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La bailarina Isabel Vázquez regresa a los escenario a sus 60 años: “Las mujeres de mi edad tenemos mucho que aportar”

Isabel Vázquez vuelve a escena después de diez años sin subirse a un escenario

Alejandro Luque

1 de mayo de 2025 20:02 h

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Solo el apagón del lunes podía alterar el intenso ritmo de ensayos que Isabel Vázquez viene manteniendo de cara a su próximo estreno, 'Zambra de la buena salvaje', previsto para los días 24 y 25 de mayo en la sala Cuarta Pared, en el marco del festival Madrid en Danza. Para ella no es, desde luego, una cita más: en primer lugar, porque lleva diez años sin subirse a un escenario. Y por otro lado, porque subirse al escenario con 60 años es un hecho insólito en un ámbito en el que la jubilación suele llegar mucho antes. 

“He decidido volver a las tablas después de diez años solo dirigiendo, haciendo dramaturgias y movimiento escénico”, comenta la sevillana. “Tenía ganas de regresar, porque en el fondo nunca he perdido el contacto con el escenario, y llegué a preguntarme: Estas ganas, ¿no se van nunca? Pero no se trataba solo de satisfacer una necesidad, sino también de reivindicar, porque el sistema no permite a una mujer mayor más que hacer en escena de mujer mayor”, defiende.

Vázquez recuerda cómo se cortó la coleta con el espectáculo 'Hora de cierre', “precisamente por eso, porque en cierto modo me sentí expulsada”. “Fue algo parecido cuando me quedé embarazada a los 39, en ese caso tu cuerpo se tiene que recuperar pero te quedas tirada como una colilla a nivel económico, porque en la danza no se contempla la baja maternal. Seguí bailando, pero luego sobrevino la menopausia, y fue un momento duro y difícil. Ahora siento que mi cuerpo se ha recuperado, estoy fuerte, pero sobre todo quiero llamar la atención sobre un hecho: que las mujeres de mi edad no solo debemos estar ahí, sino que podemos aportar. La danza no es solo fuerza y virtuosismo técnico”, reivindica la artista sevillana.

Cambio de mirada

De hecho, lo que en el fondo reclama Isabel Vázquez es un cambio de mirada, e incluso una voluntad de ir a contracorriente: “Cada vez se equipara más la danza con el deporte o con el circo. Es muy chulo, ves cosas increíbles, pero no podemos olvidar que es un arte donde lo que impera es la emoción y la comunicación. Si todo se quedara en lo físico, a los diez minutos el asombro desaparecería”.

A la creadora le resulta llamativo que ese desdén por los veteranos no se dé en otras disciplinas, como el baile flamenco, donde un giro de muñeca de una anciana o una pataíta de un octogenario pueden bastar para dar por bueno el pago de la entrada. “Eso es maravilloso, no sé por qué eso no sucede en otros espacios. Quizá a la danza contemporánea se le presupone una exigencia física muy alta, pero en el flamenco también existe. Lo que sucede es que en el flamenco prima el arte, se valora lo que puede aportar una señora mayor. Se admira el conocimiento y el bagaje, en la contemporánea no tanto. Pero estoy convencida de que al público le importa menos la edad que a la profesión. Somos nosotros mismos los que nos vetamos. En una audición, con 30 años ya eres mayor”, lamenta.

Vázquez recuerda cómo en el 90 cumpleaños del violoncelista Pau Casals, alguien le preguntó por qué seguía trabajando. Su respuesta fue simple y contundente: “Porque creo que estoy progresando”. La bailarina se identifica plenamente con esta actitud, y no oculta el entusiasmo que le produce verse bien acompañada en este nuevo proyecto. “Me dije que quería bailar y ser dirigida, y me he rodeado por un equipo maravilloso en el que están el director Alberto Velasco, la dramaturgia de Ruth Rubio y la dramaturgia de Elena Carrascal. Y en la música soy muy ecléctica, empleo el collage musical y cuento con Santi Martínez para los ambientes sonoros y echo mano de mucha música preexistente, de canciones que significan algo para mí”, confiesa.

Descubrimiento personal

Aunque la zambra es un palo flamenco, en este caso la 'Zambra de la buena salvaje' es solo un guiño de la citada Ruth Rubio, que suele titular los espectáculos que escribe con referencias similares. El fondo de la obra es un viaje a la intimidad de Isabel Vázquez: “Hablo de muchas cosas que tienen que ver con mi vida, y todo eso me ha removido muchísimo. Ha sido un proceso de mucho descubrimiento personal, tanto por el hecho de enfrentarme con la bailarina que soy ahora como por el hecho de que empecé en verano, tras una caída de mi madre, que falleció hace dos semanas. Pasas de ser hija a ser madre mientras estás creando, y todo eso ha supuesto una conmoción enorme”, reconoce.

Por el momento, a menos de un mes del estreno, las reacciones ante la vuelta de Vázquez a los escenarios no han podido ser mejores. “Mucha gente me ha escrito para animarme y celebrar la noticia, me dicen que tienen ganas de volver a verme bailar”, explica, al tiempo que espera que su ejemplo aliente a otras compañeras: “Somos varias las veteranas que seguimos en esto, desde Carmen Werner a Mónica Rude, Christine Cloux o Sol Picó. Todas tenemos aún mucho que decir”.

Tras su paso por Madrid en Danza, Isabel Vázquez pondrá su mirada en la próxima temporada, donde podrá mostrar su trabajo en Andalucía. Y no niega que ya le rondan ideas para próximos proyectos, aunque estos, nunca mejor dicho, tendrán que ir paso a paso. “Te aseguro que Zambra no va a ser una raya en el agua”, asevera con una sonrisa. “Seguiré bailando y vendrán más, si el apocalipsis lo permite”, sentencia.

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