Menese: el cantaor por las libertades al que la Transición arrumbó
Remedios Malvárez (Huelva, 1968) acaba de regresar de Barcelona, donde ha estrenado en el festival In-Edit su último trabajo, Menese. “Ha sido impresionante ver aplaudir a una sala llena con 500 personas”, celebra. “Cantar y contar a este artista en femenino es un giro que no todo el mundo entiende”.
El artista no es otro que José Meneses Scott (La Puebla de Cazalla, 1942-2016), uno de los grandes exponentes del cante jondo de la segunda mitad del siglo XX, personalidad singularísima que conoció las mieles de la gloria y también un amargo ocaso. Ambos extremos son reflejados fielmente en el documental de Malvárez, quien se define como “enamorada del flamenco” que, después de dos décadas dedicada a la fotografía flamenca, empezó una carrera que nunca se ha apartado de estos predios: “Mi primera película, Silencio, tenía como protagonista a una chica sordomuda y hablaba del flamenco como herramienta de superación. La segunda, Alalá, ambientada en Las Tres Mil Viviendas, se refería a este arte como vehículo de educación en valores. Con Menese, pretendo recordar que hubo una canción protesta dentro del flamenco”, explica sobre este trabajo, que ha obtenido el segundo premio Imagenera y se presentará en el próximo Festival de Cine Europeo de Sevilla.
Sus inicios de zapatero y albañil, su debut en el café Central de su villa natal, el encuentro providencial con su mentor, Francisco Moreno Galván, su salto a Madrid y su compromiso político, que le granjeó públicos entusiastas y algún disgusto por parte de la censura, son narrados en el filme. “Mucha gente desconoce que, además de aquel flamenco que se convirtió en la marca España del franquismo, el de los señoritos, hubo otro que se enfrentó al poder. Hasta que llegó la Transición, la canción protesta dejó de tener interés y se borró ese legado”, comenta Malvárez.
Desencantado de la democracia
De hecho, José Menese fue siempre fiel militante comunista, “aunque ya no queda nada, desgraciadamente”, se le oye suspirar en la película. “Una de las frases que cantaba era Firme me mantengo. Firmeza y compromiso le acompañaron hasta el final. Y sí, estuvo muy atormentado con eso, no entendía los cambios que se estaban produciendo a su alrededor. Era un desencantado de la democracia. Había luchado toda su vida por algo que no se estaba materializando. Por el contrario, ya no le llamaban tanto como antes, y sufría también por ello”, agrega la directora.
Fueron los años más amargos de un artista que había gozado del favor del público, que había sido un símbolo de lucha por las libertades y se había codeado con la crema de la intelectualidad. Según Malvárez, “coincidieron muchas cosas. Su mentor, su otra mitad artística, Moreno Galván, ya no estaba. Era su bastón, su guía. Y empezaba a lamentar su ocaso físico, que le aterraba, al tiempo que esa nueva democracia traía aires nuevos para el flamenco, una música más comercial, fresca y libre. Se sentía olvidado”.
La puntilla de ese descenso a los infiernos fue el alcoholismo que empezó a padecer cuando volvió a refugiarse a La Puebla de Cazalla. “Quiso volver a sus raíces, y como mucha gente ante la vejez, cayó en la bebida. Eso sí, cuando se subía al escenario no parecía nunca que hubiera bebido. Se transformaba”.
La mujer del artista
Este es uno de los aspectos delicados de la personalidad de Menese que el documental aborda con tanta claridad como tacto. “No era nuestro interés buscar la polémica fácil, todo lo contrario. Creíamos que se puede hacer un retrato de un personaje y ser honesto, pero desde la naturalidad y el respeto. Lo contamos con la misma delicadeza que nos lo han contado a nosotros”, dice Malvárez.
En este sentido, cobra especial relieve la figura de la viuda del cantaor, Encarnación Gil, quien no rehúye ninguna cuestión, incluida la bigamia de facto que Menese mantuvo en un periodo de su vida, y que propició el nacimiento de dos hijos suyos en el mismo día. “También se trataba de retratar el papel de la mujer del artista, sus sacrificios y su soledad”, prosigue la directora. “Cuando empezamos el rodaje estábamos ilusionados con el personaje, pero acabamos enamorados de su mujer. Es un ejemplo de amor incondicional, de compromiso. A pesar de las dificultades, siempre estuvo a su lado”.
Más controversia parece haber despertado, en este arranque de andadura de Menese, la inclusión en el documental de cantaoras como Rosario La Tremendita o Rocío Márquez, que a priori poco tienen que ver con los rumbos artísticos del homenajeado. “Es una apuesta y una reivindicación”, justifica Malvárez. “Quizá también haya sido una licencia creativa nuestra, pero me interesaba observar a un cantaor bastante masculino y machista en femenino. Y si queríamos poner de actualidad esa obra, qué mejor que intentarlo con mujeres que están haciendo un flamenco comprometido”.
Premio a la Mejor cineasta
Junto a las citas artistas figura también Laura Vital, que sí estuvo cerca de Menese. “De alguna manera, su evolución artística se ha desarrollado a su lado, estuvo diez años de gira con él. Por eso canta una nana, un palo muy de esa especie de paternidad que les unió”. Y como vacuna a las posibles críticas que puedan caerle por parte de los sectores ortodoxos de la afición, añade: “El purista es un nostálgico de una época que no vivió”.
En todo caso, la directora opina que “si Menese hubiera vivido, la película hubiera sido otra, pero estamos convencidos de que le habría gustado. Me reconforta pensar que así habría sido”, dice. De momento, Malvárez está de celebración constante, ya que al premio Imagenera viene a sumarse el RTVA a la Mejor cineasta de Andalucía que acaba de recibir. “Estoy una mijita desbordada, todo esto es muy grande para mí. Lo asumo como un reconocimiento al trabajo en equipo. Y en estos momentos, cuando es tan difícil posicionar una película, es una gran ayuda. Me alegra más aún recibirlo en mi tierra, en Huelva”.