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José Calvo Poyato: “El código Da Vinci no es una novela histórica, es una fábula”

Catedrático de Historia y doctor por la Universidad de Granada en Historia Moderna. El currículo de José Calvo Poyato (Cabra-Córdoba, 1951) habla a las claras desde el principio de que los libros que han salido de sus manos han estado, como mínimo, bien documentados.

Su pasión por la historia, con ojitos derechos como el final de la Casa de Austria y la llegada de los Borbones a España, ha puesto en manos de los lectores distintas joyas literarias desde que en 1995 publicó su primera novela: “El hechizo del rey”, a la que siguieron “Conjura en Madrid” y “La Biblia Negra”. 

Varias de sus obras han sido traducidas a diferentes idiomas, y en la Universidad Internacional de Andalucía (sede de La Rábida) analiza esta semana las claves de lo que es, y sobre todo que no es, una novela histórica como tal, en un curso denominado “Acontecimientos y personajes en la Historia y la novela histórica”.

Comenzando por el principio, la novela da libertad al autor para jugar con sus personajes, pero ¿con la novela histórica hay que ser cuidadosos hasta el punto de no decir que Julio César era zurdo si en realidad era diestro?

Es cierto que hay cosas que quedan en manos de la libertad del novelista, pero este tipo de literatura es una combinación de varias cosas, aunque sobre todo hay que tener una serie de criterios muy claros. Y lo que hay que tener claro sobre todo es que los acontecimientos históricos no se alteran nunca, lo cuál no quiere decir que no se puedan alterar nunca, pero entonces estará escribiendo otra cosa, no novela histórica.

Sí hay que tener en cuenta que el lector de este tipo de novela suele ser muy inteligente, y mira con lupa los pequeños detalles. De esta forma, si digo que a mediados del siglo XX se abre una puerta pesada blindada contra los ataques de morteros, no puedo decir que se abrirá silenciosamente, porque puede haber un ingeniero que diga que necesita un motor que genere una determinada cantidad de decibelios.

Se tiene libertad para escribir, y para cambiar cosas si no sabemos si Julio César era zurdo o diestro, pero si se sabe que era zurzo debe cuidarse mucho de decir que era diestro, porque el lector es muy exigente con lo que lee.

Con lo cuál, hay parámetros que no se pueden tocar

Sobre todo porque el éxito de la novela histórica ha llevado a situar en los anaqueles de las librerías a muchos libros que no lo son. Solo tengo que citar a ‘El código Da Vinci’, que se vendía como histórica y no narra acontecimientos como tales, sino que es una fábula que plantea una serie de supuestos que no tienen fundamentos asentados.

¿Qué es una novela histórica con respecto a una novela que narre algo que ha pasado hace un mes?

Eso lo marca la distancia en cuanto a los acontecimientos con respecto al tiempo del autor que escribe. Es verdad que historia es lo que ocurrió ayer, pero si escribimos una novela sobre la semana pasada no estaremos escribiendo una novela histórica, sino de nuestro tiempo. 

Tiene que haber distancia entre el hecho novelado y el tiempo en que escribe el autor, que tiene que tener voluntad de escribir una novela histórica. Contar cosas que pasan en otros tiempos no es histórica.

Por ejemplo, ‘La colmena’, de Cela, cuenta una historia situada después de la Guerra Civl, pero Cela no la concibió como una novela histórica

¿Y cómo hay que enfocar la historia, las costumbres…?

Lo que siempre hay que hacer es crear tramas siendo verosímiles. Por ejemplo, la gente de una época se viste de una forma concreta, come de una forma concreta… Hay que contar las cosas como eran. En el siglo XVII la gente sentía pasión por el teatro, la de nuestro tiempo por el futbol. Los toros eran una pasión por el siglo XIX, ahora es menos. De esta forma, una novela que no respete el espíritu de la época no deberíamos calificarla como tal.

¿Hay que leer sabiendo que hay cosas que chocan pero eran normales hace años o siglos?

No se puede juzgar a la gente del pasado con criterios del presente. Hace siglos, el honor era más importante que la vida, y hoy importa bastante poco, porque en la actualidad el dinero constituye lo importante. Es llamativa la crueldad con que se juzgan acontecimientos del pasado.

Descuartizar una cadáver era algo ejemplarizante que hoy nos parece una brutalidad, pero que para la gente del siglo XVII era algo que era parte de su vida

Se puede resumir todo en que hay que cumplir requisitos que cuanto más se van incumpliendo más nos vayan alejando de la novela histórica.