El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) cuenta con 24 institutos o centros de investigación -propios o mixtos con otras instituciones- tres centros nacionales adscritos al organismo (IEO, INIA e IGME) y un centro de divulgación, el Museo Casa de la Ciencia de Sevilla. En este espacio divulgativo, las opiniones de los/as autores/as son de exclusiva responsabilidad suya.
Ciencia y flamenco: construcción crítica versus realidad histórica
En determinados círculos académicos, y hasta artísticos, si cabe, aún puede sorprender la asociación simbiótica existente entre flamenco y universidad. De esta compleja circunstancia se coligen y plantean interrogantes al trasluz de la dicotomía construcción crítica vs. realidad histórica, planteada, a nivel epistemológico-conceptual, por el distinguido y erudito bibliógrafo Rodríguez-Moñino: ¿Resulta factible un acercamiento científico y poliédrico al arte flamenco? ¿Existe una línea matriz de investigación ceñida a estudios flamencos o bajo una denominación similar? Incertidumbres lábiles al margen, lo cierto es que las evidencias en este sentido se remontan, con un nutrido cúmulo de pruebas al paso y como si de un proceso de ósmosis se tratase, a un eje cronológico concreto, a saber: finales del siglo XIX.
Pues bien, en aquellos prístinos momentos ven la luz títulos axiales en la historia de una disciplina de investigación que a veces, y con injustificada sorna jocoseria en algunas de ellas, se conoce como flamencología, denominación homónima respecto al conocido libro de Anselmo González Climent de 1955. En 1881, concretamente, el padre de los hermanos Machado, el distinguido folclorista Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, da a la imprenta el volumen y obra instrumental de referencia, hasta la fecha, Colección de cantes flamencos; y será en ese mismo año cuando este arte secular merezca la atención y admiración de un prestigioso académico alemán, el lingüista Hugo Schuchardt, quien se acercó a estas complejas lides, con cuestiones fonéticas, fonológicas y grafemáticas de fondo, para avezados y expertos en su obra Die “Cantes Flamencos”.
Tanto es así que, a partir de estos hitos historiográficos, ha venido prosperando una amplia y variada producción bibliográfica, de carácter interdisciplinar, que, si bien tradicionalmente se ha vinculado por lo general a las Humanidades y las Ciencias Sociales, desde hace unas décadas se ha hecho más plural hasta el punto de atraer el interés investigador de matemáticos, ingenieros o podólogos, por citar tan solo varios ejemplos y paradigmas fidedignos de estos recientes cauces de transferencia de conocimiento y divulgación científica, con vocación de raigambre flamencológica.
Flamenco en Triana
Es más, esta notable tradición de calado bibliográfico, junto con varias de las novedades editoriales más sobresalientes, están siendo aquilatadas, como si de un crisol reticular se tratase, en un proyecto de divulgación científica desde el que venimos cartografiando la histórica relación que el flamenco ha mantenido con la ciudad de Sevilla, urbe ineludible para entender su génesis, forja y desarrollo evolutivo. De hecho, este laborioso empeño se está llevando a cabo en virtud de la elaboración y diseño epistemológico de una serie de rutas científicas que se ofrecen a un público adulto, en un principio sin necesarios conocimientos técnicos previos.
Sea como fuere, desde esta atalaya conceptual, tienen lugar en los distintos eventos de divulgación científica, así La Noche Europea de l@s Investigador@s, la Semana de la Ciencia y la Tecnología, o en festividades emblemáticas con significado simbólico. En este último caso se encuadra, en fin, el último itinerario realizado, habida cuenta de que ha sido puesto en práctica durante la celebración del pasado Día de Andalucía (28 de febrero), en tanto que tuvo como núcleo temático-espacial el flamenco en el barrio de Triana, y donde contamos, además, con la valiosa colaboración de colegas pertenecientes a la Federación de Asociaciones de Mujeres Gitanas (FAKALI).
En efecto, conforme a un dilatado paseo por un total de siete paradas o postas, se introdujo progresivamente a los asistentes en temas y debates centrales para comprender de manera certera la simbiosis intrínseca y connatural entre flamenco y esta singular zona hispalense, esto es: la sobresaliente presencia e impronta de la comunidad gitana, o gitanería, y su relación socio-musical con artistas no gitanos a efectos de la dualidad cava de los gitanos/cava de los civiles; el paulatino desarrollo de formas musicales medulares dentro del género, es decir, palos, estilos o modalidades flamencas del calado de la soleá, la seguiriya, los martinetes, los tangos e incluso la bulería acompasada, con tempo lento y sabor arromanzado; o, por traer a colación un último ejemplo: la misma relación osmótica entre flamenco y ciencia que ahora abordamos desde la construcción crítica y la realidad histórica.
Criterio pluriartístico
En cualquier caso, esta se muestra palmariamente al trasluz de un guion elaborado desde el estado de la cuestión y nuevas perspectivas críticas que sirve a los asistentes como vademecum que les acompaña y orienta a nivel de directrices y discusiones mantenidas con los guías o mediadores entre el grupo y el entorno (paisaje sonoro). En ese documento, de hecho, pueden hallar cuidados fragmentos especializados en lo que hace a estudios críticos, si bien, al estar concebidos desde un criterio pluriartístico, al aparato teórico le acompañan, además, referencias específicas a obras literarias, una selección musical, con archivos fonográficos originales, y, en ocasiones, fílmica y pictórica en lo que atañe a recepción y pervivencia.
En cuanto a la naturaleza de las paradas, fue variada al hilo de distintos elementos urbanos consagrados a la memoria y al reconocimiento canónico. En este sentido, aunque siempre se puede seguir construyendo y edificando al respecto, Triana se erige como un barrio que se ha preocupado por salvaguardar y preservar la memoria de esa constelación de artistas señeros nacidos en el margen derecho del Guadalquivir; de ahí que sea fácil, claro está, enhebrar elementos como monumentos, son los casos de Triana al Arte Flamenco y A los alfareros, ceramistas y al cante por soleá, o azulejos conmemorativos: a los gitanos y gitanas de Triana, a Naranjito de Triana o a los padres de los Machado.
En un futuro inmediato, tenemos por delante el reto de completar la cartografía flamenca de Sevilla y ofrecer, al tiempo, en calidad de producto textual conclusivo de la experiencia, una granada guía de viaje temática. No obstante, tal propuesta monográfica resulta además fácilmente extrapolable a otros contextos y enclaves geográficos representativos: por supuesto, a ciudades de visible sabor flamenco como Cádiz capital y provincia, con Jerez, El Puerto de Santa María y otros núcleos a la cabeza, Málaga, Granada, etc.; pero también a otras que contaron con comunidades españolas migradas por causas económicas, bélicas y de índole varia, como pueden ser Buenos Aires o Ciudad de México.
Categoría de ciencia
En fin, respondamos, si no lo hemos hecho ya, a los interrogantes que han constituido nuestra hipótesis de partida desde el binomio construcción crítica y realidad histórica: sí, en efecto; la relación sinérgica entre flamenco y ciencia no sólo es factible, sino bien necesaria y deseable. De hecho, vibra cada vez más con mayor vitalidad alimentada por el ingente trabajo y decidida cooperación colectiva de académicos, verdadera comunitas científica y flamenca, al servicio del análisis cabal y riguroso de nuestro arte.
Así lo auspició ya Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, considerado piedra angular de la flamencología, tal como la formuló González Climent; y lo hizo a propósito de la forja de un Folk-lore andaluz, entonces una ciencia niña, pero, eso sí, con indudable categoría de ciencia. Tanto es así que había acarreado materiales, entendidos a efectos de imaginario como coplas populares y anónimas, más allá de la rúbrica autorial, con exquisito tono emocional y vida en variantes, al decir de Menéndez Pidal, en aras del conocimiento de la naturaleza y evolución del espíritu humano.
En determinados círculos académicos, y hasta artísticos, si cabe, aún puede sorprender la asociación simbiótica existente entre flamenco y universidad. De esta compleja circunstancia se coligen y plantean interrogantes al trasluz de la dicotomía construcción crítica vs. realidad histórica, planteada, a nivel epistemológico-conceptual, por el distinguido y erudito bibliógrafo Rodríguez-Moñino: ¿Resulta factible un acercamiento científico y poliédrico al arte flamenco? ¿Existe una línea matriz de investigación ceñida a estudios flamencos o bajo una denominación similar? Incertidumbres lábiles al margen, lo cierto es que las evidencias en este sentido se remontan, con un nutrido cúmulo de pruebas al paso y como si de un proceso de ósmosis se tratase, a un eje cronológico concreto, a saber: finales del siglo XIX.
Pues bien, en aquellos prístinos momentos ven la luz títulos axiales en la historia de una disciplina de investigación que a veces, y con injustificada sorna jocoseria en algunas de ellas, se conoce como flamencología, denominación homónima respecto al conocido libro de Anselmo González Climent de 1955. En 1881, concretamente, el padre de los hermanos Machado, el distinguido folclorista Antonio Machado y Álvarez, Demófilo, da a la imprenta el volumen y obra instrumental de referencia, hasta la fecha, Colección de cantes flamencos; y será en ese mismo año cuando este arte secular merezca la atención y admiración de un prestigioso académico alemán, el lingüista Hugo Schuchardt, quien se acercó a estas complejas lides, con cuestiones fonéticas, fonológicas y grafemáticas de fondo, para avezados y expertos en su obra Die “Cantes Flamencos”.