José Luis Cienfuegos, director del SEFF: “El cine comercial está remontando y el de autor no, tenemos que defenderlo”
El responsable del Festival de Cine Europeo de Sevilla afronta una nueva edición de normalidad recuperada y apuesta por evitar la endogamia, abrir horizontes y “quitarse las orejeras”
Un año más, el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF) calienta motores para inaugurar una nueva edición. Y a su director, José Luis Cienfuegos (Avilés, 1964), le cuesta disimular la excitación ante un programa que traerá del 4 al 12 de noviembre a figuras como Sergei Loznitsa, Mark Cousins, Lukas Dhont, Lav Díaz o Pietro Marcello, entre más de un centenar de nombres. En una coyuntura delicada, tanto en lo que se refiere a la situación de Europa como en lo que respecta a la propia industria, la capital hispalense se revela como un punto de encuentro acaso más necesario que nunca.
Esta será la edición de la vuelta total a la normalidad tras la pandemia. ¿Ha transformado la Covid-19 el festival en algún sentido?
Ha cambiado los públicos, las costumbres. El año pasado ya percibimos un efecto sorprendente, un reflejo de la tendencia que se ha confirmado después: el público senior, que venía sosteniendo el cine de autor en salas, empezó a descender de forma muy acentuada, después de varios años subiendo. Pero se dio un equilibrio en taquilla casi perfecto con público joven, y fue una gran y gratísima sorpresa. No solo espectadores de Sevilla y Andalucía, sino de toda España, y mucho cineasta en ciernes, jóvenes de escuelas de cine que vienen porque hay una programación que les estimula y muchos directores aquí. Tenemos contabilizados cerca de 130 diálogos con cineastas, y ese tenerlos a mano, esa retroalimentación, es una de nuestras señas de identidad.
Hay una recuperación de la memoria y de la Historia europea que se refleja en las películas de Cousins o de Loznitsa, y que es sensible a cuestiones actuales como la de Ucrania o el ascenso del fascismo en Italia, poniéndonos a dialogar con las imágenes
Y en la industria europea, ¿qué ha cambiado en estos últimos años?
Absolutamente todos estamos en alerta, todos estamos planteando nuevas estrategias para defender el cine de calidad, nuevas fórmulas y nuevas alianzas. Hablo de los creadores, pero también los productores, los distribuidores, los festivales y las instituciones que apoyan y promueven. Vemos que el cine comercial está remontando, no así el cine de autor. En eso estamos. Los festivales estamos siendo un eslabón importante de esa cadena para poner hacer visibles las películas, conectar a los cineastas con los espectadores.
El Brexit, ¿se ha dejado notar ya en el cine?
Ha habido ya momentos un poco traumáticos, como los problemas de algunos festivales como el de Edimburgo, que estaban ciertamente consolidados y habían ampliado su radio de acción y ahora está en un momento de crisis. Hablamos de festivales que son más que una muestra, que tenían programación todo el año. Y no sé si les ha afectado a los británicos en la presentación y difusión de las películas, no soy consciente de ello.
La otra cuestión de candente actualidad es la guerra de Ucrania. ¿Cómo está respondiendo el cine a la situación?
Hay una recuperación de la memoria y de la Historia europea que se refleja en las películas de Mark Cousins o de Sergei Loznitsa, directores muy vinculados a Sevilla. Y que es sensible a cuestiones actuales como la de Ucrania o el ascenso del fascismo en Italia, poniéndonos a dialogar con las imágenes.
Precisamente iba a preguntarle por Italia, que este año parece tener una presencia destacada en la programación del Seff. ¿A qué lo atribuye?
Hombre, tenemos la felicidad de tener de nuevo a Pietro Marcello, que ganó el Giraldillo de Oro con Martin Eden y este año regresa con una coproducción con Francia, Scarlet, un filme con un tono poético muy particular, que dialoga también muy bien con la Europa que estamos viviendo. La guerra mundial que muestra actúa como espejo de lo que tenemos hoy a nuestro alrededor. Y luego hay una película a la que tenemos un especial cariño, que participa en Nuevas Olas, de Alessandro Comodin. Se titula Gigi La legge, fue multipremiada en el festival de Cannes y es una comedia con un sentido del humor que nos muestra una Italia distinta a la que estamos acostumbrados, la de los folletos de vacaciones. Es una Italia profunda que también reconoces, porque el pueblo de Gigi, cerca de Venecia, es igual que los pueblos olvidados de la España vacía.
También tendremos a un Paolo Taviani que sigue al pie del cañón, ¿no?
La película la ves casi con el corazón roto, la percibes como una despedida, como un ‘ha sido todo muy bonito’, y da gracias a su hermano Vittorio. Creo que no es casualidad la emocionante música que ha compuesto Nicola Piovani para la película, con unos momentos mágicos que nos han desarmado, y que habla también de la historia de Europa. Nos ha dejado huella.
Frente a los veteranísimos como Taviani, ¿cómo está el relevo generacional?
Es muy interesante ver de dónde vienen esas nuevas miradas. Te pongo dos ejemplos: Kurdwin Ayub y Alice Diop. Es curioso porque las dos vienen del documental, ambas con muy sólidas carreras, y con su primera ficción una ha sido premiada en Berlín y la otra en Venecia. Te permiten conocer muy bien cómo es la Europa de hoy.
Desde hace ya varios años, el Seff muestra coproducciones que también enseñan la realidad del Mediterráneo Sur. ¿Se está europeizando el cine mediterráneo, o se está mediterranizando el cine europeo?
Lo que está claro es que en el Festival hemos intentado reflejar una cierta ruptura de fronteras, y el propio Seff necesitaba abrirse y tomar aire. Pero claro, hay películas que hablan de colonialismo, de una chica casada con un miembro del Isis… Si no abriéramos la mirada, podríamos caer en la endogamia, hay que quitarse las orejeras y mirar para los lados, abrirse a otras geografías.
Desde hace ya varios años venimos comprobando también que el cine andaluz ha despegado definitivamente, y el Seff ha tenido seguramente su parte de culpa. ¿Cómo es la cosecha actual?
Ahora mismo hay varias voces coherentes con la línea del festival. Un Alejandro Salgado, por ejemplo, presenta un trabajo que en un principio iba a ser alimenticio, un trabajo de encargo, pero un director con una mirada propia como él ha podido imprimir su sello en una película de no ficción, y puedo decir que no hay demasiadas películas en el cine español que cuenten lo que él cuenta.
Cada año tiene usted un título que es su debilidad. ¿Cuál sería este año?
Este año, más que película concreta, reconozco que será muy especial para mí como director recibir a Michel Ocelot, a quien llevo admirando desde siempre. Y con él coincidirá un grande de la Historia del Cine como Aleksandr Sokúrov. Habrá momentos muy especiales. Y que no se me olvide, por favor, ese Carlos Saura que abrirá el ciclo de diálogos de Las voces esenciales.
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