En el planisferio de las ciudades literarias y cinematográficas por excelencia, Tánger ocupa un espacio destacado. Y al otro lado del Estrecho de Gibraltar, se mira en Tarifa como un espejo para hablar de un espacio que comparte una historia, un sentir y muchas leyendas comunes. Los escritores de ambas orillas lo saben bien, y han acabado asumiendo con gusto y naturalidad una etiqueta que los homologa geográfica y emocionalmente: estrecheños. En la segunda jornada del Festival de Cine Africano de Tarifa (FCAT), tres de ellos -el marroquí Zoubeir Ben Bouchta, el algecireño Juan José Téllez y el gibraltareño Trino Cruz- brindaron sus textos en un paseo tangerino que se replicará hoy al otro lado del mar, en la sede gaditana del festival.
“Para mí el Estrecho de Gibraltar no es un estrecho, es un lago de vecindad en el que confluyen dos ríos, el norte y el sur”, afirmó Ben Bouchta, dramaturgo tangerino de larga trayectoria y actual director del espacio cultural Riad Sultan, y que leyó para los participantes del paseo un fragmento en árabe de su obra Pies blancos
“El Estrecho es un espíritu mediterráneo, un espíritu de vecindad. Es el agua, es el viento y somos las personas que lo habitamos”, prosigue el autor marroquí. “Y también la danza de los barcos que cruzan cada día en ambas direcciones, y que funciona como símbolo de fraternidad. Siempre que los contemplo me parecen una coreografía extraordinaria”.
Punto de partida
Una idea con la que coincide Trino Cruz, para quien “el Estrecho es un punto de partida. Conectamos para ampliar nuestro mundo, no para encerrarnos en él. Y lo interesante de nuestro espacio común, que estamos construyendo continuamente, es la diversidad. Y en el fondo, lo que subyace es una confianza, una voluntad de entendimiento y, en muchos casos, una gran amistad. Eso nos une a los tres”
“La raíz es empezar por la persona, por las relaciones personales. De vez en cuando viene bien el apoyo de las instituciones, pero trabajamos sobre todo a partir de la afinidad personal. Y hay que compartir la experiencia propia con los jóvenes para que vean que esto tiene sentido, que no hablamos de los estrecheños como un capricho. Tiene un potencial inagotable, el resto depende de la creatividad y de la voluntad de los que lo habitamos”.
Cruz leyó algunos textos poéticos de su cosecha, entre ellos tres poemas de su libro Rihla, una de sus obras más celebradas, mientras que Juan José Téllez hizo lo propio con sus versos y también recordó algunas de sus entrevistas con personajes tangerinos como el escritor Mohamed Chukri o Farida Benyazid, tal vez la primera cineasta marroquí. “Tánger no se entiende sin sus calles, de hecho es una de las ciudades más paseables del mundo. Pero tampoco se entiende sin sus personajes, y sobre todo sin sus fantasmas. Es una ciudad cargada de leyendas, de mitos forjados, en algunos casos, en las últimas décadas”.
Ni distintos ni ajenos
El recorrido de Cruz, Ben Bouchta y Téllez pasó junto a lugares emblemáticos como el palacio de la millonaria estadounidense Barbara Hutton, que se estableció en Tánger en 1975; el café Baba, que apagó la sed y acogió las confidencias de figuras como Jean Genet, Juan Goytisolo y hasta Mick Jagger, y contó con la presencia de un sobrino de Antonio Fuentes, aquel pintor obsesionado con la ciudad recordado, además de por su ingente obra, por haberle dicho a Picasso: “A mí no me interesa hacerme rico, yo lo que quiero es pintar bien”. También cruzó ante lo que queda del Bentria, la primera sala de cine del continente africano, hoy en ruinas; y concluyó en el Hotel Continental, que entre muchas celebridades acogió a Pío Baroja y a Benito Pérez Galdós.
Ofició como maestro de ceremonias el periodista Javier Rioyo, actual director del Instituto Cervantes de Tánger, quien reiteró el compromiso de esta institución con el FCAT, “un festival que es historia del Estrecho, y que lleva 20 años enseñándonos un cine muy difícil de ver en salas convencionales”. A continuación, leyó un fragmento de los cuadernos de viaje de Alí Bey, en el que hablaba de una travesía de cuatro horas desde Tarifa hasta Tánger, donde iba a sentirse “trasplantado a otro planeta”, y donde sintió que un español y un marroquí podían ser “tan distintos como un español y un chino”.
“Eso ha cambiado radicalmente, ya no somos tan distintos ni tan ajenos”, apostilló Rioyo, mientras que Téllez quiso resaltar la necesidad de los españoles de “ser conscientes de que una parte de nuestra cultura está en Tánger, como de los tangerinos de asumir esa cultura española como parte de su ciudad”.
Proyecciones y aula de cine
En la misma jornada, la Antigua Cárcel Real de Tarifa acogía el comienzo del ciclo Cine en Familia, un lugar de encuentro y de conocimiento del continente vecino cuya programación incluye proyecciones de una selección de cortometrajes infantiles, en su gran mayoría de animación. Asimismo, por la tarde se proyectaba en el Teatro Alameda la película a competición Coconut Head Generation (Generación Cabeza de Coco), un documental nigeriano que toma el pulso del efervescente momento político que viven algunas naciones africanas, retratando a un cineclub de la universidad de Lagos convertido en ágora política. El acto estuvo presentado por la programadora Marion Berger acompañada por el director del filme, Alain Kassanda.
Por su parte, Javier H. Estrada impartió la primera sesión de su ya tradicional Aula de Cine bajo el rubro Descifrando lo real. El inconformismo de los cines africanos, que continuará el próximo 2 de mayo. Estrada se centrará en enfoques heterodoxos sobre realidades complejas, haciendo paralelismos entre el cine del pasado y el de nuestro tiempo.
Y todo ello, solo en el primer fin de semana de un certamen, el FCAT, que muestra un notable vigor en la celebración de sus dos décadas de vida, y que todavía seguirá ofreciendo proyecciones y actividades hasta el próximo 7 de mayo.