Muchos descubrieron a Ahmed Saadawi (Bagdad, 1973) gracias a aquel encuentro de jóvenes escritores árabes de 2010 que dio en llamarse Beirut 39. Pero ha sido la concesión del premio Internacional de Ficción Árabe a su novela Frankenstein in Bagdad (Libros del Asteroide) , seguido del Grand Prix de L’Imaginaire y de ser finalista del Man Booker Internacional, lo que ha colocado su nombre en el panorama literario internacional.
Cabello ligeramente largo, chaqueta azul, Saadawi fuma lentamente unos cigarrillos finos después de todo un día de viaje que le ha traído hasta Sevilla, donde presentará su obra invitado por la Fundación Tres Culturas. Allí atiende a Eldiario.es Andalucía para hablar de ese monstruo hecho de despojos de víctimas de atentados que protagoniza su novela.
¿Cómo es la vida normal de un escritor en Bagdad, si tal cosa es posible?
Una vida muy normal, en efecto. Por ejemplo, a un autor que le guste buscar sitios para escribir sus novelas encontrará muchos allí, aunque a mí personalmente me encanta escribir en casa. También hay sitios de encuentro de intelectuales que tratan cuestiones literarias, pero pueden hablar de otras cuestiones que afectan a los ciudadanos en el día a día…
Muchos compatriotas suyos se marcharon tras la guerra. ¿Qué le hace a usted seguir allí?
Solamente el azar me impide emprender esa aventura de abandonar Iraq. Incluso cuando viajo fuera, el vínculo con esta ciudad es continuo, compacto. Por muy lejos que esté de ella, necesito estar siempre en contacto con la vida diaria de los ciudadanos de mi país, muchos de los cuales inspiran los personajes de mis novelas. Hace falta vivir el día a día de los iraquíes para escribir lo que yo escribo. La pregunta debería ser al revés, debería hacérsela a los que se fueron: ¿por qué has abandonado tu país?
Su novela está protagonizada por un monstruo vengador y justiciero. ¿De qué querría vengarse Ahmed Saadawi?
A decir verdad, no me gusta la venganza. No era mi intención vengarme a través de la ficción. Estoy convencido de que si se activara el mecanismo de la venganza, este ciclo no terminaría nunca, no sería posible cerrar las heridas que hay en mi país. Otra cosa es una novela…
En Frankenstein en Bagdad las tropas estadounidenses son una presencia difusa pero constante. ¿Cómo ha sido vivir estos años con la invasión? Frankenstein en Bagdad
Los americanos han abandonado Iraq sobre el papel, pero su peso sigue siendo evidente, sobre todo en el gobierno. No solamente encontramos influencia suya, sino también de otros países, sobre todo Irán. Dicho esto, no quiero decir que la influencia americana sea un mal absoluto. Podemos hablar de una incidencia múltiple desde distintos focos, pero Irán es una influencia radical que quiere enviarnos muchos años atrás. Estados Unidos como invasor nos abandonó en 2011, pero entre 2013 y 2015 tuvieron un papel importantísimo en la lucha contra el Daesh, y gracias a su entrenamiento de las tropas iraquíes pudieron acabar con ese monstruo. Hasta la fecha, los cielos de Iraq están controlados por la aviación americana. Muchos iraquíes, si los pones en la disyuntiva, optarán por Estados Unidos, no quieren a Irán. Mi deseo es que mi país sea algún día fuerte, potente, y que no necesite el apoyo de ningún otro.
¿Quedan aún nostálgicos de los tiempos de Sadam Husein?
Efectivamente, hay quien añora aquel régimen, sobre todo la minoría que se beneficiaba de él. Son personas que siguen profesando lealtad a él y sobre todo añorando el provecho que le sacaban. Sí que hay también iraquíes que, cuando establecen comparaciones entre la situación actual y la de entonces, creen que entonces se vivía mejor, especialmente en lo que respecta a en servicios sociales. En todo caso, sigue siendo un tema que no se puede evadir, incluso hoy. Hay conversaciones en pro y otras en contra de su autoritarismo, pero creo que una persona del tipo de Sadam no es la idónea para el presente ni para el futuro de Iraq. Cuando él llegó, nuestro país era rico en recursos humanos, luego entramos en guerra y mucha gente pasó por una situación crítica. Ahora hace falta otra cosa. Sadam no es le perfil de líder pertinente para el Iraq de hoy.
La figura de Aznar, ¿causa rechazo aún en Iraq?
Sí, pero apenas se acuerdan de él, ni siquiera mucho de Tony Blair. A quien reconocen como el culpable del desastre es a Bush. En general, la imagen de España es muy positiva, las tropas no perpetraron atentados, no intervinieron casi en incidentes violentos. No hay una percepción hostil, ni siquiera con los británicos.
Se habla a menudo de que los pueblos musulmanes no están preparados para la democracia. ¿Qué respondería?
La democracia es un concepto occidental, es cierto, surge de la lucha histórica de los pueblos europeos. Pero eso no significa que los demás pueblos no puedan gozar de ella, es algo lógico, absolutamente maduro, que puede ser interesante para cualquier pueblo. Malasia, Indonesia, Turquía, son países de mayoría musulmana, pero son sistemas democráticos. Puede ser buena para cualquier pueblo, sirve a las personas, permite las libertades, de modo que no veo ningún conflicto o contradicción entre la democracia y los musulmanes. En las zonas rurales de Iraq, por ejemplo, las personas mayores se reconocen como sabios, básicamente porque no deciden por sí mismos, escuchan a los demás de su alrededor. No es un sistema dictatorial, es una forma de democracia primitiva. No es un concepto cien por cien ajeno a nosotros.
Iraq fue una potencia en el mercado del libro árabe, ¿qué queda de aquello?
Iraq sigue siendo uno de los mercados más importantes del mundo árabe. Si vas allí encontrarás la avenida Al Mutanabbi, que supone el mayor fondo del libro Oriente Medio. Con el desarrollo tecnológico y proliferación de las redes sociales, muchas personas creían que la vida del libro llegaría a su fin, pero no ha sido así: el libro sigue ganando lectores, creándose círculos . Yo mismo he organizado en el último año cuatro talleres, y vinieron muchos jóvenes. Por supuesto no todos se convertirán en autores, pero se mueve el ambiente. En este momento asistimos a un gran interés por parte de la juventud hacia la literatura.