Irreconciliables, el festival malagueño de poesía sin poetas

Un festival de poesía… sin un solo poeta que la recite. Irreconciliables, el festival internacional de poesía de Málaga, da una vuelta de tuerca a su propuesta tradicionalmente rompedora (valga el oxímoron) para adentrarse más allá de las fronteras del género, si es que estas existieron alguna vez. Hay poesía en la imagen o en el baile, y en todo aquel lugar donde reine la belleza, dicen sus organizadoras: “Hemos preguntado a nuestros seguidores en redes dónde encontraban poesía y nos han llegado a decir: en un plato de patatas y huevo frito”. Perdónese la cita poética más manida las letras españolas, pero viene a cuento: “¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas? Poesía… eres tú”.

Por aquí han pasado Adonis, María Victoria Atencia, Luis García Montero, Koleka Kotuma o Chantal Maillard, pero esta vez los poetas deberán conformarse con tomar asiento y escuchar. “Al final, empiezas a repetir poetas, y queríamos darnos un respiro”, dice Violeta Niebla. Irreconciliables se adentra en su segunda década de vida, y en el origen de esta idea no está solo la evolución natural del festival, sino también el símbolo: “11”, o la pausa.

Trascender el clásico formato de recital ha sido una constante de Irreconciliables, pero no teman los aficionados. “El público va a encontrar la poesía en la propuesta que le damos”, adelanta la codirectora. Asiente Néstore: “Creemos que la poesía se puede encontrar en otros sitios. Hay gente que hace poesía sin saberlo, y muchos libros de poesía donde no se encuentra”.

En el fondo, esa es la cuestión. Buscar la poesía más allá de su ropaje habitual, que es la palabra escrita. “Pensamos en una persona con la mano en las sienes pensando muy fuerte”, explica Néstore: “Queríamos huir de eso con autoironía, porque nosotras mismas somos poetas”. “Se trata de pensar en la poesía más allá del texto. Hay quien hace poesía con la imagen, con el baile”. Siempre subrayando que los límites son difusos y que la poesía no es hermética, sino que fluye en múltiples direcciones.

Talleres, una obra sobre Tívoli y “jaleo poético”

¿Qué esperar, entonces, de este festival de poesía sin poetas? Desde este miércoles y hasta el viernes, hay un taller que es, en realidad, un “laboratorio” para buscar los límites de la voz y del que saldrá un Coro Experimental para Espíritus Audaces. “Van a acudir muchas personas que no son poetas y al final van a actuar. Van a tener su lugar para actuar dentro del festival, es la guinda, porque va a ser el público el que actúe”. En otro de los talleres explorarán el dibujo como herramienta de creación poética, con el colofón de un gran “bodegón poético”.

Para seguir cuestionando los límites de la poesía, Carme Riera explicará cómo es editar novelas de poetas que eligen salir de su zona de confort, y La Chachi armará su “jaleo poético”: “¡Agua! jalea alguien desde el público y La Chachi baila un río”. Los espectadores se convertirán en autores de la pieza y compositores de un poema improvisado que ella traducirá a movimiento. La música irá a cargo de Isabel do Diego y pasarán por allí el show de Clara Ingold y la propuesta poético-inmersiva de Desobedientes + The Lonely People VPF (antiguo Villa Puchero Factory.

El colectivo teatral UMA Escena buscará poesía en el recuerdo de Tívoli. “Es un espacio que nos pertenece a todos y todas”, dice Alessandra García, que ha planteado una pieza sobre la gloria y el declive del emblemático parque de atracciones. “Cada persona que pisaba el Tivoli vivía su poema particular. Podías pasar mucho miedo o besarte con alguien por primera vez, o montar a tu hijo por primera vez en un cacharrito. Tiene esa cosa poética que tiene tanto que ver con lo emocional. Entrar y salir era el principio y final de un poema”.

“Creemos que le falta un poco de ironía a la poesía”

Néstore y Niebla llevan seis años codirigiendo el festival, al que han imprimido su sello particular en un intento de acercar la poesía a los más jóvenes. En ese viaje, han paseado por Málaga un carrito de supermercado cargado de poesía (escrita) y se han vestido de poesía. Una de sus acciones más celebradas es el barquito poético, en el que en la última edición recitaron (y navegaron) Juan José Téllez, Carlos Catena y Antonio Lucas. Después de cinco ediciones, esa propuesta desaparece. “Somos así: las tradiciones se rompen y queremos salir de nuestra zona de confort”, dice Niebla.

Responden al teléfono en la noche del martes, justo en el arranque de su particular “pegada de carteles” con la que este año quieren promocionar el festival. Los afiches son una nueva demostración de que la poesía también es visual. Los autores los diseñaron jugando gráficamente con el texto. “Es poesía sobre un papel en blanco”, dice Niebla. Y para la pegada, han elegido calles alejadas del circuito “convencional”. “Este año no tenemos mupis por diversas razones, pero un mupi en realidad es aburrido. ¿Por qué exponerte en calle Larios cuando puedes hacerlo en las más irreverentes de la ciudad, como calle Pito? Vamos a hacer un recorrido por los callejones”.

Irreconciliables, un festival creado y dirigido por poetas, cuenta con el apoyo de un buen puñado de instituciones: el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Málaga, el Centro Andaluz de las Letras, el Vicerrectorado de Cultura de la Universidad de Málaga, la Fundación Pérez Estrada, La Térmica y la Fundación Málaga. De esta forma, y sin ser un certamen al uso, Irreconciliables ha acabado por convertirse en el festival oficioso de la ciudad. “Cada año hay que seducir, no podemos dar nada por hecho”, advierte Niebla.

Eso les hace tener muy presente que su objetivo es que la poesía llegue a la ciudadanía y no crear un festival de poetas para poetas. “Se hace con dinero público, por y para la ciudad y para un público que no esté tan acostumbrado a ir a un recital”, recuerda Néstore. Se trata de romper la barrera, aunque para eso haya que destrozar el ego de algún poeta, “un cliché que no es tal”. “Hay festivales tradicionales maravillosos, pero no queremos hacer otro Cosmopoética”, dice Ángelo. “Creemos que le falta un poco de ironía a la poesía” y para dársela, nada mejor que plantarla ante el espejo y hacerle una pregunta: ¿Qué es la poesía?

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