Pedro Ramos: “Los suicidios de los jóvenes son evitables”
El escritor madrileño afincado en Málaga aborda uno de los grandes tabúes de la sociedad española en ‘Un ewok en el jardín’, que le valió el XXX premio Edebé de Literatura Juvenil
Después de escribir más de media docena de novelas, Pedro Ramos (Madrid, 1973) ha cumplido un viejo sueño: conquistar el premio Edebé de Literatura Juvenil en su XXX edición. Hace cinco años concursó por primera vez en ese galardón. “En algún momento he llegado a acariciarlo, pero esta vez me tocó”, afirma. Lo curioso es que de todas sus obras es, dice, “la que más rápido he escrito, porque estaba muy cabreado: ni siquiera Laura, mi esposa, la leyó antes de que la mandara, y eso sí que es raro”. Se titula Un ewok en el jardín, y gira en torno al espinoso tema del suicidio.
“Un buen día descubrí que el suicidio es la causa principal de muerte entre adolescentes”, recuerda. “Me puse a leer, me pregunté por qué pasaba esto. Como escritor, entendí muy pronto que no podía ser un ensayo, que tenía que abordar el tema desde la ficción. Empecé a escribirla en primera persona, decidí meterme en la piel de David, el protagonista, y tiré para adelante. Pensé que no funcionaría inspirarme en una persona real, sino tomar varias experiencias para dar forma a un personaje que abarcara diversas incógnitas”.
Por otro lado, Ramos era consciente de que el tema del suicidio está considerado en literatura un argumento de alto riesgo. “Nuestra sociedad tiene tabúes enormes”, asevera. “La estructura que me propuse escribir también es complicada, porque mezclo e-mails con diarios de David, y estos con sus pensamientos, y todo en poco más de cien páginas. Me ha sorprendido que me digan que se lee rápido y bien, pero lo cierto es que hay mucho trabajo detrás”, agrega.
Dejar de sufrir
En sus indagaciones sobre el fenómeno, Ramos ha llegado a la conclusión de que “no podemos atribuir el suicidio de los jóvenes a una sola causa, es muy temerario generalizar. Pero la conclusión es en todo caso que esos hechos son evitables, y el sufrimiento de los que quedan también se puede evitar. Lo que necesitamos son los recursos adecuados para tratar la salud mental, y hablar del suicidio sin tapujos. ¿Quién no ha estado alguna vez deprimido, o conoce a alguien que lo ha estado alguna vez? La mejor terapia para evitar males mayores es hablar de ello”.
¿Quién no ha estado alguna vez deprimido, o conoce a alguien que lo ha estado alguna vez? La mejor terapia para evitar males mayores es hablar de ello
El escritor asegura que el trabajo desde los centros con los alumnos y las familias es primordial para evitar que siga extendiéndose este otro contagio, pues así lo califican los expertos. “Una noticia de un suicidio en un grupo de amigos triplica las ideas suicidas de los chicos que lo forman”, advierte Ramos. “Aunque miremos para otro lado, en un instituto donde se da uno de esos casos se genera un caldo de cultivo que puede animar a otros jóvenes a intentar algo parecido. Por eso insisto en que es necesario hablar, debatir alternativas. Y no olvidar que siempre hay luz al final del túnel”.
De hecho, la pandemia de la Covid-19 ha agravado la cuestión, según los últimos estudios entre la población adolescente. “Este maldito virus se ha cebado con las personas mayores, pero también ha segado la vida de muchos jóvenes, provocando situaciones que no han sido fáciles de asimilar para todo el mundo, especialmente para la gente que tiene menos herramientas para defenderse en la vida. No siempre entendemos que un suicida es alguien que quiere dejar de sufrir, y cree que la única manera de lograrlo es poner fin a su vida. Las cifras son escalofriantes, triplicando entre los adultos el número de víctimas por accidentes de trabajo: 4.000 al año, solo en España”.
Preguntas y respuestas
El cabreo al que aludía el autor de obras como Héroes o El coleccionista de besos al principio de la conversación tiene que ver con el tratamiento que desde los libros se ha dado a este fenómeno. “En literatura se ha abusado del suicidio romántico, pero el suicidio no tiene nada de eso”, afirma. “La cuestión es que es una solución definitiva para un problema efímero”.
Un ewok en el jardín transcurre en un solo día en la vida de David, el protagonista, en cuya psicología ha intentado bucear Ramos. “En mis novelas me interesa más el conflicto interior del protagonista que la peripecia”, comenta. “El lector es quien tiene que ir juntando las piezas a partir de ese adolescente que sale de su casa, y en la primera página quiere tirarse por un puente. Pero no lo hace, van entrando otros personajes en escena, y todo nos va llevando a un final sorpresivo”.
Ramos dice tener un patrón similar para sus novelas juveniles: se hace una pregunta, y lo siguiente es intentar contar una historia que responda a esa pregunta. “Me meto en la piel de un adolescente sin pensar en etiquetas, luego llegan los editores y la definen como juvenil, crossover o lo que sea. Pero para mí es el mismo proceso, contar una historia”.
"Los chavales leen muchísimo. O mejor dicho, los que leen, leen muchísimo más de lo que yo leía con su edad"
El lugar común según el cual los jóvenes no leen es desmentido categóricamente por este autor. “Los chavales leen muchísimo. O mejor dicho, los que leen, leen muchísimo más de lo que yo leía con su edad”, concluye. “De hecho, fue una lectora la que me dio la idea del personaje de Zoe, la hermana de David. Vino a una firma de libros, se identificó con ese nombre y me dijo lo que significaba: Vida. Me la quedé mirando y le dije: no sabes el regalo que me has hecho. La chica de mi novela no se podía llamar de otra manera”.
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