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José Ángel Mañas: “Si me muero, tengo la sensación de haber escrito lo suficiente”

José Ángel Mañas lleva casi seis meses instalado en una nube. Lo revela su excitación al hablar, la risa que se desliza a cada momento en la conversación. El motivo: el premio Ateneo de Sevilla que el escritor madrileño conquistó con La última juerga, una inesperada continuación de su novela más famosa, Historias del Kronen, que acaba de ver la luz en la editorial Algaida. “Está siendo todo muy emotivo”, confiesa. “He escrito durante 25 años sin ganar ningún premio, he procurado hacer mi carrera al margen de todo eso. Para mí es un orgullo ganar uno que obtuvieron antes, entre otros, Juan Marsé y Montero Glez. Y como vivo en un pueblo de Madrid llamado Sevilla la Nueva, me parece una bonita casualidad venir a esta Sevilla a recogerlo. Estoy muy feliz”.

“Me sorprendo de seguir aquí al cabo de los años, con lo complicado que es el mundo editorial”, prosigue Mañas. “La sensación es de satisfacción, de seguir con ganas de escribir pero también de cerrar un ciclo. Si me muero, tengo la sensación de haber escrito lo suficiente”.

Lo de ensayar una secuela del Kronen era, según dice, algo que le rondaba desde hacía tiempo. “Me lo pedían mucho, desde el 20 aniversario sobre todo. Y yo siempre decía que no, que no. No veía cómo se podía recuperar, es algo muy especial. El Kronen era la encarnación perfecta de una época y de un momento vital, era muy complicado. Y de repente, tuve una idea, eso que se te ilumina la lucecita y ves la anécdota central y un cierre que dé sentido a todo. Empecé a tirar por ahí, y fue saliendo. No dije a nadie nada, no quería presiones, me decía: o sale fresca, deslenguada, y tiene ritmo y sensación de libertad, o no la saco. No quería presión, porque si se te agarrota la mano, no funciona”, recuerda.

Sensación de gratitud

Pero funcionó: “Se escribió a la primera. Era como si Carlos llevara 25 años esperando para recuperar su voz. Fue muy sencillo, sentí que se escapaba el personaje. Y para mí es la mejor prueba de que tengo algo válido entre manos”, agrega.

Lo cierto es que la relación de Mañas con aquel debut nunca fue mala del todo, a pesar del éxito un tanto asfixiante que recayó sobre ella. “Hay algún momento en que le coges manía a tus criaturas, como le pasó a Ferlosio con El Jarama. Pero era tan joven, que de vez en cuando he vuelto sobre esas páginas, diciendo ‘venga, a ver qué mierda escribía’… Y sin embargo, me gusta la autenticidad que tiene, la energía, es convincente. En cuatro frases estás dentro, la voz se adapta al personaje. No es perfecta, tampoco tiene que serlo. Me quedo con una sensación de gratitud: el éxito de aquella novela me ha permitido dedicarme casi exclusivamente a escribir, y eso es una anomalía y un privilegio”.

Una novela de vivencias

En todo caso, el examen del personaje de Carlos 25 años después ha obligado a Mañas a examinarse a sí mismo, y a poner parte de su experiencia y de su madurez en este trabajo. “Hay un puntito, sabe que está llegando a la cincuentena, y siempre hay cosas que se trasvasan del autor al narrador. Pero tiene una personalidad propia muy marcada, muy basada en la negatividad. Lo que me ha sorprendido es el cambio del contexto. El Kronen sale en los años 90, en Madrid, la posmovida, ‘El que no esté colocado, que se coloque’ de Tierno, Almodóvar y MacNamara cantando ‘Quiero ser mamá para enseñarle a mi hija la prostitución’ en una televisión estatal. Esto está ambientado en 2018, con el mundial de fútbol de fondo, con el referéndum catalán ahí, y aparecen las cuestiones identitarias, el puritanismo, los problemas de conciencia de género…”

“Todo este nuevo contexto hacía que, a diferencia de mis años juveniles, donde no me importaba nada, ahora yo me sintiera como en un campo de minas”, continúa el autor. “Había plantar la voz de Carlos, políticamente incorrecta, en el nuevo contexto. Ahí aparece el humor, que permite salvar muchas situaciones. Hay un momento en que aparezco yo, nos cruzamos en una fiesta y Carlos se ríe de mí. En la primera novela había muy poca distancia entre autor y narrador, aquí me apetecía marcar un poco más esa distancia. Y sigue teniendo esa faceta destroyer, salvaje y algo punkie. La novela está hecha para que la gente la disfrute, es una novela de vivencias, de acción y rock and roll, no sesuda”.

Los jóvenes de hoy, ¿son muy diferentes a aquellos que Mañas retrató hace un cuarto de siglo? “Esencialmente, la juventud es un momento de descubrimiento, de experimentar con los límites, los sociales y los del propio cuerpo. Creo que en ese sentido la crisis del 2008 cambió el panorama. La política, que no estaba en el centro de la sociedad, ha terminado intoxicándonos… Pero creo que, en lo esencial, los jóvenes no cambian tanto”, responde.

El éxito como trituradora

Tras el éxito de Historias del Kronen, Mañas tuvo un periodo de reconocimiento con obras como Mensaka, Mundo burbuja o Ciudad rayada, para continuar su carrera desde el margen. Eso ha hecho pensar una vez más en el mercado como una trituradora de jóvenes valores, a los que explota y desecha sin miramientos. “Al final he hecho mi carrera. Lo de los altibajos forma parte también de mi carácter, soy de picos de sierra en todo. Lo vivo así, hay momento de auge y otros peores. He tenido tres versiones en el cine, en otros momentos he tenido que vivir con artículos, conferencias, talleres, guiones de serie… Con unos momentos con más turbulencias que otros, pero nunca he dejado de trabajar. Mi última novela antes de esta, Conquistadores de lo imposible, es novelón de 700 páginas, es mi mejor texto, pero no siempre coincide lo mejor que escribes con lo que más éxito tiene”.

“Lo que sí es cierto”, concluye, “es que cuando eres chaval no eres consciente del esfuerzo. Hay una desproporción entre el trabajo que has hecho y el resultado. Ahora, después de 25 años en los que has bregado mucho, sabes lo que significa cuando alguien te hace caso. Y es bonito, lo estoy disfrutando mucho”.

Mañas pertenece a una generación que vino a renovar la narrativa española de los 90. Muchos vaticinaron que la suya sería una celebridad efímera, pero lo cierto es que casi todos siguen al pie del cañón, y en bastante buena forma. “Éramos más peleones de lo que parecía”, ríe el madrileño. “Me gusta que Ray [Loriga] siga ahí, y Juan Manuel de Prada, aunque en otra línea. Lucía [Etxebarría] está más desaparecida, a lo mejor vuelve en algún momento. Me gusta verlos, no soy celoso, procuro disfrutar del éxito de los demás. El éxito colectivo es bueno para todos”.

Una cosa es segura, y es que no habrá más Kronen. “En esta no hay vuelta atrás”, dice con humor. “Por eso La última juerga está escrita para que los fans del Kronen disfruten recuperando al personaje, y quienes no lo conozcan, simplemente, disfruten con una novela”.