El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Ataques de oso pardo a seres humanos: una perspectiva mundial
Los encuentros negativos con osos pardos son extremadamente raros y la mayoría de las veces no son fatales para el ser humano. Sin embargo, a fin de garantizar tanto el bienestar de animales y personas como su coexistencia, se hace necesario profundizar en el estudio de estos encuentros y promover campañas educativas dirigidas a informar sobre aquellos comportamientos asociados con respuestas por parte de los osos. La palabra “ataque” puede tener una connotación agresiva, pro-activa, que no se ajusta a los comportamientos re-activos descritos en este trabajo sobre ataques de osos a personas en el mundo. Realmente hablamos de comportamientos defensivos (en el 50% de los casos de osas hacia sus crías) o bien contactos físicos en reacciones de huida de los animales en encuentros repentinos y cercanos. ¿Las causas de fondo? Principalmente el incremento de actividades humanas, especialmente turísticas, recreativas, en un territorio cada vez más accesible para las personas.
El incremento en el número de ataques a seres humanos por parte de los grandes carnívoros no sólo aumenta la preocupación por la seguridad de las personas, sino que también dificulta la conservación y recuperación de estas especies. El comportamiento más común del oso pardo (Ursus arctos) es evitar la presencia humana, pero esto no siempre es posible en las zonas donde osos y humanos coexisten. Actualmente se estima que el número de osos pardos en el mundo es de unos 200.000 ejemplares y en general la tendencia de la población es considerada estable. En Rusia se cree que la población es de unos 100.000, en Norteamérica 58.000 y en Europa (excluyendo Rusia) de unos 15.400.
Aunque raros, los contactos físicos entre osos pardos y personas están aumentando en la actualidad y, aún con varios estudios locales abordando este problema, falta información sobre este fenómeno a una escala global. Con el objetivo de llegar a conclusiones válidas que puedan contribuir a reducir el número de estos encuentros, hemos recogido y analizado información sobre 664 ataques de oso pardo a seres humanos ocurridos entre los años 2000 y 2015 a lo largo de todo el área de distribución de la especie (Norteamérica = 183 ataques, Europa = 291 ataques y Asia = 190 ataques –datos parciales-). En este estudio describimos los patrones espacio-temporales de estos encuentros, así como las circunstancias principales relacionadas con ellos, enfatizando tanto en las características generales como en las peculiaridades locales en distintas áreas geográficas con distintas historias de coexistencia y manejo de la especie. Este trabajo ha sido realizado por 78 investigadores de todo el mundo y ha sido dirigido por la Universidad de Oviedo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Academia de las Ciencias de Polonia. Nuestro análisis es la primera descripción global de encuentros físicos de osos pardos y humanos.
Reacciones defensivas
Nuestros resultados muestran que los ataques de oso pardo a humanos han aumentado de manera global en los últimos años y aunque la palabra ataque puede tener una connotación “agresiva” responden generalmente a reacciones defensivas por parte de los osos. En Europa (oeste de Rusia) la mayoría de estos ataques se registraron en Rumanía (n=131), Eslovaquia (n=54), Suecia (n=28) y Finlandia (n=17). En Norteamérica la mayoría se produjeron en Alaska (n=51) y Columbia británica (n=42), seguidos por Wyoming (n=29), Montana (n=25) y Alberta (n=18). Dentro de Asia (estadísticas parciales), 111 casos se registraron en Rusia, 25 en Irán y 54 en Turquía. En España se han registrado en ese periodo seis casos. Cinco en la Cordillera Cantábrica y uno en Pirineos.
La mayoría de estos contactos físicos (85.7%) resultaron en heridas y el 14.3% fueron mortales. Solo el 6.6% de todos los ataques ocurridos en Europa fueron fatales (n=19), por el 13.1% en Norteamérica (n=24) y el 32% en Asia (n=52).Ninguno de los casos registrados en España resultó mortal.
El número de ataques en países donde se caza es similar al de países donde no se caza, lo que contradice la hipótesis de que la caza eliminaría los individuos más extrovertidos que podrían ser, en último término, aquellos más propensos a atacar seres humanos. Los ataques defensivos de osas con crías fueron el escenario más frecuente (47%), lo que indica que éstas pueden fácilmente responder de manera agresiva a encuentros cercanos con humanos si ven comprometida la seguridad de las crías, seguidos por los producidos en encuentros repentinos a corta distancia (20%). La presencia de perros (17%), la presencia de osos heridos o atrapados (10%) y los ataques predatorios (5%, n=9 en Rusia y n=6 en Norteamérica) fueron también escenarios recurrentes.
Mayor probabilidad de encuentro
Nuestros resultados muestran un incremento global en el número de encuentros físicos en las últimas décadas. Una posible causa es el incremento de la población humana, el número de osos pardos en algunas zonas y, fundamentalmente, a una mayor accesibilidad a los hábitats oseros, lo que conlleva una mayor probabilidad de encuentro de ambos. Además, el auge del turismo rural y de actividades recreativas realizadas al aire libre en zonas donde está presente la especie hace que se produzca un incremento en el uso de estos espacios por parte de muchas personas no acostumbradas a coexistir con la fauna salvaje y con un comportamiento más impredecible e intrusivo en el territorio, en contraste con las actividades humanas más habituales, de carácter más regular y predecible. Esto aumenta la probabilidad de encuentros potencialmente peligrosos y una respuesta defensiva por parte de los osos. De hecho el 72% de las personas involucradas en estos encuentros están realizando actividades de ocio incluyendo la caza. En los seis casos registrados en España cinco se refieren a personas haciendo actividades recreativas, incluyendo una persona en una cacería, y una sexta a un guarda realizando un servicio rutinario.
En general estos ataques defensivos se producen en escenarios que son el resultado de comportamientos humanos inapropiados de cara a evitar encuentros. Ejemplos de estos comportamientos son caminar sólo/a, fuera de los caminos habituales, llevar a los perros sin atar o perseguir a un oso en un lance de caza. Estos escenarios se podrían reducir con campañas de sensibilización adecuadas. En este sentido, comportamientos como hacer ruido, especialmente en zonas de densa vegetación, o ir en grupo ayudan a avisar a los osos de nuestra presencia y reducen la probabilidad de sorprenderlos a corta distancia. Esto, además, ayuda a que el oso huya evitando el encuentro.
Medidas como la restricción temporal a zonas con presencia de hembras con crías podrían disminuir la probabilidad de encuentros peligrosos y las molestias ocasionadas a la especie. Por otro lado, mantener a los perros atados y bajo control reduce posibles molestias a la fauna salvaje. El uso de sprays de pimienta específicos para osos es una herramienta eficaz para detener ataques. Esta medida no es letal y está muy extendida en Norteamérica. Sin embargo en Europa se utiliza sólo en algunos países mientras que en otros es ilegal. Para garantizar una mayor seguridad de las personas que viven y disfrutan del medio natural en zonas habitadas por osos, es necesario reconsiderar el posible uso legal de éstos, especialmente en países donde las poblaciones de osos están en aumento.
Artículo: Brown bear attacks on humans: a worldwide perspective
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