Ni había goteras en la estación de trenes de Santa Justa en Sevilla el pasado lunes, ni llovía el 28 de septiembre de 2014 en Honk Kong. Pero había paraguas. Paraguas de bienvenida en un caso y paraguas para protegerse de los gases lacrimógenos de la policía en el segundo.
Con ellos en la mano, un centenar de estudiantes de periodismo de la Universidad de Sevilla (US) recibió al líder de la Revolución de los Paraguas, Kin-Man Chan, este lunes a su llegada a España: un año después son el símbolo mundial de una revolución “joven, pacífica y feminista” que lucha por la democracia.
Chan, profesor universitario especializado en procesos democratizadores, asegura que el recibimiento “fue una sorpresa enorme, que me conmovió mucho. Fue muy esperanzador ver a tanta gente joven con los paraguas. Le envié el vídeo a mis amigos de Hong Kong y se emocionaron muchísimo. Agradecemos mucho tanta solidaridad”.
Chan, que dará varias charlas en universidades andaluzas durante las jornadas 'Gobernanza sostenible y derechos civiles en la China actual' a lo largo de esta semana, conoce bien tanto el pasado como el presente político de España. En este sentido, asegura que desde Hong Kong se sigue con interés el ascenso político de Podemos. “El mundo entero tiene puesto los ojos en Podemos y su experiencia en estas elecciones generales”, asegura.
El activista ha remarcado en la Facultad de Comunicación de la US que los problemas que ha atravesado la formación a la hora de romper con su horizontalidad organizativa inicial es “un dilema histórico” al que se enfrenta todo movimiento social y político. Chan ha subrayado que hacen falta líderes que negocien con el poder, pero sin perder de vista el sistema asambleario.
España, un referente para Hong Kong
“Tomamos como referencia muchos movimientos democráticos en el mundo. Nos interesa mucho la transición que llevó a cabo España a finales de los 70 y las negociaciones que se realizaron para conseguir la democracia. Queremos importar el modelo español a China, ya que también sufrimos una guerra civil, entre 1944 y 1945, y deseamos que nuestro país se democratice de manera pacífica”, ha afirmado el profesor universitario.
Chan considera que la palabra revolución tiene connotaciones violentas y prefiere la denominación “Movimiento de los Paraguas”. “En Hong Kong no nos gusta hablar de revolución, es el resto del mundo el que nos llama así. Para nosotros, el problema no es solo su sentido violento, sino el uso que le ha dado el 'stablishment' chino, que se ha olvidado de su pasado socialista y revolucionario”, ha subrayado.
El activista cree que Hong Kong puede ser, a largo plazo, la punta de lanza de la democratización de China, pero lo ve inviable a corto plazo, ya que el actual presidente chino, Xi Jinping, se encuentra aún consolidando su poder frente a sus enemigos internos. “Queremos que China sea un país rico, democrático y civilizado, y no solo un país poderoso”, ha insistido.
La futura transición democrática de China tendrá lugar, según Chan, gracias a los jóvenes universitarios. “Después de que se liquidara el movimiento en diciembre del año pasado, los jóvenes comenzaron a organizarse y formar movimientos sociales. Los médicos, ingenieros y abogados, que tradicionalmente había sido gente muy conservadora, ahora es gente joven, progresista y que se moviliza. El movimiento ha traído mucha esperanza a los jóvenes, así que creo que seguirá adelante”, ha destacado.
Más mujeres que hombres
Kin-Man recuerda que el suyo es un “movimiento muy feminista, porque no es violento y emplea un símbolo femenino como el paraguas. Es un movimiento muy especial, donde hay más mujeres que hombres. Para nosotros, las mujeres jóvenes son muy importantes, porque es más fácil demostrarle al mundo que no somos violentos”.
El líder pacifista cree que, para que haya una democracia sana, hace falta una participación mayor, que no se quede en el voto y las urnas, y una lucha integral contra la corrupción. “La democracia no son solo las elecciones, sino partidos en los que la gente se involucre, movimientos sociales que vigilen al gobierno y medios independientes”, subraya.
En este sentido, y tal y como ocurrió en la primavera árabe, “las redes sociales se han convertido en unos altavoces importantísimos de nuestro movimiento. A pesar de que Hong Kong goza de cierta libertad de prensa, impera la autocensura económica. Esa es la razón por la que tenemos que apoyarnos tanto en las redes sociales y los podcasts”.
En cuanto a la corrupción, pone de ejemplo la experiencia hongkonesa. “Contra la corrupción se lucha no solo con investigación, sino con educación y prevención. Hong Kong es uno de los países con menos corrupción, porque tenemos una comisión independiente que lucha contra ella, un departamento que la previene y uno de educación, que anima a denunciarla. España debería pensar en organizar una comisión contra la corrupción”, concluye.