Una exposición retrata el relevo generacional de la Memoria Histórica
Dicen que los trataron como a perros. Que una vez asesinados, a balazos, los tiraban a fosas comunes. Que los fascistas llenaron así de muerte las cunetas, de luto y oscuridad los pueblos. Como si las víctimas del franquismo nunca hubieran sido nada. Como si nadie los fuera a recordar jamás. Como si la tierra no estuviera hecha acaso para albergar simiente.
Una exposición, titulada 'El ADN de la Memoria. Fosas del franquismo: semillas de memoria', demuestra que sí había lugar donde regar aquellas vidas rotas. Familias enteras llenas de raíces. Y frutos, como enseñan los 34 retratos que completan la muestra con fotografías de personas desaparecidas tras el estallido golpista de julio de 1936, y que están enterradas en fosas, junto a descendientes que forman parte del movimiento de Memoria Histórica.
“Con estas fotografías generacionales queremos transmitir un mensaje: los familiares hemos recogido el testigo de los nuestros, para que sus historias no caigan en el olvido”, dicen en la Asociación por los Derechos Humanos de las Víctimas del Franquismo Nuestra Memoria, organizadora del proyecto. El objetivo, amplían, es “visibilizar la lucha contra el olvido y el constante trabajo que desde las asociaciones memorialistas realizamos en pos de la verdad, la justicia y la reparación que aún hoy se les debe a las víctimas del franquismo”.
La memoria latente de las víctimas
Más de 30 profesionales de la fotografía y el mundo audiovisual aportan su trabajo de manera altruista para una iniciativa que subraya el 80 aniversario de la rebelión militar y oligárquica que provocó la guerra civil española. Un vídeo con testimonios de participantes completa una exposición itinerante inaugurada el 25 de abril en el sevillano Centro Cívico José Luis Pereira (Monasterio de San Jerónimo).
Las instantáneas recogen historias como las de Juan Landero, jornalero asesinado en el otoño del 36 en Coria del Río. Los fascistas lo matan delante de su mujer, Juana Zamora, y sus cinco hijos. Uno de ellos, Miguel Landero, transmite su legado. En la foto de Juan Carlos Cazalla aparece junto a su hija María del Carmen y su nieta Nuria, nieta y biznieta a su vez de Juan Landero.
A las víctimas del franquismo las ejecutaron sin juicio ni sentencia y el relevo generacional encarnado en hijos, nietos, biznietos… busca luz para crímenes contra la humanidad aún impunes. La memoria latente de 150.000 desaparecidos forzados sitúa a España como segundo país del mundo en el escalafón de la ignominia tras la Camboya de Pol Pot.
Imágenes contra la desmemoria
Las 17 rosas de Guillena. Así se conocen al grupo de mujeres que sufrirían vejación, tortura y la muerte a tiros. Los golpistas las tuvieron encarceladas y luego las llevaron al cercano pueblo de Gerena. Acabaron fusiladas en las tapias del cementerio y enterradas en una fosa. Corría noviembre de 1937. Siempre hubo memoria para sus nombres: Eulogia, Ana, Antonia, Granada, Natividad, Rosario, Manuela… y Ramona Navarro, con herencia genética retratada por Marcelo del Pozo. O Bienvenida Guisado y Antonia Parra y su hermano Elio, en Marchena, que sostienen a sus familiares y a quienes inmortaliza el fotógrafo de eldiario.es Andalucía, Luis Serrano.
Cuentan las crónicas que la orgía criminal de los rebeldes cobró más de 13.000 víctimas en Sevilla, según datos del investigador José María García Márquez. Andalucía occidental cayó rápido en poder de los golpistas y sufrió la locura del terror fundacional del franquismo.
Matanzas y verdaderas razias donde la piedad era una quimera. Una idea de exterminio del rival ideológico que verbalizó así el general fascista Queipo de Llano: “se les perseguirá como a fieras, hasta hacerlos desaparecer a todos”. Era el jefe militar del sur de la península y uno de los cabecillas rebeldes junto a los generales Emilio Mola, director del golpe, y Francisco Franco.
“La fotografía, la imagen, ha tenido una importancia vital en todo lo relacionado con la recuperación de la Memoria Histórica y el movimiento memorialista desde su nacimiento 'oficial' en el año 2000”, dicen desde Nuestra Memoria. “La visualización de los huesos de los nuestros en los procesos exhumatorios de las fosas comunes, junto a los propios rostros de esas víctimas que por primera vez salían del interior de nuestras casas ha roto los silencios de miles de ciudadanos y ciudadanas, más allá del ámbito familiar y local”, apunta la asociación por los derechos humanos de las víctimas del franquismo.