“Él siempre estaba alegre y jugando y cambió totalmente”. Así fue como Valle Pérez y su marido, vecinos de Sevilla, detectaron que a su hijo Hugo de 3 años algo le estaba pasando. Lo que sucedía es que en el colegio otro niño de su misma edad le estaba acosando, primero verbal y después físicamente, hasta que intervinieron en colaboración con el profesorado. Un año después, fruto de la experiencia y tras comprobar que no había cuentos que narrar sobre el acoso escolar para niños de la edad de su hijo, Valle Pérez ha escrito el cuento ilustrado 'Hugo y la receta mágica'.
Su objetivo es transformar en útil la vivencia, aportando a familias, profesorado y todo aquel que pueda encontrarse en una situación semejante, una narración similar a la vivida por ellos y una serie de herramientas, las que ellos utilizaron para afrontarlo. “¿Y este cuento lo va a leer todo el mundo mundial?”, expresa ilusionado y con la sonrisa de vuelta el pequeño Hugo, ahora de 4 años, a su mamá mientras cuenta esta historia.
La receta mágica para Hugo
Hugo es un niño muy feliz que empieza a estar triste. Un día le dice a su mamá que no y que no, ¡que no quiere ir al colegio! Ella, que sabe lo mucho que a Hugo le gusta cocinar y comer tartas de zanahoria, crea para él una receta mágica con la que volverá a sentirse bien. La receta lleva unos ingredientes muy importantes, entre ellos el amor y la autodefensa. Así comienza el cuento escrito por Valle, en el que narra una historia símil a la suya y los pasos que tuvieron que dar desde que detectaron la situación de acoso escolar hasta que junto al colegio intervinieron. También el recorrido -los ingredientes- que tuvieron que trabajar con Hugo y con ellos mismos para dar solución a la situación.
El primer paso fue detectar qué estaba sucediendo. Detectar, porque en las situaciones de acoso, abuso y maltrato sistemático la víctima sintomatiza pero no siempre expresa fácilmente con palabras, al menos no desde el principio y con claridad, y menos en la infancia lo que le está pasando. El primero en evidenciarlo es el cuerpo, que se adolece perdiendo salud y vitalidad. También la personalidad, que empieza a nublarse o transformarse, comúnmente aparecen tintes irascibles y de enfado, silencios y aislamiento. En el caso de Hugo, “llegaba a casa y se tumbaba en el sofá. No quería jugar ni ir al parque, y no por el cansancio habitual del ritmo del día. No quería ir al colegio, se ponía a llorar en la puerta… Rápidamente nos dimos cuenta de que había más”, explica esta madre sevillana, “aunque no contaba nada”.
Y es que, ¿cómo explicar o contar lo que te está pasando si es algo nuevo para ti, si ni tan siquiera sabes ponerle nombre? ¿Cómo reaccionar cuando el acoso viene de una persona que es del entorno cercano, en un contexto en el que se enseña a defenderse y sospechar de los extraños pero no de los conocidos? La implicación del entorno para la detección a tiempo e intervención es clave, y como señala Valle: “hay que darle la importancia que tiene, porque aunque son pequeños están sufriendo”.
La importancia del entorno en la intervención de los casos de acoso escolar
“Primero, en cuanto nos dimos cuenta hablamos con la profesora para que ella fuese nuestros ojos. Nosotros no estábamos en el colegio para ver lo que estaba pasando. Ella fue la que nos indicó lo que sucedía. Desde entonces estuvo pendiente y trabajando dinámicas dentro de clase para tratar el tema. Aun así, la situación no mejoraba y nosotros trabajábamos con Hugo día a día porque él no contaba todo. Estamos hablando de niños de tres años. Él veía normal la relación. Se encontraba mal porque no le gustaba lo que le hacía pero no llegaba a entender que eso no era lo normal en el trato de un amigo. Le decíamos que no tuviera miedo, que se defendiera y que a la mínima situación hablara con la profesora. Le íbamos guiando y trabajando con él con distintas dinámicas y herramientas: hablar, ejercicios, teatros, cuentos… Aunque había momentos en los que se agobiaba y no quería seguir”.
También hablaron con los padres del niño que acosaba a Hugo, que “siempre han puesto mucho interés y no entendían por qué hacía eso su hijo”. Aun así, “el acoso no cesó y en el colegio activaron el protocolo de acoso escolar para que todos los profesores estuvieran pendientes, sobre todo en el patio”. A la pregunta de si pensaron en cambiar al niño de colegio, Valle responde que “al principio nos agobiamos mucho, pero lo descartamos porque queríamos ayudarle y darle recursos para aprendiera a defenderse de una situación que también podía pasarle en otros sitios, a decir que no y darle soluciones a los problemas”.
Poco a poco, Hugo se fue separando del niño, que posteriormente “intentó decirle a los otros niños que no fueran amigos de él. Al ver que no ha funcionado y que Hugo no le presta atención, ha buscando nuevas víctimas. En el colegio están muy pendientes”. Mientras tanto, Hugo “se encuentra ahora muy bien y cuenta otras situaciones que le pasan”. Ha comenzado a rodearse de otros niños que lo tratan bien. “Mis mejores amigos son del cole”, cuenta alegremente el pequeño.
Herramientas para afrontar estas situaciones
El cuento concluye cuando Hugo termina la receta, poniéndole la guinda a su tarta. Ingrediente a ingrediente, con cariño y paciencia, ha comprendido lo que son los buenos tratos y ha aprendido a defenderse. Todos los ingredientes, las herramientas que esta familia utilizó para detectar y afrontar el acoso, aparecen en una guía que acompaña el cuento.
“Necesitamos tener herramientas para afrontar estas situaciones”, señala Valle. Porque si bien es sabido que los casos de acoso escolar no son nuevos, sí se están evidenciando crecientemente y se está despertando una mayor conciencia de lo que implican para quien lo sufre y de la necesidad de intervenir desde la educación, la prevención y lo colectivo.
Por ejemplo, aunque los casos de acoso escolar más graves se dan en la adolescencia, también hay casos, como el de Hugo, en la infancia. Una edad en la que aún más difícilmente se puede entender por uno mismo lo que sucede. Mucho menos defenderse. La falta de herramientas en este sentido la adoleció Valle, que fue a buscar literatura sobre el tema centrada en la edad de su hijo, algún cuento con el que poder explicarle lo que sucedía y cómo protegerse, complementando así con otras herramientas que ya estaban utilizando, y no encontró ninguno.
Pero como se suele decir, “en lugar de quejarte actúa para ver cómo puedes cambiarlo”, y ella se inclinó por escribir este libro. “Me encanta escribir. Cuando vi que no había nada, me dije: ”¿Por qué no lo hago yo?“. Y así fue. Lo escribió y tras recabar fondos con una campaña de crowdfounding, ha conseguido publicarlo y ponerlo a la venta en su web. Ilusionada, cuenta que va a ser el primero de muchos porque piensa seguir escribiendo cuentos infantiles. Por lo pronto, el primero queda testigo con una dedicatoria especial: ”Este cuento es tuyo“, Hugo.