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OBITUARIO

Jesús Melgar está de viaje

La figura de Jesús Melgar está muy asociada a Jesús Quintero y Carlos Herrera.

Juan José Téllez

Cádiz —
5 de diciembre de 2024 13:44 h

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Cuando murió el pintor Ocaña, vestido de sol, Jesús Melgar (Estación de San Roque, 1952-Sevilla, 2024) grabó para El Loco de la Colina los sonidos de su entierro y la voz ceremonial del responso del cura, con el que solapó algunas de las frases que desgranó el finado en una entrevista por entonces reciente con Jesús Quintero, abominando de la Iglesia y de su hipocresía. Quizá por ello, no habrá incienso hoy en la despedida de este comunicador andaluz todo terreno, que fue productor en la colina del Loco, compadre y compañero de viaje de Carlos Herrera y condujo programas cálidos pero siempre rompedores en la cadena SER, en Radio Nacional, en Canal Sur, en la Cope o en Onda Cero. Su incineración tendrá lugar en el cementerio de Botafuegos, en Algeciras, la ciudad a la que hizo propia y que le proclamó como hijo adoptivo en 2020, aunque la ceremonia tuvo que demorarse dos años por culpa del Covid-19.

“Me siento como Ulises en su larga travesía de retorno a Ítaca. Detrás de cada travesía persiste la nostalgia de volver al hogar. Uno siempre anda buscando la forma de volver a su puerto, a su casa… Qué pedazo de complejo de Edipo que tengo encima ahora, me siento con dos madres, la mía de La Estación de San Roque y ahora, la que siempre tuve, Algeciras Mare. Siempre me he sentido algecireño por encima de este trámite. Lo he pregonado por todos los medios en los que he estado. Mis vivencias se me agolpan desde que tenía un año a esta bendita ciudad. Por eso quiero a Algeciras, por eso me gustaba y me gusta tanto el olor del río de la Miel. En el bar Los Pulpos olía su pestilencia pero para mí era un perfume. Sentía pasión por la playa de Los Ladrillos y su olor a brea y quería repetir aquellas noches en los cines de verano, como el de la calle Sevilla, con su olor a azahar y su horchata en el ambigú, el sabor de los chumbos, el sonido de la caracola paseando a la Virgen del Carmen, el sabor del pescado de la calle Munición, o más bien del pecado. Y esas noches en el Pasaje Andaluz y el Rey Chico”, evocó en su discurso institucional, con esas alusiones últimas a lupanares algecireños.

Su biografía no sólo incluye su faceta de productor y, durante un tiempo, subdirector del memorable programa radiofónico de Quintero en su etapa de Radio Sevilla, con aquella entrevista legendaria a Rafael Escobedo en el penal de El Dueso, sino que ya había hecho una larga carrera en la radio, desde que dejó su trabajo en una de las incipientes industrias de la Bahía y se subió a lomos de un micrófono para no abandonarlo nunca. Entrevistó a Paco de Lucia y a Camarón, confraternizó con Serrat, jugó a las cartas con Carlos Cano, inventó la trola de que Cuenca no existe y compartió arroces con su compadre Carlos Herrera, con quien mantuvo también una larga relación profesional.

De familia panadera

Su infancia olía a pan, por eso siempre estuvo atento a todo lo que se cociera. Nacido en la Estación de San Roque, 72 años atrás, Jesús Melgar Gómez, junto a su hermano Dori y su hermana Luisa, creció en Algeciras, de familia panadera, en una tahona que regentaban sus padres, Salvador y María. A mediados de los 70 era un jipi con melena en las cumbres locales de Pelayo, donde ejercía como mercanchifle en ropas marroquíes aunque, por entonces, no fumara hachís. También colaboró en prensa, en el diario Área, en la revista Algeciras o en Extra-Ceuta, y formó parte del equipo fundacional de Diario16 Andalucía, dirigido entonces por Santiago Sánchez Traver. 

Contrajo un primer matrimonio, del que tuvo un hijo matemático, una disciplina, como la del empresariado, que nunca figuró entre sus propias fortalezas. Otros dos hijos llegarían luego tras su unión con Lourdes Novella, con quien se avecindó en el municipio sevillano de Valencina, donde ha entregado finalmente la cuchara.

En su juventud, fue Dj cuando se les llamaba pinchadiscos, y regentó, eso sí, un chiringuito alternativo en la playa de Getares, en Algeciras, en donde Chicho Sánchez Ferlosio llegó a interpretar un poema de Dante ante una concurrencia perpleja: “Mis recuerdos más enternecedores y profundos de mi infancia están en la calle Sevilla, en la panadería la Estrella, en mi barrio de San Isidro bajo la insigne del Medinaceli, donde fui monaguillo, en el patio de recreo de Los Salesianos, en la playa de Los Ladrillos, en el parque María Cristina, donde me enamoré, en La Escalinata, en la lonja tempranera de pescado… Al fin al cabo Algeciras Mare es eso, mi madre, mi tierra, la que revivió los cuerpos de mis muertos y la que acogerá a mis gentes rebosantes de vida”. 

Dos libros y un proyecto

Dirigió varios programas propios, como La ventana indiscreta, en las noches de la Cadena SER. Fue entonces cuando se disfrazó de manager del grupo Hoy me siento italiano y musical, de Getafe, para viajar a Bagdad e intentar cubrir los bombardeos de enero del 91, durante la operación Tormenta del Desierto: “Los periodistas españoles nos tuvimos que guarecer en el refugio atómico del hotel y salimos al día siguiente para la frontera de Jordania en un autobús que había comprado TVE en el mercado negro y al que también terminaron por bombardear, a pesar de que llevábamos la cruz roja y el creciente rojo pintado en el techo”. 

Durante los últimos años de su vida, se compró una moto de gran cilindrada y tuvo un perro del mismo calibre. Publicó dos libros, Trucos cocineros para náufragos hogareños y El Loco, sus propias memorias con Quintero. El paso del tiempo le golpeó la garganta pero nunca su espíritu indómito y jocoso: su último proyecto era el de embarcarse en una serie que habría de titularse De Algeciras a Estambul, un recorrido gastronómico y paisajístico del mediterráneo, a bordo de una roulotte. Sus amigos, hoy, prefieren pensar que, en realidad, ha salido sencillamente de viaje.

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