Hablan las cómicas con acento andaluz: “Las mujeres tenemos hechos y cifras, no hay que darle más vueltas”
No hay mejor receta que tomarse las cosas con humor. Da igual donde pille el pedo de última hora si sabes disimularlo bien o con qué frecuencia vayas al gimnasio si tienes la canción perfecta del verano. Hay que hablar de lo importante: el humor salva de la calor, sobre todo al reír sin prejuicios ni estereotipos de género. La Chocita del Loro ha dado la excusa perfecta para poner en un pedestal a las cómicas que han pasado de las redes sociales a copar los escenarios. La última crítica ha venido del cómico Florentino Fernández, que dice que “si no hay más mujeres no es cuestión de sexos sino de talento”. El empresario se olvida de otras razones que ellas mismas apuntan como: la falta de oportunidades o la discriminación del sector. Pero para explicar sus circunstancias están las humoristas andaluzas.
Martita de Graná prefiere no darle mucho bombo al tema, suficiente es publicar el vídeo frente a sus 2.500 entradas vendidas en la gira que la ha llevado durante estos tres últimos años por los confines de España: “Las chicas tenemos hechos y cifras. Lo que dice esa gente es mentira, simplemente, no hay que darle más vueltas”. Paloma Lirola ve desde Málaga el sinsentido cuando vive de los espectáculos que organiza y protagoniza: “estas declaraciones se fundamentan en un pensamiento rancio que, afortunadamente, va desapareciendo en la gente”. Y Rosa Ponce, que prefiere escribir y sentarse frente al micrófono, ya sea en su Sevilla natal o en Madrid, lo tacha ya no de machista o rancio, sino como un “movimiento torpe” de una empresa que prefiere hacer caso omiso a un cambio ya visible entre las butacas.
No solo lo dicen ellas, sino que lo atestiguan los estudios científicos. Natalia Meléndez Malavé, periodista y especialista en el campo del humor por la Universidad de Málaga y miembro del Instituto Quevedo de las Artes del Humor de la Universidad de Alcalá, lo califica como “un gran error. Primero, si es demasiado feminista, qué quiere decir, ¿preferirían algo machista? Y victimista no es este humor, sino que igual La Chocita no está acostumbrada a que las mujeres cómicas hablen de sus cosas, de su vida, de su mundo, es decir, de su comedia, cuando a los hombres nadie les tacha al quejarse. En el humor hay un relevo, la stand up se llevó por delante en su momento a los cuentachistes profesionales, como Chiquito de la Calzada o Paz Padilla, y la gente reclama otras cosas; se ve con el éxito de podcasts como Estirando el chicle o Deforme semanal, que son los primeros en las listas de más escuchados”.
La guionista y humorista Pilar de Francisco se hizo eco de la polémica y provocó que las redes sociales se pusieran manos a la obra y elaboraran un mapa de la geografía española en la que ubicar a las humoristas, donde el sur tiene algo que decir: Eva y Qué en Jaén, Laura Márquez del programa “Late Motiv” desde Córdoba, Pedrita Parker con Málaga, Gazpacho Agridulce de Cádiz y ascendencia china, incluyendo a las protagonistas de este reportaje, y muchas más.
Los temas son plurales y variopintos, transitan desde el universo personal de cada creadora a ese punto de encuentro con el público. Por ejemplo, Martita de Graná está al otro lado del teléfono y dice que de una ciudad como Granada, universitaria y pletórica de vida, se lleva las vivencias y las anécdotas de sus amigas: “Somos un poco locas del coño y yo les digo, cuando veo que algo me interesa, que me lo robo; además, siempre me ha gustado estar en la calle, salir de fiesta y conocer gente. Luego, hilarlo sobre el escenario es lo que más me gusta, ir atrás y adelante con tu historia”. Lo que tiene guardado en la cabeza lo explica con su acento del sur, su léxico y parece que cualquiera la entiende. “Antiguamente, ver en un escenario a una mujer diciendo lo que yo digo era impensable, a mí me hubieran apaleado. Pero hablo de los temas que me dan la gana, cosas muy bestias, digo palabrotas, cualquier cosa que haga sentir al público como si estuvieran escuchando a una buena amiga con la que se están tomando una cerveza”.
Paloma, por su parte, decidió recorrer los micros abiertos en Alemania con lo que ella denomina “humor migrante”, de la cual salió la original “copla berlinesa”. Contar las desgracias y fortunas de la juventud que iba a por mejores oportunidades, incluyendo el universo del espectáculo, no hacía que se desternillaran los locales: “es otra cultura y la carcajada se estila menos, pero eso nunca me ha hecho sentir que no haya hecho pasar un buen rato ¡Qué agobio tener que hacer reír cada tres minutos! La hilaridad también se puede medir según la impresión o pensamiento que te lleves, aunque sea solo con una sonrisa”. Aunque ahora esté buscando a su “yo cómico” tras una pandemia accidentada, mira a su alrededor y contempla Málaga como un nuevo espacio.
Las redes sociales empoderan
Los vídeos en Facebook, Instagram o Twitter han hecho mucho más por la popularidad de estas mujeres que los medios convencionales. “En las redes sociales te muestras tal cual eres, la gente te conoce por ahí y, en aquellos inicios, hace tres o cuatro años, recuerdo cómo me contaban lo bien que se lo pasaban viéndome, incluido en el confinamiento cuando estábamos todos encerrados”, recuerda Martita. Ella era profesora y decidió dar el salto desde la seguridad de su puesto al foco con tal de arriesgarse porque, para ella, “me preocupa vivir hoy, ya mañana vendrá como venga”. Sin ningún otro sostén que su núcleo.
La historia de Rosa Ponce tiene derroteros similares. Se desquitó en Twitter. Empezó a escribir, la gente le dio rienda y la confianza que eso generó en sí misma consiguió que se abriera en todo su ingenio y perspicacia. “Gracias a eso conocí a Ignatius Farray, quien me dio trabajo en esto por primera vez”. Con él ha guionizado sus espectáculos desde 2018 en El Grito Sordo, por lo que es la primera en entender la polémica que genera de vez en cuando el personaje: “Hablamos, reflexionamos, y siempre está dispuesto a escuchar y actualizarse; cada vez que puedo intento meter el feminismo en sus textos y me parece avanzado contratar a dos guionistas como Dinah Robledillo y yo para que le ayuden a enfocar los chistes o aporten ideas. No conozco a muchos cómicos que estén dispuestos a hacer eso”.
El tiro ha sido inverso: los medios televisivos y radiofónicos han buscado a estas estrellas que brillan en el entramado cibernético. La viralidad y el número de seguidores provocados por las ocurrencias de las artistas ha hecho mella en la programación y, poco a poco, se abren espacio. “Estas mujeres han tenido que buscar el contacto directo con su público e Internet lo ha favorecido; ahora vemos a personajes como Flavita Banana, Moderna de Pueblo, Percebes y Grelos o Living Postureo que salen en los programas de televisión porque antes no ha habido nadie que apostara por ellas y se han buscado la vida”, concreta la experta Natalia Meléndez.
Y Paloma le canta a la canción del verano en su feed desde una azotea, sin pudor y con aletas: “Parece que se nos legitima si solo salimos en la tele y no es así. Vivimos dignamente sin querer ser famosas trabajando de lo nuestro, como hormiguitas, y si no me quieren en un local pues lo harán en otro sitio; afortunadamente, esto no tiene ni un principio ni un final, lo guay es que no te parezca extraño este movimiento porque has formado parte de ese cambio”.
“Quien se sienta incómodo por este cambio será porque forma parte de los privilegiados”
“El humor es poder: llamar la atención, convencer, es un espacio que hasta ahora en el ámbito de lo público había sido vedado a las mujeres”, comenta la experta. Esta ramificación social ha sido estudiada por el Centro de Investigación Mente, Cerebro y Comportamiento de la Universidad de Granada a partir de un artículo en el que se demuestra que el humor feminista tiene su repercusión en las acciones colectivas en favor de la igualdad, aunque no quiere decir que impregne todo el repertorio de las cómicas.
“Las cuestiones de las que nos reímos han ido evolucionando a lo largo del tiempo a medida que la sociedad avanza, gracias a que esos temas dejan de ser tabú, risibles o, también, porque una serie de colectivos que se sienten dolidos por los ataques alzan la voz, ya que tienen que lidiar con ello a la vez que luchan por mostrarse libremente como son”, aclara la investigadora. “Todo forma parte de una transición y hay un choque en el cual aquella gente que se sienta incómoda con este cambio será porque forma parte de los privilegiados”.
Rosa Ponce, que conoce las líneas de los textos y el peso que conlleva la personalidad de cada autor, va un paso más allá: “No sé hasta cuándo va a durar esta farsa de que ellos hacen algo universal; nos hemos conformado con esa comedia durante muchos años porque era lo que había, pero cuando aparecen mujeres que te hablan a ti, se dirigen a ti, hace gracia, somos la mitad de la población y es absurdo seguir con ese humor rancio”. Cuando escucha a Patricia Espejo hablar de óvulos congelados se ríe: “es mi tema, al igual que otros muchos, y es súper guay verlo en un escenario, como ya veía haciendo con cómicas estadounidenses como Tina Fein o Sarah Silverman”. La ocupación de los espacios públicos, otra vez.
Desde los juglares, cuyo fino ingenio era mordaz con sus monarcas, al cabaret o los vídeos de TikTok forman parte de ese ciclo que remueve ideas y diálogos, a lo que Natalia Meléndez hace un último apunte: “No queremos que nos cuenten la misma historia de la suegra o la guerra de sexos sino cuestiones originales, ideas en donde las mujeres tienen la oportunidad de proporcionar esa ansia de originalidad”. Por ello, entiende que el humor ha de contribuir a la diversidad y que sean las personas trans, racializadas, bisexuales o cualquier otro colectivo quienes tomen la iniciativa y se rían y hagan reír con estas nuevas narrativas.
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