Qué comemos, de dónde viene lo que comemos y cómo de perjudicial puede ser para el organismo. Son preguntas que al menos una vez en la vida alguien se ha hecho, y para las que el experto en el tema Jaime Gata tiene varias respuestas, pero una en concreto destaca sobre todas: “Es importante, para intentar cambiar un poco los hábitos de vida de las personas, que tomen sus propias decisiones”.
Gata es doctor en Veterinaria por la Universidad de Córdoba, licenciado en Ciencia y Tecnología de los Alimentos y director de la Unidad de Gestión de Protección de la Salud del Distrito Sanitario Jaén-Jaén Sur, entre otras dedicaciones siempre centradas en la salud, y ha dirigido en la sede de Baeza de la Universidad Internacional de Andalucía el curso La producción agroalimentaria en un mercado global: sostenibilidad, aseguramiento e inocuidad alimentaria. El punto de partida ha sido que las cadenas de producción y suministro de alimentos se han tensionado como consecuencia de la caída de la producción alimentaria, de la elevación de precios de materias primas y de la espiral inflacionista relacionada con las consecuencias de la invasión de Ucrania.
Este y algunos factores más han influido decisivamente en los mercados, y también en los hábitos alimenticios. Pero si se intenta cambiar lo que comemos mediante la persuasión “es difícil, porque la gente a veces reacciona en sentido contrario”, con lo que hay que trabajar “en persuadir respecto a hábitos saludables, como mantener la dieta mediterránea, que, por cierto, era nuestra dieta. El resto, lo que hoy en día a veces comemos, son dietas importadas”.
Son algunas de las consideraciones sobre las que ha disertado en la UNIA. Entre otras cuestiones, señala que lo ideal sería comer a base de productos vegetales, combinar con carne “y, por supuesto, con proteína”, y además pone el acento en que en Andalucía “tenemos la suerte de tener el aceite de oliva, que es un lujo por el precio ahora, pero que es algo que nos debemos de reservar un dinero para poder consumir, porque es una grasa de un altísimo valor”.
Jaime Gata concreta que el objetivo de cursos como el que ha dirigido pasa por “dar una respuesta a qué es lo que ha hecho la sociedad europea y a nivel global en temas de alimentación, y analizar cómo suministrar alimentos suficientes para los países que estábamos habituados a tener gran variedad de alimentos, y para aquellos países que desde hace años tienen graves carencias”.
Objetivo, acabar con el hambre
Experto en nutrición y en campos paralelos relacionados con esta, recuerda que, aunque en España el nivel de vida y las prisas diarias nos hacen comer mal, hay lugares donde ese problema no existe ante la escasez de alimentos que sufren. “El hambre no está en las sociedades desarrolladas como las nuestras, pero la tenemos con mucha fuerza aquí, en nuestras puertas, en África, y además eso genera inestabilidades sociales que crean esfuerzos migratorios, que nos impactan y que los vemos todos los días en las noticias”. Por ello, cree que se debería contar con “producir alimentos suficientes que sean disponibles, o alimentos para los ciudadanos, y que los ciudadanos tengan disponibles un dinero para poder adquirirlos o tener un trueque”.
Pero, además, “necesitamos producir alimentos pero sin impactar en el medio, como lo veníamos haciendo hasta ahora”, y eso implica un uso racional de fertilizantes, limitación en el uso de plaguicidas o fitosanitarios, “o reducir, por ejemplo, la presencia del plástico en el sector alimentario, reducir el desperdicio y avanzar hacia políticas que se llaman de desperdicio cero, es decir, no tirar alimentos, que es una cosa en la que debemos estar concienciados”.
Esto, subraya, no solo tiene que ver con las cocinas de las casas, sino que también se basa “en la compra racional del consumidor y en formatos que sean asequibles para el grupo de población al que nos dirigimos”. “No tiene mucho sentido, si yo vivo solo, que un supermercado me ofrezca un formato familiar de dos kilos, porque dos kilos por ejemplo de lechuga a mí me cuesta trabajo consumirlos”.
La fortuna de vivir y comer en Europa
Jaime Gata reflexiona directamente sobre qué y cómo comemos en España, y lleva la cuestión al contexto del continente, explicando que “tenemos una gran fortuna, que quizá en esta Europa rica no somos capaces de verla, como es la variedad de alimentos para consumir de la que disponemos, tanto en restauración como cuando vamos a un supermercado”.
“Cuando te vas a otras zonas del mundo y entras a un supermercado o vas a un restaurante, te das cuenta de que la carta es muy pequeña, pero hoy en día tenemos una variedad amplísima, así que nos gustaría que el consumidor tomara decisiones que sean saludables, que comiera aquellos alimentos que mejor le van para su salud o que no se ponga en riesgo porque adquiera microorganismos”.
De hecho, España cuenta con “un sistema muy sólido que vigila por eso”, y en Andalucía depende de la Consejería de Salud y Consumo, que tiene un grupo de inspectores del que él mismo forma parte. Pero todo ello sin dejar de tener en cuenta que hay “demasiados establecimientos de comida rápida que crecen, pero tenemos la esperanza de que también hay establecimientos que hacen cocina tradicional”.
No obstante, hay un matiz: “Hoy en día es más caro comer sano y es mucho más barato comer con alimentos de baja calidad desde el punto de vista nutricional”. Eso no significa que “estemos diciendo que no sean seguros, simplemente que no son las mejores grasas las que llevan y sí son hipercalóricos”, lo que al final “genera problemas de obesidad o sobrepeso”.