La exposición 'La ciencia según Forges' muestra el lado más sensible y crítico del autor con respecto a la necesidad de invertir y potenciar la ciencia hasta el 15 de junio
Dicen que los milagros no existen, pero la imaginación, la ilusión y el esfuerzo por divulgar ha hecho lo imposible trayendo, a los tres años de su fallecimiento, el recuerdo de Antonio Fraguas de Pablo, Forges, a la Casa de la Ciencia de Sevilla. La muestra 'La ciencia según Forges', abierta hasta el próximo 15 de junio, hace un recorrido a través de 66 viñetas por un mundo poblado de ironía y crítica, humor y acidez que toma a la ciencia y a su comunidad como protagonistas de los avatares que ha experimentado el sector en estos últimos años entre recortes, virus y algún que otro sobresalto.
El dibujante de El País expresó entre 1995 y 2018 las vicisitudes a las que se enfrenta el sector cuando hoy día se demuestra que la inversión es fundamental para el desarrollo óptimo de una sociedad del siglo XXI. Fernando del Blanco, comisario de la exposición y responsable de la Biblioteca del Centro de Investigación y Desarrollo de Barcelona, cuenta al otro lado del teléfono que todo empezó a raíz de la desaparición del autor. Como fan declarado, había estado pendiente de las piezas que se publicaban en el diario y su casa, llena de sus libros, era el inicio de una aventura que empezó a cobrar una identidad.
“Quise hacerle un pequeño homenaje en mi blog, pero a medida que iba encontrando más viñetas, abundantes y con mayor nivel de lectura, salió este proyecto en el que se ha comprometido tanto la familia con la aprobación de su difusión como el CSIC desde el 2019”, afirma el artífice, “no sé si es bueno para nosotros como sociedad, pero sus viñetas envejecen muy bien, sobre todo aquellas críticas que siguen teniendo una lectura muy actual”. La selección, ardua y divertida, está organizada en ocho apartados que siguen un discurso lineal en el tiempo. El inicio, puesto en bocadillos donde Dios hace cábalas, va hasta los descubrimientos científicos que han revolucionado la disciplina incluyendo a Darwin, a Galileo Galilei, el bosón de Higgs y los avances de la genética hasta una alegoría del “Duelo a garrotazos” de Goya, pero con cubos de agua en referencia a un acuciante cambio climático.
Esta sensibilidad mostrada por el madrileño da una perspectiva del estado de la ciencia en las últimas décadas. “Forges sigue siendo un cronista fundamental para entender este país en los últimos 50 años, gracias a esa capacidad para mirar a su alrededor y contar lo que ocurría con una perspectiva muy acertada, lúcida y divertida, combinada también con ese poso dramático que contienen sus ironías sobre el mundo en el que vivimos”, reflexiona Blanco. La crisis del 2008, punto de inflexión en la economía global, supuso la reiterada denuncia por parte del autor de la escasa financiación con la que se estaba dotando al campo de las i+D+I. ¿Qué habría dibujado ahora tras un año de pandemia?
“De ahí hubiesen salido un sinfín de viñetas”, se muestra convencido Blanco, “siendo la ciencia una de las grandes damnificadas de nuestro tiempo, Forges le dedicó desde su tribuna una especial atención, criticando a la política que maltrataba a la comunidad científica”. Sin ir más lejos, la inversión en ciencia ha sido la mayor por primera vez en España desde el año 2000 con 1.200 millones de euros gracias a los fondos inyectados por la Unión Europea a causa de la Covid-19, aunque el gasto en I+D sigue estando lejos del 2,12% que marca la media europea con un 1,25% del PIB.
La divulgación científica y el humor
Madrid, Barcelona, Valladolid, Pamplona, ahora Sevilla, y próximamente Valencia, Asturias y Zaragoza. Ese es el periplo que ha trazado el CSIC en colaboración con la Fundación Dr. Antoni Esteve y el Instituto Quevedo de las Artes del Humor; un acercamiento de los personajes ilustres para atraer a la población a un terreno que, en ocasiones, se antoja árido o da repelús por la complejidad de su sistema.
Por ello, el humor es un arma de divulgación imprescindible. Así lo considera Alicia Pelegrina, doctora en Ciencias Ambientales y responsable de la Oficina Técnica Severo Ochoa-Instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC. La científica española obtuvo el segundo premio del concurso de monólogos científicos FameLab España 2020, cuya misión consistió en explicar con desparpajo y de una manera atractiva, que arrancara alguna carcajada pero dejara una migaja de conocimiento, la importancia de preservar los cielos andaluces y visibilizar el problema que produce la contaminación lumínica. “Forges es un referente y ha sido un acompañamiento para todos los que tenemos ciertas inquietudes sociales y creemos que el humor es una vía para transmitir estos mensajes”, comenta.
El salto al escenario fue impulsado por la Unidad de Comunicación y Cultura Científica de la institución en la que trabaja con la intención de ofrecer una pista de los trabajos que lidera la Oficina de Calidad del Cielo. “De unos años a ahora, la evolución que se ha producido en la incorporación de las acciones de divulgación en las actividades científicas es bastante importante, aunque quede mucho por hacer, pero tiene que llegar el día en el que la divulgación sea un paso más en cualquier iniciativa o línea de investigación que se desarrolle”, insiste Pelegrina.
Acercar a la ciudadanía los logros y beneficios que origina el campus científico forma parte del ciclo de generación de conocimientos. Un mensaje que estaba implícito en las creaciones de Forges, tal y como reza en una de sus viñetas: “1 de cada 4 euros dedicados a I+D se destinará a gasto militar; supone más que la investigación científica, sanitaria, agraria, oceanográfica y pesquera juntas”; dos líneas y media informativas que dan contexto a la frase de uno de sus personajes: “Yo cuando sea mayor quiero ser vivo”.
“Es importante que la sociedad sea consciente de la repercusión de la ciencia porque es la única forma de que se demande una mayor inversión”, concluye la gestora e investigadora, “por lo que la divulgación es una herramienta perfecta para que nuestros políticos tomen las medidas necesarias, ya que, si no hay presión social, no pasa nada”. Los recursos son múltiples en la era de la digitalización, así que a lo largo de la muestra se han incluido una serie de códigos QR para ampliar el contenido en la página del CSIC a los que se pueden acceder mediante el móvil. Además, Alicia Pelegrina pone como referente a su compañero Manuel González, científico y creador de la “astrocopla”, una vía humorística con la que canta en unos versos el universo.
La divulgación científica, el humor y la crítica poseen mil expresiones en la actualidad que se transforman en canales de YouTube, mensajes por redes sociales y monólogos, pero vale la pena no perder la rigurosidad ni la necesidad de volver a Forges.
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