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José Maya, bailaor: “Björk es una enamorada del flamenco, y Beyoncé venía al camerino a vernos bailar”

Alejandro Luque

23 de febrero de 2023 20:52 h

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Ha viajado por todo el mundo de la mano de los más grandes, desde Vicente Amigo o Tomatito a Farruquito o Antonio Canales, y ha compartido cartel y escenario con grandes figuras del pop como Beyoncé, Marc Anthony, Juan Luis Guerra o Björk. Y aunque ya lleva tiempo consolidando una firma carrera como bailaor en solitario, el salto definitivo parece haberle llegado a José Maya con Liturgia, un espectáculo concebido para ser representado en templos con el que abrirá el Festival de Jerez el próximo 24 de febrero en la Iglesia de Santiago.

Después de haber representado esta pieza en la iglesia de San Jacinto de Triana (Sevilla), Saint Jean de Montmartre (París), en la ermita románica de Bellvitge (Barcelona) y la iglesia del Perpetuo Socorro de Madrid, Maya asegura que “cada actuación es distinta, son sitios muy especiales que sumergen al espectador en un ambiente único. Con la única iluminación de las velas y con la particular acústica de los templos, queremos transportar al público a una latitud más espiritual de lo acostumbrado en un espectáculo flamenco”.

Mientras otros compañeros de oficio están acostumbrados a actuar en iglesias o capillas desacralizadas, reconvertidas en espacios escénicos, Maya ha querido hacerlo en sedes religiosas en activo. “De hecho, los espectáculos son siempre a las seis, porque a las ocho hay misa”, sonríe.  

Apto para ateos

Maya se hace acompañar para la ocasión de Rafael Jiménez Falo, “un erudito que conoce desde el canto gregoriano al flamenco”, el joven Diego Amador Jr –hijo del pianista del mismo nombre y sobrino de Raimundo Amador– y la cantaora onubense Sandra Carrasco, bajo la dirección del chelista José Luis López.  “Solo cuatro voces y un celo, no he querido meter guitarra ni percusión ni ninguno de los elementos clásicos de los espectáculos flamencos. Yo mismo me atrevo a cantar, porque soy un cantaor frustrado y poder hacerlo con las reverberaciones de las iglesias es una sensación impresionante”.

En cuanto al repertorio, se trata de un compendio de músicas religiosas siguiendo el orden de la liturgia católica, y va de cántigas de Santa María de Alfonso X el Sabio (Estela do dia), a la Saeta de Antonio Machado, pasando por el Der Voghormia que cantan los armenios en el Santo Sepulcro de Jerusalem, la malagueña de Enrique El Mellizo adaptada al canto gregoriano Media vita, el villancico del Gloria, la caña flamenca y la shema Israel, unos fandangos seguidos por un Aleluya mozárabe, un fragmento del Evangelio por bulerías, el romance Monja contra su voluntad, una seguiriyas,  una moaxaja y una guajira.

Se trata, en resumen, de evocar las distintas formas de cantar a Dios a través del tiempo en el ámbito mediterráneo, aunque el bailaor subraya que “todo el mundo puede sentirlo a Él a través del cante y del espíritu, aunque sean ateos. En este espectáculo hay mucho respeto y verdad. Te invitan a creer, al menos durante un rato, en algo que ha existido siempre”.

Pasión por la pintura

En la forma de hablar de Maya se adivinan dos mayúsculas: una es la reservada a este Dios al que profesa una devoción sin reservas, la otra es para el Arte: “Soy un apasionado de esta materia, de hecho acabo de estrenar un espectáculo dedicado a Rothko, el maestro del expresionismo abstracto”, comenta. “La pintura me conecta con algo diferente, y me ayuda a estar en un proceso de continua búsqueda”.

De hecho, el bailaor se reconoce como coleccionista, “sobre todo de pintura del siglo XVI, y en ese tiempo todos los cuadros son religiosos, los grandes pintores pintaban para el clero. Me gustan Murillo, Zurbarán, Zurbarán, Valdés Leal y cómo no Velázquez, pero también autores contemporáneos como Baldomero Ressendi”, enumera. Cuando se le comenta que justo ahora hay un Murillo en venta – el San Pedro Penitente de los Vulnerables de Abengoa, valorado en 586.000 euros– sonríe: “Eso son palabras mayores”.

Madrileño de 1983, hijo de padre granadino y con abuelos de Linares (Jaén) y Antequera (Málaga), José Maya es consciente de que el momento actual del baile flamenco es de una altísima exigencia, y cada vez es más difícil destacarse. “Yo trato de tener mi personalidad, mostrar mi universo, que está muy relacionado con la pintura, así como con el cante, que para mí es la fuente primordial. El flamenco nace del grito que todos tenemos dentro”.

Famosos y aficionados

“Este arte”, prosigue el bailaor, “es una forma de ser y sentir en la vida, pero no está reñido con enriquecerse con otras fuentes, desde la literatura a la música clásica. En el fondo, todo es lo mismo. Es algo universal y te permite incorporar muchos elementos de otras culturas musicales. Siempre se fusiona, es un arte de la transmutación, por eso conecta con todos los pueblos. Pero siempre guarda esa raíz antigua, como el rizoma que no se ve, pero está ahí”.

Eso sí, para garantizarse que no perderá de vista la semilla, José Maya regresa siempre a los padres y madres del cante. “Vuelvo sobre Tomás Pavón, la Niña de los Peines, el Carbonerillo, los cantaores de los años 20… Eso me da mi norte, los tengo siempre muy cercanos. Me conecta con estos pueblos que han cantado desde lo más profundo”.

Por otro lado, Maya está acostumbrado a que le pregunten por sus experiencias con celebridades de la canción. De Marc Anthony, al que ha teloneado, dice que “es alguien increíblemente frágil y sensible antes de subir al escenario, pero cuando sube a las tablas parece un gigante”. De Beyoncé, con la que compartió espectáculo, asegura que “es una enamorada del baile y hasta venía al camerino a vernos hacer nuestra pataítas”. Otros grandes de la música como Keith Richards o Björk son, afirma, “unos grandes seguidores del flamenco, he estado en fiestas con ellos y les gusta a rabiar, conocen a Camarón y a Paco de Lucía y no pierden ocasión de disfrutar de nuestro arte”.     

Al margen de estas compañías más o menos ilustres, él insiste en que su mejor aliado es el mismo al que dedica este nuevo montaje. “Yo hablo con Dios siempre, todos los días, como quien lo hace con un amigo. De hecho, es mi mejor amigo”.   

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