García-Pelayo, el director que quiere estrenar siete películas en un año: “Me siento fuera del cine español”
El cineasta se alía con el productor Gervasio Iglesias en el ambicioso proyecto de estrenar siete filmes en un año, cuyas dos primeras entregas han sido presentadas en el Festival de Cine de Sevilla (SEFF)
En tiempos pospandémicos como los que corren, con la industria cinematográfica –entre otras industrias– patas arriba, solo un alma libre como la de Gonzalo García-Pelayo podía concebir el proyecto de estrenar siete películas en un año. Pero eso es precisamente lo que se ha propuesto, en connivencia con el productor Gervasio Iglesias, conocido entre otros empeños por su trabajo con los filmes de Alberto Rodríguez. Y aunque todavía queda mucho por rodar y montar, el Festival de Cine Europeo de Sevilla (Seff) ha querido acoger el estreno de los dos primeros títulos: Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecerlo todo, ambientada en Sevilla, y Ainur, rodada en Kazajistán.
El propio García-Pelayo (Madrid, 1947) explica la génesis del proyecto: “Acabada la pandemia, terminé una relación con mi última mujer, y me di cuenta de que había acumulado muchos deseos de hacer películas. Sobre todo, tenía en mente muchas localizaciones. Lo hablé con Gervasio, con quien tengo buena relación, y me di cuenta en seguida de que era el productor soñado. Él se entusiasmó con la idea y nos pusimos manos a la obra”.
Lo primero que subraya el cineasta es que el presupuesto global de las siete películas equivale al de una película normal. “No llegan al millón de euros, que es lo que cuesta hacer hoy una película. La que nos hicieron de los Pelayos costó cuatro”, recuerda.
Paisajes y estaciones
Gervasio Iglesias comenta que fue el hermano de Gonzalo, Javier, el primero que le habló del Año de las 7 películas. “Yo me estaba aburriendo un poco con lo que se está haciendo en la industria del cine con el auge de las plataformas, y a mí siempre me ha gustado lo experimental. Trabajar con Gonzalo era abrir una puerta a narrativas nuevas, y con una estrategia de producción pensamos que las características de su cine podían verse amplificadas”.
El planteamiento del séptuple proyecto era rodar teniendo muy presentes los distintos paisajes elegidos por el director y en la mejor época del año para ello. Así, para Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecerlo todo, que gira en torno a la sevillana Plaza del Pelícano, se eligió la primavera; para Ainur, el verano, “porque allí en invierno hace menos 20 grados”. Otros escenarios de España y Portugal pedían el otoño, mientras que Argentina e Iguazú, “el paisaje más hermoso de la tierra”, deberá esperar a la primavera para tener su película. El último proyecto de la serie, inspirado en la Semana Santa de Sevilla a partir del libro de Silvia Grijalba El otro lado de la realidad, tendrá su turno en abril.
También está la libertad creativa, que es un sello para él. “El cine de Gonzalo no es nunca una novela dickensiana en tres actos”, dice Iglesias. “No hay conflictos internos a resolver, como es usual, sino que constituyen tratados filosóficos y poéticos. Ni siquiera hay un guion cerrado, de modo que a partir de una línea argumental más o menos esbozada se trabaja la emoción y el instinto. Los guionistas y los actores tienen que estar todos presentes en el set de rodaje. Cuando llamé al equipo, les dije que llevamos 15 años aprendiendo a hacer películas, y ahora nos tocaba desaprender. Tirar por un territorio que nadie está explorando”.
Tras los citados estrenos, el tándem tiene ya listos los dos próximos títulos: Alma quebrada, con producción de César Martínez, y Así se rodó carne quebrada, con Iglesias. “Ambas trabajan con la idea del amor carnal y espiritual”, explica, brindando de paso otro de los denominadores comunes de estas películas: “Hay quien piensa que es un tema pasado de moda, pero es muy difícil que algo que ha sido el eje de la actividad artística durante tantos siglos vaya a desaparecer de un plumazo”, sonríe.
Vuelve el underground
Cabe preguntarse, en fin, qué lugar ocupa García-Pelayo en el revuelto panorama actual del cine español, entre talentos emergentes que empujan fuerte y clásicos consolidados que no renuncian a su silla. “En el cine español me siento como me he sentido siempre, prácticamente fuera. Nunca he ido a los Goya, ni me han invitado. He sido y soy un outsider, ni presto mucha atención al cine español ni el cine español me la presta a mí”.
Por su parte, Iglesias apuesta a que “está surgiendo un nuevo underground, sin duda, y el underground de los jóvenes va a conectar con el de los mayores. Gonzalo estará ahí”, asevera. “Una vez he empezado a trabajar con él, cuando he revisitado su filmografía, la he disfrutado mucho más. Y en todo su trabajo sigue la idea de subversión que ha mostrado en todas sus películas. Sigue con ganas de ir a la contra de lo mayoritario, del estándar, de lo comúnmente aceptado de las cosas”.
Lo cierto es que este es solo el principio de una colaboración entre ambos que se promete larga. “¿Seguiremos produciendo al mismo ritmo? Depende de las ganas de bailar que tengamos”, bromea Iglesias, quien además de desplegar toda esta actividad ha debutado recientemente como novelista con Enteógeno 2312 en la editorial Serie Gong… Que impulsa y dirige Gonzalo García-Pelayo.
“Sí, llevamos adelante la editorial, y también estamos en una nueva compañía de discos, ahora preparando el lanzamiento de un single, un tema que puede hacer historia en la música española. Es de José de los Camarones, que aparece en Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecerlo todo y será el protagonista de Alma quebrada”, apostilla el cineasta. Como suele decirse, todo queda en casa.
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