Cómo hacer literatura en Twitter, tener millones de visualizaciones y dar el salto al audiovisual: “Mis novelas no tienen celos de mis hilos”

Alejandro Luque

2 de octubre de 2024 21:12 h

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X, la red social antes –y todavía– conocida como Twitter, no solo es esa cancha de broncas y bulos que muchos rehúyen. También puede ser un espacio para la creatividad. Así lo ha demostrado durante mucho tiempo Salvador Gutiérrez Solís (Córdoba, 1968) haciendo verdadera literatura en sus hilos, logrando viralizar muchos de ellos y, ahora, dando el salto al audiovisual de la mano de Sony Pictures Spain. Desde este martes, la red TikTok irá subiendo Los hilos del miedo, una serie basada en las historias del cordobés que han hecho las delicias de cientos de miles de usuarios.

Todo empezó, como tantas otras cosas, con la pandemia. O tal vez había comenzado un poco antes: entre 2016 y 2019, Salvador Gutiérrez Solís, narrador de larga trayectoria, decidió no escribir prácticamente nada. Una especie de barbecho que tuvo su fin cuando abordó una nueva novela, El lenguaje de las mareas. Pero se dio cuenta de que había perdido por completo el hábito de la escritura. “Entendí que la creatividad es un músculo que, si no lo llevas al gimnasio y lo trabajas, se atrofia”, recuerda.

Pero tras acabar la novela llegó el confinamiento, y el autor vio llegado el momento de imponerse una disciplina. “Me planteé hacer algo creativo cada día, incluyendo la gastronomía. Tenía que escribir cada día algo, o inventarme, qué sé yo, unas lentejas con alcachofas, pero crear a diario. En este sentido me acompañó un libro que resultó muy revelador para mí, El infinito en un junco, de Irene Vallejo. Su relato de la evolución del libro deja clara una cosa: que la palabra, desde que el mundo es mundo, se ha ido adecuando a todas las superficies según el momento: la arcilla, el papiro, el papel de imprenta… Ahora estamos en el tiempo de las redes, ¿por qué no iba a poder adecuarse una historia a ese formato?”.

Números 'bestiales'

“Había un precedente, el de Bartual, que a mí me interesó como fenómeno de redes, no desde el punto de vista de la narrativa”, prosigue Gutiérrez Solís. “Creo que en su caso no había tanto un propósito literario, como la idea de crear una confusión entre la realidad y la ficción para quien está leyendo Twitter. Yo, en cambio, no juego con el realismo, me interesa contar una historia”.

Para encontrar esas historias no tenía que ir muy lejos: “Me fijé en una vecina de enfrente que tenía un horario muy estricto, se levantaba temprano, limpiaba la terraza, siempre las mismas actividades… Hasta que durante dos o tres días dejó de hacerlo. Como vivía sola, crucé la calle, llamé al portero automático y me dijo que simplemente tenía gripe, no Covid, pero eso me dio que pensar e imaginar”, evoca. “Lo mismo con unos vecinos de abajo, que se fueron a una casa de campo, pero se dejaron el despertador encendido, lo que convirtió nuestras mañanas en un infierno. Eso también me llevó a imaginar posibles historias, y después siguieron llegando todas las demás”.

La respuesta del público lector no se hizo esperar. “El primer hilo ya me sorprendió: cuando empecé tenía unos mil seguidores, y en 24 horas había pasado a tener 7.000 gracias al montón de visualizaciones que había registrado”, dice. Tampoco tardarían en llegar los números “bestiales”, como él mismo los califica: algunos con 80.000 likes y 19 millones de visualizaciones. Sin embargo, Gutiérrez Solís trata restar importancia a las cifras. “Twitter depende mucho del instante, pero algunos hilos que en mi opinión están muy bien no han tenido tanta repercusión. Muchas veces escribo uno y pienso ‘lo voy a petar con este’, pero no es así. Juegas con todos los ingredientes para el éxito, pero no funcionan. Es muy raro el hilo que no llega al millón de visualizaciones, pero llegar a los cinco o seis millones no depende de la calidad: algunos no se viralizan, y punto”.

Gimnasio particular

Era cuestión de tiempo que le llovieran las ofertas para convertir estas historias en películas. “Me llegaron propuestas de México, de Guatemala, de Argentina, de España… La mayor parte de ellas era para hacer cortometrajes, pero siempre dije que no, porque quería que fuera algo acompasado con mi propuesta. Un corto no me ilusionaba. El recorrido de un corto es más complicado, denso, tortuoso, mientras que me preguntaba ¿cuántas pantallas hay en Tik Tok?”.

Los hilos del miedo ha sido desarrollado junto con la Escuela Universitaria de Artes TAI para la búsqueda de nuevos creadores, nuevos talentos y nuevos formatos audiovisuales, y su primera entrega lleva por título El Garaje, un corto de cinco minutos que ya está disponible en la citada plataforma.

“Me gustaría que el proyecto se asentara, que hubiese muchos episodios y llegara a convertirse en una rutina entre los espectadores”, manifiesta Gutiérrez Solís. “Y por qué no, que sea la puerta para otro tipo de eventos”. En cuanto a la continuidad de sus hilos en Twitter, asegura que “sí, voy a seguir, me encanta escribir y lo he convertido en mi gimnasio particular”.

¿Y no teme que el escritor de hilos acabe fagocitando al novelista? “No, no -ríe- Mucha gente me pregunta si, después de tantos años escribiendo libros, no me da coraje que la gente me conozca por los hilos. Pues no, me conocen porque escribo, da igual dónde. Ni el novelista está celoso del hilandero, ni viceversa”.        

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