En pleno boom del género negro, que del reconocimiento del público ha dado el salto al del establishment académico con gestos como la concesión del último Premio Princesa de Asturias a Fred Vargas, la reina del Noir francés, Lorenzo Silva (Madrid, 1966) regresa a la actualidad editorial con Lejos del corazón (Destino). El capo de la novela detectivesca en España ha afinado el dardo hasta dar en el centro de la diana criminal del país: el Campo de Gibraltar, auténtico polvorín de narcotraficantes que desafían a diario el orden establecido.
La actualidad informativa en esta zona ha querido coincidir con la ficción del autor, en un juego de espejos donde realidad y novela se confunden hasta el extremo. Con esta visita a la punta de Europa, Lorenzo Silva celebra el vigésimo aniversario de las andanzas de Rubén Bevilacqua y Virginia Chamorro, dos agentes de la Guardia Civil que son ya dos clásicos contemporáneos del género.
Que usted sitúe la nueva novela de la saga detectivesca de Bebilacqua y Chamorro en el Campo de Gibraltar, de plena actualidad informativa por las últimas escaladas de violencia, ¿ha sido intuición, clarividencia...?
Jajaja, no, yo no tengo nada de eso, nadie tiene. Sí es cierto que, como bien decía Raymond Chandler, para que una historia criminal sea creíble hay que hacer dos cosas: “observar e imitar”. Y es lo que yo llevo haciendo durante veinte años: observar la realidad española y donde creo que hay algo pongo el foco, le aplico la lupa y lo miro más en detalle. De mi primer contacto con la realidad del Campo de Gibraltar hace ya casi 40 años, pero hace unos 15 fui a hacer un reportaje como periodista sobre pateras y me dije: “Aquí hay tomate”... Aquí hay, no una, sino muchas novelas. Y desde entonces empecé a observarlo con más interés. Y en todos estos años, sobre todo cuando ya decidí que iba a hacer una novela allí, seguí fijándome hasta que en el otoño pasado, me fui para allá y estuve con la gente y me di cuenta de que todo estaba a un tris de desmandarse... Sí, sí... Es que me dicen algunos lectores que incluso he predicho cosas que han pasado, como Guardias Civiles apedreados y rodeados por las mafias... Pero es que la realidad que yo vi el pasado mes de noviembre era ya muy parecida.
No sé si los hechos reales que se han desencadenado en el Campo de Gibraltar en los últimos meses, con el rescate a un narco de un hospital a punta de pistola, un niño muerto arrollado por una narcolancha, guardia civiles recibidos a tiros en la comunión del hijo de un narcotraficante.... ¿puede hacer que su relato parezca, si me permite la broma, un cuento de Disney comparado con la realidad?
El Campo de Gibraltar es un mundo muy complejo y todo allí es bastante impredecible. Pero cabe prever que si tú dejas que mucha gente se haga millonaria a través de la comisión reiterada de delitos, eso genera mucho riesgo social. Y eso a pesar de que la población española no es muy violenta y la delincuencia y los narcos del Campo de Gibraltar provienen genealógicamente del contrabando de siempre, que es un delito tolerado, integrado, etc... que no recurría jamás a la violencia. Si esto pasa en otro punto del planeta, habría ya cientos de homicidios, ajustes de cuentas con balazos en la nuca a diario. Pero por la propia idiosincrasia de la población, la violencia en Andalucía se mitiga.
Aunque claro, la codicia es muy poderosa y si alguien que está acostumbrado a comprarse el último Porsche, a dar fiestas de cumpleaños de los hijos que cuestan 20.000 euros, de repente ve que le cortas el grifo, se encoleriza y no controla. Y como se han reforzado los planes y se han mandado más medios y efectivos a la zona y los están bloqueando en tierra, han reaccionado encolerizados, porque están acostumbrados a vivir muy bien.
Además de complejo, el Campo de Gibraltar es también un mundo de contrastes -del drama de la inmigración al lujo de Sotogrande- poco conocido fuera de su entorno y que, sin embargo en su libro, aparece retratado con todos los matices ¿necesita pisar el terreno antes de ponerse a escribir?
La literatura tiene una ventaja sobre el periodismo: cuando un reportero cae de paracaidista en la zona porque su jefe le ha pedido que en dos días le haga un reportaje con todo lo que pasa ahí, lo más normal es que no le salga, ni aunque seas Kapucinski. Pero en la literatura te tomas tu tiempo, y yo me he pasado 15 años observando. Ya cuando empecé a escribir, me di una ronda suplementaria para instalarme allí y salir con los guardias civiles que salen con las patrulleras por la noche, hablar con periodistas, abogados, jueces, con la policía judicial... Claro, si escuchas a la gente que sabe y que vive en el entorno de tu novela, no es que estés a salvo de meter la pata pero sí que tomas más precauciones... A mí me resulta muy importante poner pies en el terreno para tratar de -no voy a decir conocer la verdad- pero sí llevarte trozos, girones, de la verdad. Que lo que vayas a poner en la novela no sea un postizo, un prejuicio, una suposición, una conjetura. La verdad absoluta no la tiene nadie, pero trozos de la verdad sí que podemos tocar y yo pretendo trenzar esos trozos de verdad en mis novelas.
Con Lejos del corazón'se cumplen 20 años de esta saga, con los agentes Bevilacqua y Chamorro envejeciendo en tiempo real. ¿En qué estado de salud literaria se encuentran?Lejos del corazón'
Yo los veo bastante bien y no sé si es que se contagian en algo del autor, porque yo me encuentro razonablemente bien. El tiempo te hace perder muchas cosas, pero te da otras. Ella (Chamorro) tiene ahora 42 y, a pesar de que siempre tuvo sus rigideces, ha aprendido a ser más flexible. Y él (Bevilacqua), que ha pasado por momentos de mucha decepción e historias muy crudas con visitas a realidades muy duras, tenía la mirada muy amarga. Yo intentaba mantener el humor entonces y me resultaba muy difícil en contextos como la guerra de Afganistán, o el asesinato de su superior. De tal modo que en esta novela, aunque el entorno también es complicado, sabe que en el fondo no tiene tan mala suerte y ha recobrado el sentido del humor.
Sus protagonistas han ido evolucionando en paralelo a como lo ha hecho en todo este tiempo la Guardia Civil. Hace 20 años eligió a dos guardia civiles como protagonistas de sus novelas, cuando el cuerpo estaba fuertemente estigmatizado por su identificación con el antiguo Régimen. Ahora, con la resolución exitosa de casos muy mediáticos, su popularidad es bien distinta. ¿Ha cambiado también su mirada literaria hacia la Guardia Civil?
Yo ahora la conozco mucho mejor, y eso me da muchos más matices. Y es curioso, pero es la puñetera verdad: cuando empecé veía a la Guardia Civil con mucha más frialdad, pero ahora que conozco a muchos y conozco lo que hacen, lo que se juegan y la carne que ponen en el asador la mayoría de las veces que, de verdad, en promedio es mucha más de la que he visto poner en otros ámbitos profesionales, intento no caer en la propaganda porque ésa no es mi labor, pero mi mirada es más cálida. Y es porque he tenido mucho contacto con la pasta humana de los guardia civiles y sinceramente creo que es de la pasta más valiosa que tenemos en este país. Y no reconocer esto sería mezquino.
Por hacer un último paralelismo de evolución en estos 20 años: la percepción del género negro también ha cambiado mucho. De ser considerado un género menor a haberle concedido el último Premio Princesa de Asturias a Fred Vargas, la gran novelista del Noir francés.Noir
Yo estoy aquí por la literatura. Antes de escribir he sido un gran lector y mi vida, mi vocación, lo que me ocupa el espacio y el tiempo es la literatura. Vender libros es el accidente que puede provocarse o no de este hecho. Pero indudablemente, respecto al premio, yo he sido siempre un gran crítico -está en la hemeroteca, cuando se lo dieron a JK Rowling-, pero tengo que reconocerles la audacia que no tienen otros premios literarios de sacudirse las telarañas y los prejuicios que impiden a algunos apreciar el valor literario de una obra por el hecho de que en su temática haya un crimen y su resolución. Cuando un escritor es tan original, tan valiente y tan atrevido como Fred Vargas, eso tiene un valor que muchas veces no está considerado por un sector de la literatura que es extremadamente conservador y que lo único que hace es ofrecerle al mundo académico lo que el mundo académico espera, con una inercia y una falta de riesgo absolutos.
Volviendo a la novela, con tantos elementos que tenía ya en la realidad del Campo de Gibraltar, ¿por qué introducir la variante de la ciberdelincuencia, como si no fuera suficiente todo lo que ya ocurre allí?
Jajaja, por una razón muy sencilla. Digamos que al final en el crimen organizado lo que funciona es el blanqueo de dinero y ahora mismo, la ciberdelincuencia es la gran herramienta para el blanqueo de dinero procedente del delito. Además, este tipo de delincuencia florece mejor en lugares en los que se ha relajado mucho la exigencia moral de la gente. Y bueno, pues es un hecho que en esta zona de España se dan estos mimbres. Creo que ésta es la novela más andaluza de la serie y lo es para bien y para mal, y lo digo como andaluz, no con la mirada del de fuera. Por ejemplo, buena parte del humor y de la violencia moderada que hay en la historia procede del carácter andaluz. Muchas de las cosas que escribo en la novela me han pasado de verdad. He escuchado al abogado de un narco decir: “No son malos, son traviesos”. Lamentablemente, en la sociedad andaluza hay espacios donde se han relajado las reglas, y no es ficción que cada vez que aparece un delito de ciberdelincuencia se salda con detenidos en Andalucía. No lo he escrito como algo arbitrario.
Además, como el chico de su novela, Crístofer, los ciberdelincuentes son más difíciles de detectar, porque están integrados socialmente. E incluso ellos mismos se sienten menos delincuentes porque no apuntan a nadie con una pistola en la sien...
Eso es lo más peligroso, que no ves a tu víctima y parece que haces un daño remoto. Pero hay veces que le roban a alguien desde su APP gratuita todas sus contraseñas, luego las venden por Internet a un criminal y eso, a la postre, sirve para vaciarle la cuenta corriente a una pobre pensionista y dejarla al borde del suicidio. Pero el chaval que hace eso nada más que tiene conciencia de estar traficando con unos datos.
En Andalucía nos quejamos mucho de que sólo trascendemos a la actualidad nacional por sucesos escabrosos y no por la imagen positiva y de progreso que también existe. ¿Cómo lo ve usted desde fuera?
Mi familia paterna es íntegramente andaluza, de Málaga, y a mí me duele especialmente, porque lo que usted plantea es una realidad. En este relato de Andalucía se omite sistemáticamente algo que yo creo que los propios andaluces se deberían preguntar por qué no se potencia más, y es el talento: desde el flamenco a la aeronáutica. Pero no es visible... En Granada, por ejemplo, hay una excelente facultad de Informática y un centro de referencia en el estudio del ADN. Todo eso está ahí, ¿pero por qué Andalucía no apuesta por eso de una vez en lugar de mirar con indulgencia al pícaro? ¿Por qué no se rompe con decisión y se manda el mensaje: oye, no eres gracioso?