'¿Abusos?... A mí, ¡no!': un cuento para cuando no es “un cuento de niños”

Consuelo Durán

1 de abril de 2022 20:22 h

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Este 2 de abril se celebra el Día Internacional de Libro Infantil y Juvenil y la editorial sevillana Babidi-bú lanza un libro con el contundente título ¿Abusos?… A mí, ¡no! La fórmula del cuento para niños, pero para abordar una situación en la que nunca deberían verse envueltos. Su autora, Celia Navarro Gil, matrona y sexóloga, es consciente de que no podrá frenar algunos abusos sexuales, pero quiere aportar una herramienta para que por lo menos las víctimas no se callen. Cuando el asunto está de máxima actualidad por la reciente condena por la Audiencia de Madrid del considerado el pederasta más peligroso de España o por el debate en torno a los abusos sexuales por parte del clero, conversamos con ella.

¿Qué la llevo a escribir un libro para niños de una temática tan cruda?

Me impulsó el tener dos niñas, ya que me llevó a preguntarme cómo les hablaría del tema sin meterles miedo. Se me ocurrió hacerlo con cuentos. Busqué información en asociaciones de prevención. Yo daba charlas para niños de 0 a 10 años, orientadas la familia, y siempre introducía una parte de abusos sexuales casi cuando terminaba. Veía que eso generaba preguntas y justo en esta parte se reactivaba la charla. Hay pues un interés.

¿Cuál cree que es la edad a la que se debe empezar a hablarles de este asunto?

Yo pienso que a partir de los 3 años. Se puede comenzar hablándoles de las partes del cuerpo, ponerles nombre y explicarles qué personas y en qué situaciones pueden verlas o tocarlas. Igual que cuando les enseñamos a cruzar la calle y se lo repetimos tantas veces. No pretendemos que crucen con miedo, sino con seguridad. Es lo mismo: para que sepan qué es normal y qué no con su cuerpo y lo puedan contar porque, como les explico, hay secretos buenos y secretos malos. Que guarden en secreto un regalo de cumpleaños, es uno de los buenos, pero no que se callen si un adulto les ha hecho una fotografía de sus partes íntimas.

¿Por qué es tan importante el ejercicio de prevención con los hijos?

La información es poder. Estoy intentando ir a los colegios y hacer talleres. Quiero que a los niños les llame la atención y sepan que pueden pedir ayuda. Hay niños que lo tienen normalizado y de repente lo revelan con un dibujo. No son conscientes porque no siempre lo viven como algo traumático.

¿Cómo se estructura el libro? Más que un cuento es un manual ¿no?

No exactamente. En el libro hay una parte común: nuestro cuerpo, la intimidad, de quién puedo sospechar, los secretos buenos y malos, la diferencia entre regalos y chantajes… Luego, un juego para ver si lo han entendido, una especie de veo veo: qué puedo y qué no puedo hacer; un cuento pensado para entre 3 y 6 años, Mariposa desnuda no posa, en el que incido en el tema de la fotografía; y otro de 7 de 12 años, sobre un suceso, para que se les encienda la bombilla, que esto que les ha pasado es o no es normal, para que chirríe… Lo he contado a niños de 5 años en colegios y lo entienden. Hay también una parte para los adultos, padres, madres, docentes, por si el niño lo cuenta sepan cómo reaccionar y también cómo sospechar.

¿Y cuándo se debe sospechar?

Muchas veces no dejan secuelas físicas porque el abusador pretende que no se le descubra. Pero pongamos un caso en el que un menor empieza una actividad extraescolar con mucha ilusión y llega un momento en el que no quiere ir, pero no explica bien por qué. Es ya una alarma. También se pueden dar retrocesos, como que vuelvan a orinarse en la cama, a chuparse el dedo…

Pero no siempre se ve tan claro, ¿no?

Las señales pueden ser un poco ambiguas porque en el abuso sexual infantil, lo que va a hacer el adulto es que ese niño sea su cómplice y hacerlo partícipe. Suele durar años. Hacen un acercamiento progresivo y se hacen muy amigos del niño. Lo hacen sentirse muy especial y tienen unos juegos solo para ellos. Cuando crecen y quieren salir de esa situación, sobre todo en la adolescencia, pueden tener ya una pelota montada que les cuesta mucho. Y además pueden llegar hasta amenazas: “Si lo cuentas, se lo hago a tu hermano”, por ejemplo.

Se insiste mucho en “no hables con desconocidos”, pero el riesgo mayor está entre los conocidos, ¿hay que cambiar el método?

El 90% de abusos sexuales en la infancia, es decir hasta los 18 años, son en el entorno de confianza y dentro del mismo está el intrafamiliar, la familia extensa y luego los amigos y profesores…

Precisamente eso dificulta las denuncias, ¿no cree?

Claro. Muchas veces no se denuncia porque es un padre o un tío. Quizá si lo hace mi hermano cuando cuida de mi hijo, pues no lo llevo más y rompo relaciones, pero no denuncio, ¡es mi hermano! Es un problema que está infradiagnosticado. Se puede pensar que es de familias desestructuradas y de entornos desfavorecidos. Pero ocurre en todos los entornos. No vale el “¿cómo me va a pasar esto a mí, si vivo en un barrio normal?” El Consejo de Europa dice que uno de cada cinco menores está sufriendo o va a sufrir abuso sexual. Eso lo trasladas a una clase y hay cuatro potenciales víctimas. No es ninguna tontería. Lógicamente habrá grados, como que le ocurra una vez y ya está, pero también que se alargue en el tiempo y deje graves secuelas.

Con las nuevas tecnologías, tan extendidas entre ellos, ¿todo se ha complicado, no?

Lo explico, por ejemplo, cuando me centro en la idea de no fotografiar las partes íntimas, no compartir esas imágenes... Hoy en día empiezan a tener teléfono móvil muy pronto.

Muchas veces se comparten imágenes íntimas con un igual, por ejemplo entre adolescentes, ¿cómo se les ayuda a ser prudentes con esto?

Con el teléfono móvil, que hay que aceptar que todos lo van a tener y cada vez antes, hay que enseñarles a usarlo. Lo suyo es que no compartan fotografías con un amigo, pero si lo hacen, tienen que saber que hay que evitar que se les vea la cara, una marca de nacimiento o un tatuaje, que pueda identificarlos, si el día de mañana esa pareja las difunde. Es un delito, que se puede castigar, pero si eso ocurre, el daño está hecho.

¿Qué opina de la controversia que ha generado la investigación en torno a los abusos en la Iglesia Católica?

Hay un estudio de la Fundación Vicky Bernadet que muestra más de 1.400 casos con denuncias y solo el 0,9% eran en el seno de la iglesia. Sin embargo, es lo que más vemos en los informativos. Me da igual que sea en la iglesia o en la casa del vecino. Todo abuso sexual se tiene que investigar, venga de donde venga y haya pasado el tiempo que haya pasado. Si no, estamos trasmitiendo el mensaje de impunidad del agresor: cometes un delito, haces un daño y no pasa nada. Si eso lo ve un adolescente en el informativo, es el mensaje que le llega es que puede ser víctima y no le va a pasar nada a su agresor. La gente que ha denunciado estos casos habla de delitos de hace 20 o 30 años. Han estado callados todo este tiempo, pero lo tienen grabado.

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