Su trabajo se mete en nuestro salón, cuando estamos relajados y dipuestos a ver una película o una serie en Netflix o HBO. Pero ni nos damos cuenta. Se llama María del Carmen del Río, y no es la única pero sí una de ellos. María del Carmen es una de las personas que tiene la desconocida o poco reconocida labor de hacer que las series, películas y documentales que vemos cada día las podamos entender sin tener que echar mano de conocimientos lingüísticos o diccionario.
A primera hora de la mañana de cualquier día, al ordenador de María del Carmen del Río en el municipio de Arahal (Sevilla) llega un correo electrónico que la avisa de que tiene un nuevo encargo. Ella es traductora audiovisual, y por sus pacientes manos pasan producciones que plataformas como Netflix o HBO le envían en sus idiomas originales (francés, inglés o portugués). Lo que hace es producir las “plantillas” con las que, posteriormente, trabajarán los actores de doblaje que harán que entendamos a los personajes o podamos leer en castellano lo que dicen con sus diálogos sobreimpresionados al pie de la pantalla.
A sus 26 años, el aprendizaje de tres idiomas podría tener muchas salidas profesionales, pero su intención de hacer algo distinto se hizo efectivo en junio de 2016 al asumir con su trabajo parte de la responsabilidad de que producciones de mucho presupuesto triunfen en España.
“Nadie sabe qué producto estoy traduciendo”
Algo que, además, está sujeto a unos plazos muy concretos, y a unos contratos de confidencialidad muy estrictos para proteger el argumento de lo que llega a sus manos, siempre semanas antes de que sea estrenada oficialmente.
De hecho, sus amigos saben a qué se dedica, pero ni siquiera su pareja o sus padres sabe en qué producción en concreto está trabajando, ni tampoco los integrantes de su grupo de trabajo “a los que a veces consulto dudas, o me consultan, pero siempre en relación a una palabra o una frase, nunca citando en qué película o serie estamos en estos momentos o ni siquiera quién es el actor o actriz sobre quien tenemos dudas”. Es decir, es la primera en ver muchas de las series o películas que nos llegan pero no puede compartirlo.
Explica a eldiario.es/andalucia que todo comienza cuando llega el encargo. “Lo primero que hago es ver la película entera, sin cortes, y en el segundo visionado es cuando me concentro en comenzar a acotar las frases, a traducirlas y a fabricar las plantillas donde se ubicarán las voces de los dobladores o las palabras de los subtítulos”.
Sus dos másters en la materia le han hecho formarse un criterio muy claro a la hora de trabajar, y sólo tiene dudas en momentos concretos, cuando “por ejemplo, hay una discusión entre muchas personas al mismo tiempo y se expresan en una jerga muy concreta, un punto en el que puedo cometer errores en la traducción, por lo que es cuando consulto, o cuando me consultan, y siempre se sale bien”.
Un trabajo que ha hecho que le cambie la vida en muchos aspectos, incluso a la hora de ir al cine, porque “no puedes evitar fijarte en la plantilla que ha hecho un compañero, si ha cometido errores o lo ha hecho perfecto, y en alguna ocasión he salido de ver una película y he felicitado a la persona encargada de la traducción, porque ha hecho un trabajo perfecto”.
Demandan que se reconozca su labor
Eso sí, para fijarse en el nombre del traductor de las películas o series hay que tener mucha paciencia, ya que su nombre sale justo al final de los créditos y poco más de un segundo, “algo que estamos intentando pelear los profesionales de esta materia, que entendemos que es un trabajo muy importante como para colocarlo al final de todos los nombres de las personas que han trabajado en la película”.
Por si tienen curiosidad en buscarla, su nombre ha sido clave en series como ‘The Leftovers’, ‘Supergirl’, ‘Cezánne y yo’, ‘Dukhtar’, ‘American Odyssey’, ‘The good wife’, ‘Médecin de Campagne’, ‘Fatal Atraccion’ o ‘La fille du patron’, con una media de hasta 50 trabajos por año, lo que da una idea del ritmo de trabajo que una labor como la suya requiere.
María del Carmen se despide dando un dato llamativo sobre su profesión: “Cuando entrego todo el material terminado, tengo que borrar toda la información de mi ordenador, incluidos los correos electrónicos alusivos a ese trabajo”, y sólo así se garantiza que, cuando el espectador selecciona esa serie en su plataforma digital, nadie le ha avanzado nada sobre su contenido, los temibles spoilers que en estos casos pueden suponer millones de euros en pérdidas económicas si se producen.