Dice que hoy no quiere más compromisos porque lleva un par de días en Sevilla y aún no ha conseguido pasear tranquilamente junto al Guadalquivir. Leonardo Padura, Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015, novelista y periodista cubano, visita la capital hispalense invitado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo esta semana, coincidente con la Feria del Libro, que también ha visitado. En la mesa, dos descafeinados, unas tentadoras galletas de mantequilla y un cigarrillo dan pie a una charla sobre literatura, periodismo, Cuba y España.
Se encuentra en Sevilla para impartir el curso '¿Para qué se escribe una novela?'. ¿Tiene respuesta ya?
No es tan envidente decir qué cosa es una novela. En el curso analizamos novelas muy conectadas conmigo como son La insoportable levedad del ser de Kundera, Asesinato en el Comité Central de Vázquez Montalbán y mi novela Herejes. Trato de descubrir para qué se escribieron y provocar en los estudiantes que, cuando lean un libro, también se hagan esa pregunta, que es esencialmente distinta a la pregunta “por qué se escribe una novela”.
¿Todos los libros tienen una finalidad prevista?
No creo que todas las novelas tengan la intencionalidad marcada que pueda descubrir en estas tres novelas. Por ejemplo, escribí Herejes para hablar de una tema tan importante como es la libertad, no para contar una historia. Hay personajes, hay acontecimientos...pero hay un concepto. Y creo que libros como los mencionados son de escritores que tuvieron una intención. Hay escritores que mantienen esa vocación durante mucho tiempo en su carrera, hay otros que se convierten en escribidores y escriben novelas sin importarles demasiado el hacerse determinadas preguntas un poco complicadas. Y no menciono nombres.
¿En qué se encuentra trabajando actualmente?
Los dos últimos años estuve trabajando con mi esposa en la escritura de los guiones de la serie de las 'Cuatro estaciones en La Habana', protagonizadas por mi personaje de Mario Conde. Está en los ajustes finales y va a tener tres formatos. Una se va a estrenar en el cine, de cien minutos y basada en la novela Vientos de cuaresma, que también formará parte de una serie de cuatro novelas que podrán verse como cuatro capítulos de 90 minutos u ocho capítulos de 45, dependiendo de los espacios de las distintas televisiones.
¿Es muy diferente escribir para el lector que para el espectador?
Son trabajos muy intensos, muy complicados. Son novelas que aparentemente son muy cinematográficas pero cuando empiezas a escribir un guión cinematográfico te das cuenta de que no lo son, y hubo que trabajar muy duro. La producción de la serie es de Tornasol Films. Fundamentalmente es una serie española, con un elenco de actores cubanos, una actriz española, una actriz colombiana, y dirigidos por Félix Viscarret, que ya había dirigido una película basada en una novela de Fernando Aramburu. Un director con una seriedad y con un sentido de la responsabilidad admirable. Ya vi una de las películas y estoy muy satisfecho.
¿Cómo ve a sus personajes en pantalla?
Hay una sensación de extrañamiento cuando ves en el cine tu novela, incluso después de haber escrito el guión. No se te va esa sensación porque el cine es fundamentalmente visualidad. Aunque los personajes digan lo mismo que tú les pusiste a decir en el texto, cuando los ves decirlo y los ves en un ambiente determinado, los redescubres. Y esa sensación todavía es la que me domina, pero creo que el director ha logrado unos productos muy dignos, y espero que, más que dignos, sean muy buenos. Ojalá.
Le he escuchado decir que....
(Interrumpe) Y además, estoy escribiendo una novela nueva, con 'El Conde' otra vez.
Por cierto, ¿alguna similitud entre su Mario Conde cubano y el Mario Conde español?
Simplemente son homóninos. Son tocayos, como decimos en Cuba. Uno acaba de regresar a la prisión y el mío sigue siendo un pobre tipo.... pero decente.
Le decía que le ha escuchado a usted decir que prefiere ser un escritor inseguro a dominar la literatura. ¿Puede ser una de las claves de su éxito?
Cuando empiezas a estar tan seguro de algo, de que sabes hacer algo y que lo haces muy bien, en determinadas profesiones es importante. Hay otras en las que no puedes negarte nunca a tener dudas y a saber que estás aprendiendo a cada intento. Yo pienso que un cirujano que abre un abdomen en una operación siempre se encuentra con algo diferente y no puede estar seguro, porque el día que lo haga mecánicamente los resultados pueden ser bastante nefastos. Uso ese símil con respecto a la literatura porque pienso que es lo mismo. No puedes estar seguro de que sabes escribir. Es un ejercicio en el cual acumulas una experiencia, una cantidad de conocimientos estratégicos que te sirven a la hora de escribir, dominios técnicos, etc. pero siempre que vas a contar una historia tienes que aprender a contar esa historia.
¿Cuál es su dinámica de trabajo con sus novelas?
Cada una tiene sus exigencias, compromisos, características y tienes que resolverlo en el acto de la escritura. Soy muy inseguro en ese sentido. Por eso escribo, reescribo y reescribo y vuelvo a reescribir, y le doy a leer mis textos a un grupo de amigos en cuyo juicio confío mucho, y atiendo mucho a lo que me dicen, porque cuando es un lector inteligente lee algo que pueda tener un sonido un poco extraño y es por algo. Oigo esos consejos y no me creo que tengo la verdad. Y como le ha dado esa confianza a esos amigos, pues me dicen todos los horrores posibles sobre mis libros y trato de mejorarlos a partir de un trabajo muy sostenido. Y termino las novelas cuando ya siento que soy incapaz de mejorarla, pero mientras crea que puedo mejorarla sigo trabajando en ella. Cada una de mis novelas es la mejor novela que fui capaz de escribir en el momento en que la escribí. Y si no es mejor se debe a mis incapacidades, no a mi falta de esfuerzo.
¿Cómo compagina literatura y periodismo? ¿Dónde acaba la realidad y empieza la ficción?
Nunca he dejado de ser periodista. Fue mi empleo y fuente de ganarme la vida durante 15 años, primero en una revista cultural, luego en un periódico, etc. He pasado por los medios más diversos escribiendo entrevistas, reportajes, informaciones... A partir del año 95 dejé mi vínculo laboral pero seguí haciendo periodismo con la agencia de prensa IPS y colaborando con muchos periódicos. En el último año decidí reducir un poco las colaboraciones periodísticas porque eran fijas y tenía seis compromisos al mes, lo cual significaba que estaba haciendo sólo de periodista. Mantengo mi colaboración con 'Folha de Sao Paulo', el periódico brasileño que se traduce al español y se publica en otros lugares. Y cada vez que me pica la mano y tengo ganas de decir algo, pues tengo la enorme fortuna de que hay muchos periódicos en el mundo que aceptan mis colaboraciones.
¿Le 'pica la mano' a menudo?
El periodismo me complementa. Hay muchísimas cosas que digo en la literatura pero hay otras, primero por la inmediatez y segundo por lo específico del tema, que no entran en el contexto de una novela. Cada libro tiene sus propios límites, sus propios intereses, y hay temas que no puedo dar en ellos y que tengo necesidad de hablar. Eso tiene que ver un poco con mi vocación ciudadana. No soy militante de ningún partido, nunca lo he sido. No pertenezco a ninguna organización. No soy religioso, no soy masón como mi padre, que hubiera dado cualquier cosa en su vida por que yo hubiera sido masón. Creo que tengo esa responsabilidad con una sociedad en la que vivo de reflexionar sobre ella y de decir algunas de las cosas que ocurren como forma de testimonio y como forma de crear una memoria para el futuro.
¿Qué momento cree que vive el periodismo?
Creo que vive un mal momento. La revolución digital nos sorpendió a todos. No estábamos preparados para una velocidad tan violenta como la que se ha producido y la prensa ha sufrido esas nuevas formas de comunicación, incluso de personalización de la información. Mucha gente se informa por Facebook y no leen ya los periódicos, que no supieron con suficiente rapidez encontrar soluciones y todavía creo que no las han encontrado para entrar en una nueva estructura. Si a eso se suma que hay países como España donde la crisis ha afectado mucho a la prensa y los grandes grupos han optado por soluciones económicas más que periodísticas, eso empeora las cosas. Si a eso se suma que hay países como México donde ser periodista es la profesión más suicida que puede existir, estamos jodidos. Si se suma que hay países como Cuba donde la prensa que circula sigue siendo monopolio del Estado y no entiende que tiene que ser un mecanismo de debate y participación social, y no de un punto de vista partidista, creo que no hemos encontrado el punto justo. Creo que hay excelentes periodistas y mal periodismo.
¿Cómo cree que su país está adaptándose a un nuevo tiempo tras el restablecimiento de las relaciones con Estados Unidos?
Cuba está cambiando. A veces no con la rapidez que las personas comunes quisieran porque entró en una crisis económica profunda hace 25 años, de la cual todavía no ha salido, y eso crea una cierta tensión y una falta de perspectiva que se refleja mucho en que una cantidad notable de jóvenes opten por soluciones individuales como es el exilio, muchas veces los más preparados, y eso es una pérdida de capital humano muy importante para el país. No hay grandes cambios económicos pero se va modificando su estructura social.
¿En qué sentido?
Precisamente la novela que estoy escribiendo tiene un poco que ver con eso, con el nuevo tejido social que se ha ido estableciendo en Cuba, en el que encuentras barrios con personas que viven en niveles de pobreza muy elevados y otros sectores de la población que gracias a su habilidad, a su historia, a su cultura, e incluso hasta el color de su piel (los blancos más que los negros), se ven con posibilidades de montar nuevos negocios y ganar a veces importantes cantidades de dinero. Eso ha ido distanciando el tejido social cubano, y tal vez una relación mejor con EEUU no cambie esecialmente las cosas pero va a tener influencia, de hecho la está teniendo. Los negocios relacionados con el turismo están teniendo su momento de gloria. Te encuentras restaurantes que son más caros que los europeos donde cada noche comen cien personas, facturando cantidades notables y están siempre llenos.
¿Es un país diferente al de hace unos años?
Cuba empieza a ser un país diferente a pesar de que esencialmente siga siendo el mismo. Por eso digo que Cuba aparentemente no cambia pero los que vivimos en Cuba sí sabemos que cambia y ha cambiado bastante. Creo en cualquier caso que estas consecuencias que puedan ser negativas como esta dilatación del tejido social, en general es positivo que haya un movimiento económico, una movilidad social mucho mayor que hace unos años en que prácticamente se inmovilizó la sociedad cubana.
Decía su editora, Beatriz de Moura, que una de las claves de su proyección es que ha luchado con las restricciones que haya tenido en un país como Cuba. ¿Qué le parece?
Soy un empecinado en todos los sentidos y creo que he luchado viviendo en Cuba, a veces en condiciones económicas muy precarias. Para mi prmer viaje a España en el año 88 vine con 40 dólares en el bolsillo y tuve la habilidad y capacidad para recorrer media España en 21 días. Hemos desarrollado toda una serie de estrategias de supervivencia increíbles. Soy muy trabajador y trato de ser muy responsable con las cosas que requieren esa responsabilidad. Escribir en lucha, vivir en combate, creo que es una forma de alguna manera de fortalecer los músculos y la mente. Que eso lo diga alguien como Beatriz de Moura para mí es muy bonito porque uno de los culpables de que yo haya podido obtener esa proyección de mi carrera literaria se la debo a una editorial como Tusquets y a una editora como ella.
¿Qué opina de que en España se tengan que repetir elecciones porque los partidos no hayan alcanzado ningún tipo de acuerdo para gobernar?
Tengo la política de que no hablo de la realidad de los países en los que no vivo. Me molesta mucho que llegue un 'gallego' a un hotel de Cuba, con sus euritos en el bolsillo, vaya a tres de esos restaurantes de los que antes hablábamos, y cuando regrese la vaya contando a los amigos cómo es Cuba, y muchas veces diciéndonos a nosotros los cubanos qué cosa es la que tenemos que hacer y cómo tenemos que vivir. Respeto mucho el conocimiento interior e íntimo de una realidad como para poder valorarla.
Pero España es su segunda casa, alguna opinión tendrá...
España es, posiblemente después de Cuba, la realidad que mejor conozco: vengo con frecuencia, tengo la editorial aquí, pasaporte español, muchos amigos españoles y cuando estoy aquí siento que estoy en tierra propia. No obstante, no me atrevo a emitir un juicio en este sentido. Apenas una impresión: es una pena. España nos había parecido un modelo posible que había hecho una transición democrática realmente encomiable, que el país se había desarollado, y de pronto empezamos a entender los de fuera, gracias a las comprensiones de los de dentro (un libro como el de Muñoz Molina Todo lo que era sólido fue, para mí, muy revelador de qué cosas había escondidas en lo que no veíamos).
Porque justamente ese el problema, que el que viene de visita o de paso ve determinadas cosas pero haya otras que les cuesta trabajo ver o entender, y por eso no quiero valorar. Ojalá que estas elecciones resuelvan de alguna manera el problema. Hubo un punto en el que dije no quiero saber más nada de lo que está pasando en España con la formación de un Gobierno porque todos los días era una historia diferente, y me cansé de seguir la noticia. Vamos a ver qué pasa ahora, pero creo que es lamentable.
¿Un adelanto de esa próxima novela en la que está trabajando?
Pues es muy, muy cubana pero precisamente tiene un elemento español. En Cuba existe una Virgen de Regla, que es una copia de la de Chipiona (Cádiz), muy venerada y asociada a una divinidad africana, Yemayá, con muchos adeptos. La historia empieza a partir de que a una persona, amiga de 'El Conde', le roban su Virgen de Regla que no es tal sino un original de las vírgenes negras catalanas y que ha llegado a Cuba por caminos que ya contaré en la novela. Pero el origen del conflicto parte de aquí de España.