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ENTREVISTA

Isamay Benavente, directora del Teatro de la Zarzuela: “Creía que la creación lírica estaba muerta, y la que se ha quedado muerta soy yo”

Isamay Benavente, directora del Teatro de la Zarzuela.

Alejandro Luque

12 de enero de 2024 19:10 h

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Desde el pasado mes de noviembre, el Teatro de la Zarzuela tiene al frente a Isamay Benavente (La Línea de la Concepción, 1965), bien conocida por su larga y exitosa gestión en el Teatro Villamarta de Jerez y en el festival de flamenco de dicha ciudad gaditana. Antes de presentar su programación para la nueva temporada, en el próximo mes de marzo, conversó con elDiario.es Andalucía sobre los retos de su nuevo puesto y la situación actual de la zarzuela en España. 

Cuando se la designó hace casi un año, llamó mucho la atención que fuera la primera mujer al frente del Teatro de la Zarzuela en 167 años. ¿Está cambiando la mentalidad?

Yo pienso que en realidad está cambiando todo con los tiempos, no solo el Teatro de la Zarzuela. Me gustaría que una mujer dirigiendo un teatro fuera lo normal, pero también presido la Asociación de Teatros Líricos y solo éramos dos, la gerente de Pamplona y yo. Confío en que en unos años esto deje de ser noticia. Por otro lado, no creo que por ser mujer traiga un cambio en la manera de gestionar: en realidad está cambiando todo para hombres y mujeres. La tendencia es a una gestión más colaborativa, teniendo más en cuenta a los equipos, etc.

Usted anunció una gestión ‘continuista’ con la de su antecesor en el puesto, Daniel Bianco, pero también impulsando la danza. ¿Van a ser las líneas de su primera temporada?

Mi antecesor hizo en efecto una gestión brillante, tanto en el trabajo de reponer repertorio como con el público joven. Yo voy a intentar mantener esa calidad y tratar de que los mejores cantantes pasen por el teatro. Quiero también trabajar la difusión del género, no solo la recuperación del patrimonio. Mi proyecto va a enfocarse por ahí, además del tema de la danza y un poco del flamenco, una de las músicas españolas con las que este teatro tiene, como mínimo, un poquito de deuda.

Ya que menciona a los jóvenes, ¿sigue existiendo un prejuicio negativo hacia la zarzuela? ¿Es uno de los grandes retos del género?

Absolutamente, tenemos una importante tarea que hacer ahí. Hay que enseñar a los que todavía no lo conocen que es teatro musical que nos cuenta a nosotros, como hacen otras artes. Luchamos contra ese prejuicio de pensar que la zarzuela es una cosa franquista, sin tener en cuenta que ha sido un género irreverente, que ha contado todos los problemas del país, ¡todo! Hay una generación, la mía, que lo que sabe de zarzuela se lo debe a lo que tarareaban sus padres y sus abuelos, pero no hemos visto zarzuela. Y lo poco que se veía se hacía con pocos medios. Y no se ama lo que no se conoce. Por eso hay que explicarles a los jóvenes que ahí hay joyas, musicazas impresionantes, cosas que les afectan y les interesan, donde pueden ver reflejados sus problemas y sus inquietudes.

Me ha sorprendido la cantidad de compositores de hoy que se están poniendo en contacto conmigo y que están trabajando en obras nuevas

Usted también quería recordar que el repertorio de la zarzuela es bastante más amplio que lo que se suele representar. ¿Por qué no vemos la amplitud real de ese espectro?

El equilibrio entre las programaciones es otro tema interesante. Sabemos que el público es más afín a lo que conoce. De las 3.000 obras que existen, apenas se hacen cincuenta. Tiene explicación, porque la gente quiere ver los grandes bestsellers en la temporada, y yo estoy de acuerdo en que cada año deben hacerse uno o dos: La rosa del azafrán, La verbena de la paloma, Doña Francisquita… Pero también hay que rescatar piezas menos conocidas, o que fueron conocidas en su día y dejaron de serlo. Por otro lado, una realidad que me ha sorprendido es la cantidad de compositores de hoy que se están poniendo en contacto conmigo y que están trabajando en obras nuevas. Creía que la creación en el género estaba muerta, y la que se ha quedado muerta soy yo. Hay gente de grandísimo nivel en ello y debemos dar salida a eso, el teatro debe apadrinar esas nuevas creaciones.

Todos los gestores se quejan de falta de presupuesto, ¿está usted contenta con el suyo?

Los gestores siempre pedimos más, porque con más presupuesto puedes siempre hacer más cosas. Pero no me quejo; tenemos para mantener la temporada como queremos hacerla. Luego me estoy planteando otras cosas, y para eso sí voy a necesitar más dinero [risas]. Por ejemplo, para girar la zarzuela. Es un género que necesita mucho impulso y una concienciación por parte de los programadores. Lo digo desde mi posición actual, pero también he estado en el otro lado, y sé que un programador acude antes a un Barbero de Sevilla o a una Traviata que a una Verbena de la paloma. Pero son obras maestras tanto las unas como la otra. La zarzuela, eso sí lo tengo claro, hay que hacerla bien, y cuando ofreces lo mejor, se genera el boca a boca y la gente responde.

Alguna vez sí ha lamentado que las licitaciones sean tan, por así decirlo, endiabladas. ¿Hay un problema con la burocracia?

Lo digo como directora de un teatro cien por cien público, es normal que estemos obligados a observar toda la legalidad vigente. Pero hace poco hablaba con un compañero que me decía que tenía al abogado del teatro a punto de tirarse por la ventana por las licitaciones, los plazos… Creo que hay que flexibilizar un poco la ley de contratación pública, porque no es concebible que para comprar unos trajes tenga que hacer el mismo procedimiento que se usa para licitar la construcción de un aeropuerto. La asiduidad con que usamos ese procedimiento, tal y como están las cosas, agota a cualquier equipo.        

Usted tiene fama de que le cuadran siempre las cuentas…

Más que eso, porque en Jerez el día 1 de enero ya tenía pérdidas, de lo que creo que tengo fama es de haber hecho mucho con muy poco. Sí, he hecho milagros, porque no había dinero y el que había era para pagar la estructura… Eso te imprime un carácter. Ahora tengo más, pero eso no me hace pensar que puedo tirar la casa por la ventana. Miraré por cada euro, de eso se trata.

¿Echa algo de menos de Jerez? ¿Ha quedado el festival en buenas manos?

Echo de menos muchas cosas, me siento muy jerezana. Extraño a mi equipo, que era como una familia, y la ciudad. Y el flamenco ni te cuento. Este año podré ir algún día, pero lo he vivido durante 27 años, imagínate. Por otro lado, en Madrid he encontrado un equipo estupendo, es otra etapa y otro reto. En cuanto al festival, Maribel Collantes, que es expertísima en temas de flamenco, está de momento al frente, y ya está cerrada la convocatoria para sustituirme. La alcaldesa está muy concienciada y quiere tener el puesto cubierto cuanto antes.

¿Y el Ballet Flamenco de Andalucía, lo ve por buen camino?

Yo estuve en el origen con Mario Maya, en la primera producción y en la primera audición con 400 bailarines… Es un proyecto al que quiero, me parece necesario y me gustaría que tuviera más recursos y opciones. He felicitado a Patricia Guerrero, su nueva directora, y le he abierto las puertas de esta casa.

Guerrero es una luchadora, pero ¿la administración va a apostar por el BFA?

Todos los directores que han pasado por el BFA se han dejado la piel, pero tiene que haber una voluntad muy clara para sacar adelante el Ballet. La Consejería tiene que apostar fuerte, porque es un embajador maravilloso para Andalucía. Si Andalucía no tiene un ballet flamenco, ¿quién lo va a tener?

Es momento de buenos propósitos y deseos. ¿Qué pide al año nuevo?

Como suele decirse, “salud, que el resto lo ponemos nosotros”. Voy a poner trabajo, tesón y mucha música. Y pido música y cultura, que nos ayude a sobrellevar este mundo tan complejo.       

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