entre 2004 y 2008, también ostentó el título oficioso de ser “la principal referente institucional de IU”, pilotó un grupo de seis miembros que, pese a su escaso peso en el Parlamento, contribuyó decisivamente a los trabajos para la reforma del Estatuto de Andalucía (2007). Pero su autoridad y su autonomía política -más a alejada del dogmatismo del PCA- siempre estuvo condicionada por el mando del coordinador regional, Diego Valderas, que en aquella legislatura se quedó sin escaño.
Concha Caballero ha sido la única mujer, en los 33 años de vida de IU, que se ha postulado para liderar la coalición de izquierdas, pero fue derrotada en el año 2000 por Valderas, candidato del núcleo duro del PCA, que permanecería 13 años en el cargo. Se retiró de la primera línea política en 2008 para volver a dar clases de Literatura en un instituto público, igual que Antonio Maíllo, aunque su despedida fue más discreta y desató mucho menos reconocimiento público.
“Las bicefalias funcionan hasta que una de las cabezas se come a la otra”, advierte un veterano del partido, que recuerda lo “incómodo” que fue el pulso Caballero-Valderas, pero también el posterior enfrentamiento que mantuvo Valderas con Maíllo, cuando éste tomó las riendas del partido mientras su predecesor siguió siendo vicepresidente de la Junta en el Gobierno de coalición con el PSOE.
Una de las paradojas de Izquierda Unida Andalucía, precursora en políticas de igualdad, es que siempre ha sido una organización “muy masculinizada”, sobre todo en el vértice de la pirámide de mando. Otras federaciones, menos veteranas que la andaluza, sí cuentan con mujeres en la dirección: Henar Moreno (La Rioja), Eva Solla (Galicia; antes era Yolanda Díaz), Rosa Pérez (Comunidad Valenciana), Isabel Salud (Euskadi), Marisa de Simón (Navarra), Leticia Martínez (Cantabria), confirman fuentes de la dirección estatal. Madrid y Murcia cuentan con mujeres “coportavoz y co-coordinadora” respectivamente, ambos puestos son “responsabilidades de dirección compartidas con otra persona”: un hombre. En Murcia, Candi Marín comparte el liderazgo con Jose Luis Álvarez-Castellanos en una suerte de bicefalia política. En Madrid hay dos coportavoces (figura equivalente a un coordinador general): Sol Sánchez y Mauricio Valiente.
La federación andaluza, que es la más numerosa y de mayor arraigo territorial de España, tiene 13.836 militantes y simpatizantes, según datos del partido. En torno a 8.000 y 8.500 son afiliados que pagan cuota, y más del 65% son hombres. El Partido Comunista de Andalucía (PCA) es el núcleo duro de la federación, la rama con más poder orgánico, y casi desde el principio monitorizada por hombres. “Siempre ha habido techo de cristal en la dirección de IU, como en otros partidos. Nos faltaban portavoces, pero eso ha empezado a cambiar en los últimos diez años. Ahora somos más mujeres arriba, pero nos sigue faltando visibilidad”, dice una de las mujeres con más proyección en la coalición de izquierdas (“desde hace una década”).
Cantera de mujeres
El grupo parlamentario de IU llegó a ser el menos paritario hasta que Valderas, en su último año de poder orgánico, propuso al comité regional que al menos el 40% de las listas provinciales para las autonómicas estuvieran encabezadas por mujeres. No bastaba con que fueran de número dos en listas cremallera, como dictaban los estatutos, porque históricamente IU sólo lograba un escaño en las provincias más pequeñas, donde el cabeza de lista siempre era un hombre. En la legislatura de 2008 a 2012, IU sólo tuvo hombres en su bancada, ni una sola diputada, una imagen sin precedentes en la historia parlamentaria, que lastró el discurso feminista de sus dirigentes. Valderas y los suyos siempre se estrellaron contra el muro de sus contradicciones al defender políticas de igualdad en la Cámara, mientras el Gobierno socialista señalaba la ausencia de mujeres en su grupo parlamentario.
En la coalición de izquierdas ha habido y hay cantera de mujeres con autoridad política: en la última asamblea regional, de 2017, ascendieron escalones en la ejecutiva de Maíllo un nutrido grupo de políticas veteranas y de nuevas promesas. La dirección actual es la más paritaria y con más peso específico de mujeres de la historia de IU: la propia Inmaculada Nieto; la diputada en el Congreso por Málaga, Eva García Sempere; Toni Morillas, responsable de Proceso Constituyente y Feminismo y Gertru Vargas, del área de Acción Política; o nombres destacados como el de Amanda Meyer, responsable de Programa y Convergencia, miembro de la dirección federal de IU y de la ejecutiva del PCE, o la parlamentaria andaluza Ana Naranjo. Durante la legislatura de la coalición del Gobierno PSOE-IU, destacaron la consejera de Vivienda, Elena Cortés, responsable de la famosa ley antidesahucios; o la diputada Alba Doblas, que jugó un papel destacado como portavoz en la comisión de investigación del fraude de los ERE en el Parlamento. También ha habido un nutrido grupo de mujeres coordinadoras provinciales.
Con todo, el debate interno sobre si es el momento de que una mujer tome las riendas de la federación andaluza de IU no es algo aislado. Depende mucho del otro criterio fundamental a tener en cuenta: si se busca un líder provisional para suplir el puesto de Maíllo o una coordinador permanente. “En nuestra organización, lo provisional tiene un alto riesgo”, ironiza un ex dirigente comunista, al recordar que Felipe Alcaraz fue nombrado secretario general del PCE de manera provisional, tras una crisis interna del partido, y permaneció en el puesto 21 años [1981-2002].
Aquí el debate radica en saber si IU está en condiciones de postergar casi un año la construcción de un liderazgo sólido, que tome las riendas de un proyecto político en ciernes. Quien asuma el puesto de Maíllo no sólo tiene la encomienda de mantener cohesionada su organización, también deberá reinventar el tándem con Teresa Rodríguez, líder regional de Podemos, y consolidar el proyecto de confluencia Adelante Andalucía. Son dos objetivos estrechamente conectados, puesto que el mayor riesgo de cohesión interna que amenaza IU está en que se reactiven las susceptibilidades de los cuadros medios, alcaldes y dirigentes provinciales respecto a su alianza con Podemos.
Según los estatutos, la marcha de Maíllo no obliga a la dirección actual a reconsiderar el programa político con el que fue reelegido coordinador hace dos años, que tuvo como epicentro el proyecto de confluencia, y que recibió el aval del 83% de la asamblea. Pero todas las fuentes consultadas coinciden en que ese aval estuvo íntimamente ligado a la figura de Maíllo, la confianza que éste despertaba en los miembros de la asamblea, y que fue fundamental para superar los recelos internos. Sin Maíllo -y eventualmente sin Teresa Rodríguez, de permiso por maternidad- desaparece ese pegamento que une Adelante Andalucía.
Así están las cosas en la coalición de izquierdas, con ruido interno de tripas, pero con un ambiente de calma alejado del guerracivilismo de otras épocas pretéritas. La persona que viaja por Andalucía, el que está entrevistándose con los líderes provinciales, con los alcaldes, con distintos miembros de la directiva regional y federal, el que llama a los portavoces de las distintas corrientes que integran la coalición de izquierdas y quien debe de telefonear a los ex dirigentes de IU en búsqueda del mejor perfil para ocupar el sillón de mando es Ernesto Alba, secretario general del PCA y coordinador de la comisión colegiada, órgano de dirección del partido.
Alba ha sido padre recientemente. Toni Valero, el hombre que más suena para sustituir a Maíllo, dejó la dirección de IU para sacarse una plaza fija de profesor de Historia en un instituto de Marbella, y porque estaba a punto de nacer su primera hija de su relación con Amanda Meyer. Hace dos años y medio tuvieron la segunda. Puede que Maíllo pensara en estos dos hombres, de su plena confianza, cuando se despidió de la política el pasado lunes con un aviso a navegantes: “La política hoy en día es incompatible con la conciliación”.