Desde la Asociación Española de Pediatría, y sobre todo, desde el centro de salud Virgen de África en Sevilla, Juan Ruiz-Canela Cáceres compagina la atención primaria con la divulgación de esta disciplina, que con la vuelta a las aulas cobra un protagonismo especial.
Cuando llegue de nuevo el colegio, ¿cómo augura que nos vamos a enfrentar los padres a esos primeros mocos, toses, resfriados que creamos que no lo son...?
Lo esperable es que los servicios sanitarios se saturen si se mantienen los niveles previos, con una organización y dotación que ya eran deficientes. Yo creo que esta epidemia ha dejado muchas enseñanzas, también en los niños. No disponemos de vacuna. Por eso, conocer cómo se transmite es fundamental para establecer medidas de prevención.
¿Cómo podríamos hacer para que fuera más ordenado o sensato?
Distintas medidas han mostrado su utilidad, como la consulta telefónica, los triajes , espacios separado para asistir a enfermos o no. Los profesionales creemos que debemos aprovechar las enseñanzas como una oportunidad para fortalecer la sanidad. Estamos muy pendientes de la situación que se puede generar en el próximo otoño invierno con la incidencia de la gripe, el virus sincitial (respiratorio común) y el coronavirus. En esto últimos meses hemos generado dos documentos sobre la reorganización de atención primaria y otro sobre la coincidencia de infecciones.
De esas enseñanzas que refiere, ¿cuál destacaría?
Nunca antes la sociedad había estado confinada y había tenido la limitación de accesibilidad sanitaria. Pasamos de poder acudir en el día por cualquier cuestión a un servicio de urgencia o centro de salud a evitarlo todo lo posible.
Precisamente, ¿cree que la infancia se ha podido ver afectada por el confinamiento?
Depende de la edad. Los muy pequeños, por debajo de tres años, sin problemas. En los mayores depende de su entorno. En el análisis que se realizó desde la Asociación Española de Pediatría para favorecer la salida de los niños se argumentaban estas cosas.
Como por ejemplo…
Es un grupo sensible por varios motivos: el ejercicio físico es imprescindible para su desarrollo muscular y óseo, y las habilidades motrices. Pero también porque la luz solar es necesaria para activar la vitamina D, implicada en su crecimiento, y en otras enfermedades como diabetes, hipertensión arterial, cáncer…
¿Qué consecuencias se han encontrado en las consultas?
Desde empeoramiento de síntomas de ansiedad y depresivos a déficit de vitamina D. También más riesgo de sobrepeso y obesidad, que ya era preocupante. Luego ha dependido también de otros determinantes sociales o médicos como viviendas muy pequeñas, violencia intrafamiliar, enfermedades…
Pasamos de creer que los niños eran los máximos vectores o que ni se contagiaban a leer luego estudios que hablan de un nivel muy parecido a los adultos, pero con menos consecuencias, ¿cómo ha quedado la cosa?
Según los datos disponibles hasta la fecha, los niños con COVID-19 tienen mejor pronóstico que los adultos, siendo muy infrecuentes los casos graves reportados. Los casos leves se recuperan en una o dos semanas después del inicio de la enfermedad. La mayoría de casos graves pediátricos tenía patología de base. Es decir, la infancia es susceptible de infectarse por el virus SARS-CoV-2, pero es posible que una parte importante de las infecciones pueda ocurrir de forma asintomática. Tampoco conocemos con detalle durante cuánto tiempo se mantienen infecciosos.
¿Pero contaminan más?
La mayoría de los casos confirmados en edad pediátrica han sido secundarios a exposición de contactos familiares. Sin embargo, existe evidencia sólida que confirma que los niños son capaces de transmitir la infección a otras personas y se ha documentado que la eliminación del virus en las secreciones respiratorias y en las heces puede ser más prolongada en los niños, incluso con síntomas leves, que en los adultos.
¿Qué aconsejaría pues a las familias?
Hay algunas cosas que pueden hacer para mantener a su familia sana: lavarse las manos a menudo con agua y jabón por lo menos durante 20 segundos; reducir el contacto cercano con otras personas; enseñar a los niños a toser y a estornudar en un pañuelo de papel de seda y ¡cerciórese de que lo tiren después de cada uso! o en la parte interior de su brazo o codo, y no en las manos; limpiar y desinfectar el hogar como de costumbre; lavar los juguetes de peluche siguiendo las instrucciones del fabricante y usando agua tan caliente como sea posible; evitar tocarse la cara y enseñar a los niños a hacer lo mismo; y cumplir con las recomendaciones establecidas con respecto a los viajes.