La guerra en Ucrania lleva a la Filmoteca de Andalucía a anular la proyección de una película del director ruso Tarkovski
Las redes sociales, tan combustibles, volvían a vivir este viernes un pequeño incendio a raíz de la decisión de la Filmoteca de Andalucía de sustituir un filme programado del gran cineasta ruso Andrei Tarkovski. Voces clamando contra la censura, recordando la condición del director de víctima de la censura soviética y exiliado o comparando la medida con la retirada de las bibliotecas de los libros de Tólstoi se sucedieron durante la tarde, exigiendo una explicación al supuesto atropello.
La proyección de Solaris estaba anunciada en un ciclo de homenaje al escritor polaco Stanislaw Lem, cuyo centenario se celebra este año, y estaba organizada por la Filmoteca en colaboración con el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus). Sin embargo, la precipitación de los acontecimientos en la invasión de Ucrania, ha llevado a sus responsables a considerar su retirada del programa, atendiendo a las recomendaciones de la Academia Europea de Cine (EFA), que este martes que se unía a las sanciones globales masivas actualmente en vigor contra Rusia por la invasión de Ucrania y respaldaba “plenamente el llamamiento de la Academia de Cine de ese país para boicotear el cine ruso”.
Resaltando la excepcionalidad de la medida, la EFA dice reconocer y apreciar “a esos valientes cineastas en Rusia que se oponen a esta guerra. Pero en vista de un ataque brutal e injustificado, tenemos que apoyar a nuestros hermanos y hermanas en Ucrania cuyas vidas corren peligro”.
Cuestión de derechos
Desde la Filmoteca andaluza niegan tajantemente cualquier tipo de voluntad censora contra un director que han programado muchas veces, ni contra una ideología política. “Evidentemente, no es un ataque contra Tarkovski”, afirman fuentes de la institución. “Todo el mundo sabe que hemos programado cine nazi, soviético, de todo. No es esa la cuestión”.
Para la Filmoteca, la cuestión central de la recomendación de la EFA reside en el hecho de boicotear la posibilidad de que Putin obtenga ingresos a través del cine ruso, por pequeños que sean. Y el detalle fundamental en este sentido es que el dinero por la cesión de Solaris puede llegar a Rusia a través de la productora Mosfilm. “Si supiéramos a ciencia cierta que los derechos van a parar a manos de los herederos de Tarkovski, lo habríamos mantenido en cartel. Pero la política europea es impedir que llegue nada a manos del presidente ruso, aunque sean dos euros”.
La otra versión
Desde la institución se transmite la idea de que una decisión así nunca es plato de gusto, como parece siempre duro que no puedan competir las gimnastas rusas o los futbolistas del Spartak. Hay incluso quien desde dentro de ese país defiende la dureza de las sanciones, como declaraba recientemente para Eldiario.es Vitaly Mansky, director de Los testigos de Putin. Con todo, subrayan que “no hemos dicho que la vayamos a eliminar. Hemos puesto Solaris muchas veces y la volveremos a poner cuando pase el contexto de guerra”.
Por otro lado, también han arreciado las críticas por el hecho de haber sustituido el filme de Tarkovski por la versión estadounidense de 2002, realizada por el director Steven Soderbergh y con George Clooney en el papel protagonista. Versión al parecer, además, era la preferida del propio Lem. Si hubiese habido otra versión sueca o española, igualmente habríamos podido escoger otra. No hay más“, aseveran.
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