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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Un circuito integrado en Marte... diseñado en Sevilla

19 de febrero de 2021 08:06 h

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Este jueves, el Rover Perseverance de Nasa realizó complejas y críticas maniobras necesarias para posarse suavemente sobre el suelo del cráter Jezero de Marte y a los científicos y técnicos implicados en este proyecto se les cortó la respiración durante los siguientes 7 minutos, los ya conocidos “7 minutos del terror”. Una vez alcanzada la superficie, el robot más grande, pesado, limpio y sofisticado jamás lanzado al espacio por el ser humano buscará signos de vida anterior y recolectará muestras que eventualmente serán devueltas a la Tierra en una misión posterior.

Siete son los instrumentos que porta este ingenio para recopilar información sobre la geología, atmosfera, condiciones medioambientales y potenciales marcadores de vida. Entre estos siete magníficos se encuentra el “Mars Environmental Dynamics Analyzer” (MEDA), diseñado, fabricado y financiado por España en un proyecto liderado por el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) y con José Antonio Rodríguez-Manfredi como investigador principal. Este instrumento constituye la estación meteorológica del rover, que reportará diariamente, además de la radiación, cuales son las condiciones climatológicas existentes en el planeta y los patrones que siguen el viento marciano, información fundamental que prepara el primer paso del hombre en Marte.

Esto no es casualidad, ni fruto de un acuerdo puntual con la agencia espacial norteamericana. De hecho, las dos estaciones meteorológicas actualmente activas en el planeta rojo, a bordo de Curiosity e Insight (ambas de NASA) son españolas. MEDA será la tercera. La primera red de sensores atmosféricos en otro planeta es íntegramente española. MEDA tendrá además una responsabilidad extra ya que Perseverance porta bajo su vientre el helicóptero Ingenuity (“Ingenio”) y servirá para determinar si las condiciones meteorológicas son las idóneas para el primer vuelo experimental en otro planeta.

MEDA medirá la velocidad y dirección del viento, la humedad, la temperatura y la cantidad y tamaño de las partículas del polvo marciano. Como dificultad añadida, Marte cuenta con una atmosfera extremadamente liviana, por lo que para medir la dirección y velocidad del viento se ha tenido que recurrir a soluciones más imaginativas que a la meramente intuitiva de usar un elemento móvil como en los anemómetros terrestres. Básicamente no giraría por mucho que el viento marciano alcanzara cientos de kilómetros por hora como ocurrió en la tormenta de polvo global que asoló el planeta completo en 2018.

En MEDA se usan grupos de cuatro calefactores, dispuestos en un cuadrado, que tratan de mantener una temperatura relativamente alta siempre constante. El viento al incidir produce un desequilibro, haciendo que descienda la temperatura del calefactor más cercano al lugar por donde llega el viento. El control del instrumento, al detectar este desequilibrio, envía más potencia a ese calefactor para tratar de que alcance de nuevo la temperatura inicial. Midiendo la potencia suministrada al sistema podemos conocer la velocidad y dirección del viento. Estas operaciones las controla un circuito integrado que controla los calefactores y obtiene las lecturas del sensor de viento y que ha sido diseñado en el Instituto de Microelectrónica de Sevilla, centro mixto del CSIC y la Universidad de Sevilla, y es el que puede verse en la imagen. Mide 5,6 x 6,1 mm de lado y la tecnología usada para su fabricación es de Austriamicrosystems de 350nm y es capaz de soportar las extremadamente frías temperaturas del planeta rojo (hasta -125ºC) sin necesidad de calefactarlo para su uso, así como el entorno de radiación de la superficie del planeta.

La misión aunará la búsqueda de trazas de vida en tiempos anteriores con las perspectivas de colonización futura del planeta, dos grandes retos para el conocimiento del ser humano. Y en ella, la implicación de los científicos españoles ha sido más que relevante. Algo debería cambiar en la mentalidad de quienes siempre nos ven alejados de la ciencia de vanguardia.

Este jueves, el Rover Perseverance de Nasa realizó complejas y críticas maniobras necesarias para posarse suavemente sobre el suelo del cráter Jezero de Marte y a los científicos y técnicos implicados en este proyecto se les cortó la respiración durante los siguientes 7 minutos, los ya conocidos “7 minutos del terror”. Una vez alcanzada la superficie, el robot más grande, pesado, limpio y sofisticado jamás lanzado al espacio por el ser humano buscará signos de vida anterior y recolectará muestras que eventualmente serán devueltas a la Tierra en una misión posterior.

Siete son los instrumentos que porta este ingenio para recopilar información sobre la geología, atmosfera, condiciones medioambientales y potenciales marcadores de vida. Entre estos siete magníficos se encuentra el “Mars Environmental Dynamics Analyzer” (MEDA), diseñado, fabricado y financiado por España en un proyecto liderado por el Centro de Astrobiología (INTA-CSIC) y con José Antonio Rodríguez-Manfredi como investigador principal. Este instrumento constituye la estación meteorológica del rover, que reportará diariamente, además de la radiación, cuales son las condiciones climatológicas existentes en el planeta y los patrones que siguen el viento marciano, información fundamental que prepara el primer paso del hombre en Marte.