Hay proyectos que se disparan sobre el presupuesto previsto, y otros que lo hacen en tamaño. El de Gonzalo García Pelayo era, a principios de este 2022, de por sí faraónico: rodar nada menos que siete películas en un año. Acabaron siendo once, incluida una de marcado acento pornográfico. “Sí, empezamos pensando en siete películas, ya era una cifra que nos daba un poco de miedo”, recuerda el veterano director y productor madrileño. “Pero el equipo funciona de tal manera, la productora tiene tanta experiencia –con Gervasio Iglesias y Pilar Campano a la cabeza–, han aportado todos tanto, que pensamos que podíamos hacer el desdoblamiento de dos películas, es decir, pasar de siete a nueve. Y cuando quedaba todavía un mes de rodaje, nos envalentonamos y pensamos que podíamos añadir dos más, que completaban nuestra visión, por un lado, de pensamiento insurrecto, y por otro del sexo y el amor”.
Así, Arde fue rodada en Argentina, Chicas en Kerala y Diario tamil en la India, Ainur en Kazajistán, Así so rodó carne quebrada y Alma quebrada en Portugal, Siete jereles en Jerez (Cádiz) y Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecer todo (DDP), Tu coño, Pensamiento insurrecto y El otro lado de la realidad en Sevilla. Ideas, por lo que se ve, no faltaban. “Eran acumulaciones, porque estuve sin rodar 30 años. Luego sí he hecho varias películas, pero había muchas experiencias que quería plasmar, sobre todo de viajes. Las películas tienen un nexo común, y es llevar a los personajes a sitios donde vibran con el paisaje, y el paisaje parece también vibrar con ellos”.
Esto supuso una dinámica de trabajo muy poco convencional, según recuerda García Pelayo. “Cuando proyectamos Almas quebrada, César, el productor, contaba que ‘Gonzalo, lo que me entregó en lugar de un guion, fue una ruta de sitios donde teníamos que ir a rodar, pero no sabíamos lo que íbamos a hacer en cada lugar. Por eso hemos rodado en tres continentes, en Asia, en España y la frontera con Portugal, y en Argentina”, dice. “Los sitios, pues, los teníamos. Lo que iba a ocurrir en ellos lo decidíamos a veces en el avión cuando íbamos para allá, como en el caso de Kazajistán. Esos sitios sí son la acumulación de muchos viajes, de mucho tiempo. Había estado allí muchos años atrás y siempre había tenido la idea de volver para rodar”.
Clasificación X
Las películas fueron proyectadas nada menos que en el Museo Reina Sofía, en el marco de una retrospectiva dedicada a García Pelayo hasta el pasado mes de noviembre. “Tienen su sala de cine, como arte contemporáneo que es, y ya habíamos estrenado allí Nueve Sevillas. Pedro G. Romero, codirector, tuvo una exposición allí durante bastante tiempo, y la película se estuvo proyectando en una sala durante las ocho horas de apertura del museo. Cuando dimos el anuncio de nuestro nuevo proyecto, la Cineteca del Matadero se ofreció generosamente a pasar las películas. Como ellos estaban conectados con el Reina Sofía a través de Documenta, pudimos repartirlas entre los dos espacios: para las películas con más carga sexual, más comprometidas para Cineteca por su clasificación X, el Reina Sofía se ofreció a que las proyectáramos en su sala, a las que se añadieron dos películas más por el interés del museo en los artistas que aparecían en ellas”.
En cuanto a “la porno”, el director explica que “una de las películas que teníamos prevista tenía una escena de sexo explícito, y ahí nos dieron clasificación X. Luego hicimos una reclamación al Ministerio, que, todo hay que decirlo, tiene muchas ganas de quitar esas clasificaciones, para que eliminaran la X de nuestro filme, y accedieron. Pero entre tanto, pensamos en rodar Tu coño, con la duda de si íbamos a la frontera del porno o no. Finalmente decidimos que, ya que teníamos la X, haríamos algo con abundantes escenas de sexo explícito, pero creo que tampoco debería ser marcada con la X, porque se aleja mucho de lo que es una película porno al uso”.
“Espero, con todo, que la clasificación ya no exista cuando la presentemos, probablemente le quedan días o semanas para desaparecer”, agrega. “Hay una cuestión que el Ministerio entiende, y es que la X era un castigo para películas que solo podían proyectarse en determinadas salas. ¿Qué ocurre? Que ahora no hay salas X, con lo que esa clasificación te condena a la censura completa, algo ilógico en un país que está intentando la apertura en todo. Que una chica de 15 años pueda acceder a todo tipo de contenidos en internet, pero no pueda ver una película como Tu coño es un absurdo. Esperamos no ser los últimos en caer en esta guerra”.
Diálogo entre filmes
¿Es muy distinto rodar un filme convencional o uno considerado “para adultos”? “Tienes que tener la entrega de los actores”, responde García Pelayo. “No es fácil encontrar actores, los tuvimos que buscar lógicamente en el mundo del porno. Cuando los tuvimos disponibles, y además han hecho un gran trabajo tanto Macarena Lewis somo Saúl, lo demás no era demasiado complicado. El porno es ligero, son menos días de rodaje y se hace todo en interiores. Eso sí, sin renunciar al porno, quiero subrayar que esta película tiene otras cosas, otro deseo de trascendencia, otro deseo poético, musical, que se suma al clarísimo posicionamiento porno. Creo que es una porno única, y en eso intentamos explorar un marchamo de originalidad que otros no han intentado”.
La más difícil de rodar de las once, no obstante, ha sido El otro lado de la realidad, adaptación del libro homónimo de Luisa Grijalba. En cuanto al modo en que estas películas dialogan con la producción anterior de García Pelayo, el madrileño explica que “Dejen de prohibir que no alcanzo a desobedecerlo todo parece que lo hace con Vivir en Sevilla, puesto que es un análisis del underground sevillano 40 años después. Creo que tengo un cierto estilo que hace perfectamente transmisible una manera de ver el cine en una primera época, en una época intermedia y en esta época actual. Pero yo prefiero hablar casi más de las diferencias que de las similitudes. Lo que me parece interesante es hacer once películas de verdad, con actores diferentes, con historias independientes”.
¿Y ahora? “Me doy hasta final de año para ver si me puedo levantar del taburete del cuadrilátero de boxeo”, confiesa. “Estoy un poco groggy todavía del esfuerzo intelectual y sentimental. No tengo proyecto firme para 2023, quiero elaborarlo a partir de que vea el resultado. Hemos hecho algo que a mí me importa mucho, la cantidad. Ahora se trata de que algunas de estas películas, quizá no todas, sean aceptadas por su calidad. Iremos a festivales, hemos pasado por Sevilla, iremos a Lisboa, Buenos Aires, Valladolid, habrá una retrospectiva en la Filmoteca de Córdoba… A mis amigos les pido que al menos vean tres, y encantado de que lleguen a verlas todas, y que me den ese feedback que necesito. Y quiero digerir un poco todo esto a partir de la respuesta que reciba”.