La historia no contada de María Teresa León
La historia de María Teresa León es una historia no contada. O, para ser más exactos, poco contada. Como dice Ramón Lobo en un libro reciente “... la persona inicia un viaje sin retorno dejándose atrás la maleta de sus recuerdos y vivencias”. Y ha sido José Luis Ferris el encargado de recoger esa maleta de María Teresa León, dando un paso enorme para desvelar la vida oculta (u ocultada) de la intelectual y escritora con su biografía ‘Palabras contra el olvido’ (Fundación José Manuel Lara) que ha obtenido el premio Antonio Domínguez Ortiz 2017.
Como una buena historia sin contar, nada es lo que parece en la vida de María Teresa León. No fue la buena hija de familia burguesa que se esperaba. No fue la sombra de Rafael Alberti como algunos la pintan. Ni siquiera fue solo una mujer revolucionaria. Fue una mujer de múltiples dimensiones, intelectual, transgresora, feminista, mujer de letras, comprometida, trabajadora, enérgica, “invencible”, como la describe la escritora Almudena Grandes.
“Engaña en todo”, explica Ferris. “El padre de María Teresa era militar y la familia de su madre de origen burgués”. Pero ella “se rebela”. Ferris describe cómo la mente de León se abrió gracias a sus tíos, “que fueron sus referentes culturales, que le permitían un acceso directo al conocimiento”.
María Teresa se enfrentó a Burgos, publicó textos incendiarios para la época desde los 16 años; “ella no se quiere encasillar”, explica Ferris. “Su sentido de la injusticia y su posición al lado de las personas necesitadas” fueron determinantes para su posterior papel durante la Guerra Civil, en la retaguardia como protectora del patrimonio artístico pero también como energía en el frente, que visitaba con su compañía de teatro.
Muros
Nada es lo que parece como no lo es que María Teresa León fuese únicamente “la mujer de Alberti”. A las dificultades de la época para las mujeres independientes y con aspiraciones más allá de la abnegación, se sumó que “a María Teresa le costó el doble sacar la cabeza porque físicamente era bellísima. Antes de conocerla, Pedro Salinas escribe una carta a Jorge Guillén en la que habla de ”esa muchacha guapa de Burgos. Una literata mala“. León tuvo que ”derribar muros“. ”Muchos pensaban que era frivolidad y no lo era“, asevera Ferris.
Es hija de una época: “Igual hicieron con Maruja Mallo” y no tenía a nadie al lado, “una mujer que con Lorca, Buñuel y Dalí formaba el cuarteto sin el que no se pueden entender las vanguardias; pero ella fue anulada”. Aitana Alberti, su hija, escribe: “Si mi madre hubiera sido un hombre, hubiera sido un coloso, uno de los gigantes escritores de nuestra literatura” y sin duda, un nombre clave de la generación del 27.
El papel de mujer ocupada de todo “por amor” durante el exilio también es “demasiado sencillo para María Teresa. No se pueden simplificar las cosas. Ella no estuvo anulada por Alberti”, ni su vida fue sólo la del cuidado de su marido y su hija fuera de España. No fue la cola del cometa del poeta. Ferris explica que escribió todos los días de su vida, todos los géneros. Cuando pudo estar delante, y cuando decidió estar detrás. “Fue una decisión práctica. Para que aquello funcionase uno tenía que dar el paso atrás”. Y Alberti era un árbol muy poderoso que acaparó toda la parte más brillante.
“Estamos salvados”
Y luego llegó la tristeza. La tristeza de María Teresa “llega cuando tiene poco anclaje en la vida, cuando empieza a perder la memoria con el alzheimer” en su exilio italiano. Porque el resto de su historia es “una luchadora invencible, con la melancolía del exiliado pero con la alegría que caracterizó todos sus actos”. Hasta la llegada de la desmemoria y la tristeza: “En el 77 baja del avión a su regreso a España una mujer encantadora con la mirada perdida”.
Sus restos están en un cementerio de Majadahonda. Pero la maleta de la memoria de María Teresa León está entrelazada con su numerosa producción literaria y, como dice Ferris, “una vez se conozca su obra estamos salvados”.
Con su vuelta y después en 2003 con el aniversario de su nacimiento se han recuperado algunos títulos. Su hija Aitana también se ha encargado de publicar relatos y textos suyos. Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar; Menesteos, marinero de abril; Huelga en el puerto (teatro) Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos los deberes; Rosa Fría-patinadora de la luna, Memoria de la melancolía…
“Sería glorioso que apareciese en los libros de texto”, exclama Ferris. Como que apareciesen “los inéditos. Documentos que se han perdido. Sé que hay personas que están en ello. Del teatro suyo se sabe tan poco… y parece que la segunda parte de la Memoria de la melancolía pudiera existir”. Porque la maleta de la vida de María Teresa está abierta y por eso seguirá su vida sin ella. Por algo escribió: “aún tengo la ilusión de que mi memoria del recuerdo no se extinga, por eso escribo con letras grandes y esperanzadas: CONTINUARÁ”.