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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Una noche de ciencia para disfrutar y comprender

29 de septiembre de 2023 10:18 h

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«Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido». Así comienza una de las citas más conocidas de Marie Curie, dos veces ganadora del premio Nobel y, probablemente, la científica más célebre de la Historia.

¡Temido! ¡Comprendido! En innumerables ocasiones, el miedo nace del puro desconocimiento. Este es uno de los principios más básicos de la vida. Precisamente, las investigadoras e investigadores se dedican a estudiar el mundo que les rodea, reduciendo cada día un poco más aquello que nos es desconocido. Nosotras, en concreto, somos dos científicas que trabajan con mosquitos transmisores de enfermedades, los animales que más muertes causan anualmente en todo el planeta, por lo que es comprensible que sea un tema que suele suscitar numerosas preguntas cuando lo exponemos ante un público no científico.

«¿Un mosquito te puede transmitir la COVID-19?». Esta es una de las preguntas que más nos ha sorprendido recientemente. A nosotras nos parecía que tenía una respuesta muy sencilla, simplemente porque teníamos acceso a la información necesaria para contestarla. Esto es un ejemplo de la utilidad que tiene la información que no se comparte, la utilidad que tienen los avances científicos que no se difunden. Ninguna. Por este motivo, para nosotras, no cabe la posibilidad de hacer Ciencia si esta no se comunica. La investigación deber ir siempre de la mano de la comunicación.

Es importante que esta comunicación fluya en todas las direcciones. Por un lado, hacia los propios científicos, de forma que la información pueda validarse y que las respuestas de unos impulsen las preguntas de otros. Por otro lado, hacia las instituciones, para que la puedan utilizar. Por ejemplo, en nuestra área de estudio, es importante notificar a las autoridades sanitarias cualquier caso que detectemos de ciertos patógenos en mosquitos, para que ellas puedan mantener un seguimiento y actuar en consecuencia. Pero esta red de información no estaría completa sin la ciudadanía, que tiene el derecho y el deseo de conocer el mundo en que habita y cómo este funciona. Es aquí donde entra la llamada «divulgación científica», el tipo de comunicación que a muchos nos emociona y más nos satisface.

Comunicarse nunca ha sido tan fácil y es maravilloso hacerlo en un solo click. Pero no es oro todo lo que reluce, y es tan sencillo encontrar información veraz como información falsa

En nuestra opinión esta es además esencial, especialmente en el contexto en el que nos encontramos actualmente. En la era de las redes sociales, una lluvia de información inunda de forma permanente todas nuestras pantallas. Comunicarse nunca ha sido tan fácil y es maravilloso hacerlo en un solo click. Pero no es oro todo lo que reluce, y es tan sencillo encontrar información veraz como información falsa. En un mundo donde «fake news», «bulo», «conspiranoico» o «desinformación» forman parte de nuestro vocabulario diario, a veces resulta difícil saber con cuál de las dos nos enfrentamos. Por ejemplo, ¿recordáis los videos que se hicieron virales hace un tiempo donde “demostraban” que la nieve no estaba hecha de agua? Esto no ocurre cuando la información proviene de fuentes fiables. En medio de esta vorágine, los científicos se mantienen firmes bajo el paraguas de la ciencia, invitando a quien quiera a cobijarse bajo él y acceder a una información útil, veraz y de calidad.

No os vamos a mentir, en ocasiones este entorno «cibernético» puede llegar a resultar hostil. Por eso es importante ponernos cara a cara, acercarnos y crear entornos donde podamos confiar plenamente en el intercambio de información. Y no sólo eso, sino también donde todos podamos disfrutar con el proceso. Espacios dinámicos, lúdicos, inclusivos y formativos. Donde todas las preguntas tengan cabida, y las que no tengan respuesta sirvan de combustible para el futuro. Espacios donde nos dejemos sorprender, unos, por la ciencia, otros, por las preguntas que ni siquiera nosotros nos habíamos planteado. Por esto tantos de nosotros seguimos participando cada año en «La noche europea de l@s investigador@s», que vuelve a celebrarse este viernes y sábado en cientos de ciudades europeas. De nuevo, pequeños y mayores nos dejaremos arrastrar por las preguntas, por la más pura curiosidad científica, por el eco que retumba «¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?». Por este motivo, queremos invitarte este año y todos los que vengan, a unirte a nosotras en esta velada tan especial. Porque, como también dijo Marie Curie en esa misma ocasión: «Ahora es el momento de comprender más, para poder temer menos».

«Nada en la vida debe ser temido, solamente comprendido». Así comienza una de las citas más conocidas de Marie Curie, dos veces ganadora del premio Nobel y, probablemente, la científica más célebre de la Historia.

¡Temido! ¡Comprendido! En innumerables ocasiones, el miedo nace del puro desconocimiento. Este es uno de los principios más básicos de la vida. Precisamente, las investigadoras e investigadores se dedican a estudiar el mundo que les rodea, reduciendo cada día un poco más aquello que nos es desconocido. Nosotras, en concreto, somos dos científicas que trabajan con mosquitos transmisores de enfermedades, los animales que más muertes causan anualmente en todo el planeta, por lo que es comprensible que sea un tema que suele suscitar numerosas preguntas cuando lo exponemos ante un público no científico.