Cuando quedan solo unos meses para la celebración del 75 aniversario del nacimiento de Paco de Lucía, el periodista Juan José Téllez lanza una nueva edición –la tercera ya, además de una traducción al finés– de El hijo de la portuguesa (Planeta), para muchos la biografía definitiva del genio de la guitarra.
“A muchos artistas se les cuelga el sambenito de inmortales”, comenta Téllez, algecireño también. “Paco lo es porque su música es inmortal. No forma parte del mainstream ocasional, sino del fondo de catálogo de la banda sonora original de este mundo. Su música vivirá como los clásicos que tantos peros le pusieron, como los standards de jazz o los grandes temas del rock. Forma parte de nuestra memoria, de nuestras emociones”.
“Piezas como Entre dos aguas, La cueva del gato o Luzia, o la colombiana Monasterio de sal, difícilmente van a borrarse de la mejor plataforma de streaming que conocemos, nuestros propios recuerdos asociados a una melodía determinada”, prosigue el periodista. “Como ocurre en todas las facetas de la vida, habrá periodos en que se le reconozca más o menos, pero eso también pasa con Mozart o Dizzy Gillespie. A Góngora tardaron 500 años en reivindicarlo, pero con Paco no ha hecho falta esperar tanto, porque está de cuerpo presente”.
Obra en marcha
Por otro lado, cabe recordar que El hijo de la portuguesa es parte de lo que podría ser calificado como obra en marcha, iniciada en 1994 con Retrato de familia con guitarra y continuada en Paco de Lucía en vivo. “El primero fue una aproximación biográfica a la figura de Paco. En principio iba a ser un texto más breve, más bien literario, pero fui avanzando y, dada mi incontinencia, fueron apareciendo datos, testimonios, un mosaico compuesto a través del propio Paco y quienes lo conocieron”, explica Téllez, quien tuvo el honor de que el propio guitarrista lo acompañara en la presentación del libro, el 16 de diciembre de 1994, y todavía conserva la dedicatoria en la que le agradecía el rigor con que había abordado la empresa.
Diez años después, una editorial italiana le pidió reeditarlo, pero el autor se lo pensó dos veces. “Pensé que habían ocurrido muchas cosas en ese tiempo, y que merecía la pena ampliarlo. De 300 páginas pasé a casi el doble, subsanando algunos errores y erratas y ampliando aspectos que no había tratado desde entonces. Aquel libro no tuvo demasiado recorrido, pero pensé que escribiría un último libro cuando Paco estuviese a punto de retirarse de los escenarios, y yo del periodismo y la literatura. Pero la muerte lo retiró antes”.
Paco lo es porque su música es inmortal. No forma parte del mainstream ocasional, sino del fondo de catálogo de la banda sonora original de este mundo
El guitarrista falleció de un infarto el 25 de febrero de 2014 en Playa del Carmen, México. Juan José Téllez decidió escribir El hijo de la portuguesa como “un homenaje último y una forma de cerrar el círculo” de las anteriores obras. Con este título considera haber cumplido: “Me he retirado del mundo Paco de Lucía. Seguiré escuchando su música, seguiré siendo amigo y cómplice de la gente que le quiere, y apoyaré lo que haya que apoyar para conservar su memoria, aunque Paco se vale por sí mismo para seguir siendo una música viva y un músico vivo. Si vuelvo a escribir sobre él, será solo porque me ponga con mis memorias”, agrega.
Poca bibliografía
Cuando se le pregunta por qué se han escrito tan pocas biografías sobre el genio de Algeciras, cuando en una cultura como la anglosajona una figura de ese tamaño tendría al menos siete u ocho, Téllez responde: “Está el de Donn E. Pohren, enfocado más desde la perspectiva del padre de Paco. Luego hay un libro interesante [Paco de Lucía, a new tradition for the flamenco guitar] que publicó Paco Sevilla, y la única tesis universitaria publicada hasta ahora, de la algecireña Diana Pérez Custodio, en torno a la rumba de Paco. Pero fíjate en Camarón, que es casi un icono pop, y cuya muerte ha tenido aún más repercusión que la de Paco –mientras que Paco tuvo acaso más repercusión en vida–, y en 30 años solo han salido seis biografías, una novela y dos cómics”.
En su caso, afirma que “el respeto que siento por Paco me impidió ser un agiógrafo, sino contar una historia. Algunos me han reprochado no explayarme en aspectos como sus aventuras sexuales. ¿Es necesario? ¿Existen esas aventuras? Pues si te las sabes, escríbelas tú”.
El último whatsapp
Respecto al modo en que le condicionó el trato personal con el gigante de las seis cuerdas, Téllez asevera que “no es lo mismo escribir sobre alguien que no has conocido, como María Zambrano o el torero Miguelín, que con personas que has tenido, no una relación de amistad (Paco era muy cuidadoso con esa palabra, la reservaba para sus amigos de siempre), pero sí especial: yo no era solo un periodista, sino también un paisano de Algeciras, hablábamos de cosas que no tenían nada que ver con la música: de cine, de literatura, de cotilleos de pueblo”.
“A título personal”, añade el periodista, “ahora siento no poder marcar su número y echarnos una parrafada, o que me cuente que estaba encerrado en el baño leyendo el periódico, porque era el único lugar donde su hijo pequeño lo dejaba tranquilo. Es sin duda uno de los personajes que más me ha influido, no solo en el terreno musical, sino en la vida”.
Téllez recuerda la última conversación con Francisco Sánchez. “Fue por whatsapp. Él estaba en La Habana, acababa de morir nuestro común amigo Félix Grande y le escribí para contárselo. Me dijo que ya lo sabía, y cuando fui al entierro en Tomelloso, Paco había mandado una corona de flores. Una semana después volví a hablar con él, estaba en Cuba y me decía que estaba conociendo una música muy interesante, y sobre todo estaba encantado porque sus hijos no tenían consola y tenían que jugar en la calle como dios manda. También me dijo que, tras 50 años de fumador empedernido, había logrado dejar el tabaco”.