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‘La maniobra de la tortuga’, un thriller andaluz sobre las formas de la violencia machista

Fotograma de 'La maniobra de la tortuga'

Néstor Cenizo

24 de marzo de 2022 20:14 h

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Hace siete años, el director Juan Miguel del Castillo (Jerez de la Frontera, 1975) y la actriz Natalia de Molina (Linares, 1990) presentaron en el Festival de Málaga una película de formato modesto, pero hondura profunda. Techo y comida, la historia de una madre desempleada y su hijo de ocho años para sobrevivir en Jerez a la crisis económica y de esperanza, los puso en el mapa.

Aquella película, que se hizo con el Premio del Público, el premio a la mejor actriz para Natalia de Molina (que luego logró el Goya) y el Premio Asecan a la Mejor Ópera Prima, puso las bases para la película netamente andaluza que se ha podido ver hoy en el Festival de Málaga. Ambos han regresado para presentar La maniobra de la tortuga, una obra que muestra con crudeza la realidad caleidoscópica y a la vez uniforme de la violencia machista.

Natalia de Molina ha apuntado cuál es la dolorosa verdad criminal: “Lo único que tienen en común todas las víctimas es que son mujeres”. Desde 2003, 1.133 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o exparejas.

“¿Qué pasa cuando rehaces tu vida?”

La maniobra de la tortuga, adaptación la novela homónima de Benito Olmo por parte del guionista José Rodríguez. “Partíamos de un buen material. La novela ya es cine negro clásico”, ha elogiado el director, que ha adaptado un thriller que sigue la pista de la violencia machista y que funciona a hombros de sus personajes: Manuel, un policía torturado por la muerte de su hija interpretado por Fred Tatien, y Cristina, su vecina enfermera, víctima de su expareja.

Les une la fragilidad frente a la violencia de los hombres: desconocidos para el policía, que nunca dio con los verdugos de su hija, y terroríficamente cercanos para la enfermera. De fondo, Cádiz sin su sambenito folclórico, aparece aquí como un entorno sucio y hostil capaz de esconder en sus pliegues a una pareja de hermanos pijos adictos a la violencia.

La película utiliza la intriga para avanzar con tono lento, casi perezoso, hasta que todo estalla de forma seca y creíble. Sin embargo, va más allá del género policiaco para convertirse en un alegato contra la violencia machista. Del Castillo ha buscado el equilibrio entre el thriller y el drama social, y le ha salido una denuncia con forma de noir. Dice que ha intentado no parecerse a nadie.

“La peor emoción que puede sentir una persona es vivir con miedo”

“Se ha contado mucho sobre la violencia de género”, ha admitido De Molina durante la presentación. Sin embargo, La maniobra de la tortuga ofrece un tratamiento sutil. “¿Qué pasa cuando rehaces tu vida?”, se pregunta la actriz. A este interrogante intenta dar respuesta la película, y la conclusión es dolorosa: sabemos que la protagonista sufrió violencia física, pero ahora es psicológica e institucional. “No tenemos todo el día”, le dice el policía al que acude para denunciar las decenas de llamadas con número oculto que recibe. El juez no quiso imponer una pulsera que alertara de la cercanía de su agresor.

Cristina vive en la angustia permanente, en un terror genuino que De Molina traslada a la pantalla con convicción. “Soy yo la que vive en una cárcel”, lamenta la enfermera en un momento de la película. “Queríamos alejarnos del cliché de que una mujer maltratada tiene una determinada edad o procede de una determinada clase social. Ella es guapa, independiente, con trabajo”, dice la actriz. El contrapunto lo pone Fred Tatien, un policía tan tosco como vulnerable, hasta el punto de que alguien ha querido ver en la pareja una emulación de la Bella y la Bestia.

Del Castillo cree que La maniobra de la tortuga funciona como denuncia de que “el sistema no funciona”. El director trabajó a fondo para documentar este tipo de casos: “A pesar de que hay grandes profesionales trabajando para erradicar la violencia machista, algo se nos escapa cuando sigue ocurriendo todos los días. Eso es lo que hemos tenido presente”.

Lo ha resumido también De Molina: “He trata de entender ese miedo, que lo anula todo y acompaña a estas mujeres. La peor emoción que puede sentir una persona es vivir con miedo. Con un miedo que es real, aunque nadie te crea, y nadie te escuche. Pero ellas saben que lo que están diciendo es cierto”. 

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