Hace mucho que Nazario Luque (Castilleja del Campo, Sevilla, 1944) adora las cerámicas de la Cartuja, de las que posee una colección de medio millar de piezas. La casualidad ha querido que su nueva muestra retrospectiva, simplemente titulada Nazario, se exhiba en el mismo lugar en el que se fabricaban: en el Centro Andaluz del Arte Contemporáneo (CAAC), donde permanecerá abierta al público hasta el 28 de febrero de 2022. Y él, claro, encantado: “El CAAC es el mejor sitio que hay en Andalucía. Mi obra estaría bien también en el Reina Sofía de Madrid o en algún buen espacio de Barcelona, pero aquí no hay otro mejor que este”.
Su regreso al sur como hijo pródigo queda reflejado en la exposición, que comienza y acaba en Sevilla. La ciudad de la que se marchó a los 30 años para buscar fortuna en Barcelona, pero que se convirtió en una de las señas de identidad de su trabajo. “Que la cultura andaluza me atrae es algo que se nota en toda mi obra. Ves cualquier dibujo mío y tiene una raíz andaluza, ¡no la voy a tener gallega!”, bromea. “De catalán sí puedo tener algo, por todo el tiempo que llevo allí, pero hay algo que se adquiere en la infancia y la adolescencia y te acompaña siempre. Cuando me fui a Barcelona, yo ya tenía mi personalidad formada”.
La colección de dos centenares de piezas pone de relieve a ese Nazario que se convertiría en un referente de la contracultura, especialmente con sus irreverentes y provocadores cómics, pero trata también de dar a conocer facetas algo menos divulgadas, como la de pintor. A él lo de dibujante de viñetas no solo no le estorba, sino que lo lleva muy a gala. “Hay artistas que menosprecian el cómic cuando se han dedicado al diseño o la pintura, pero no es mi caso”, asevera. “Yo lo pasé muy bien haciendo cómics, me gustaba escribir y estos eran una forma de hacerlo. Toda mi obra ha sido una mezcla de pintura y de escritura, desde los 70 hasta el 90 y tantos. Entonces empecé a hacer acuarelas, naturalezas muertas, bodegones, y fue toda una vivencia”.
Libertades y retrocesos
Lo que el cómic fue también para él, como queda de manifiesto contemplando originales de Purita bragas de jierro o Alí Babá y los 40 maricones, un espacio de libertad. “Mi trabajo siempre fue bastante transgresor, hacía mis historias independientemente de que me las fueran a publicar o no, porque al final del Franquismo era muy complicado publicar lo que yo hacía. Pero los hacía porque me apetecía y los tenía que hacer, para denunciar la represión que sufríamos los homosexuales y las mujeres”, recuerda.
Por ello, Nazario ha quedado en el imaginario de la época como un mito gay junto a colegas igual de transgresores como Ocaña o Camilo. A él, asegura, no le gusta que le encasillen junto a estos nombres. “Coincidí con Ocaña, salíamos, nos metieron en la cárcel, vivimos muchas aventuras, hicimos las primeras manifestaciones gay en las Ramblas… Pero yo tenía mi vida independiente, con mis historias para El Víbora y El Rollo Enmascarado. A veces íbamos en el mismo carro, pero éramos muy diferentes: él pintaba y yo dibujaba, él era desinhibido y yo tímido, él no bebía y yo era casi alcohólico…”.
Cuando hace balance de los logros y retrocesos vividos hasta ahora en materia de libertades, el autor de Salomé y Turandot se muestra crítico: “Cómo no me voy a sorprender con los pasos atrás que damos, si me han cerrado seis o siete veces la página de Facebook. Ya no me atrevo a poner una polla por temor a que me la vuelvan a cerrar. En las redes no puedes pasarte lo más mínimo, es una situación casi como la de Franco, cuando tenías que pasar una cosa llamada censura previa, o te exponías a que te secuestraran una revista. Ahora te castigan con una semana sin poder colgar nada”.
Contra la homofobia
¿Es importante para el veterano artista estar en redes? “Aunque estoy vivo y de buen ver, tengo una edad para no publicar muchas cosas. Pero siempre está bien dar a conocer lo que haces, como la integral de Anarcoma que saqué hace un tiempo, o el que estoy preparando con toda mi obra en color, con el título Nuevas mujeres raras”, comenta, para volver de inmediato sobre otro retroceso: la creciente homofobia que se vive en España, alentada por un clima político enrarecido.
Él señala sin reservas: “Vox ha hecho que a la gente no le dé vergüenza declararse facha, xenófoba u homófoba. Tienen a gala pegarle a los gays o meterse con los migrantes. Yo no sé cómo se soluciona esto, ¿con educación? Sí, pero el brote de esta gente pienso que habría que pararlo de alguna forma, porque no es de recibo que tengamos que salir con miedo a la calle”.
Lo cierto es que Nazario, a sus 77 años, no para: ha publicado varias entregas de sus memorias, y de no ser por la pandemia habría realizado dos exposiciones más en Sevilla, una de fotos –su pasión en los últimos años– y otra con su colección de cuadros de amigos, desde Ceesepe a Mariscal. Ahora ha podido quitarse la espinita con la muestra del CAAC, que incluye una selección de su colección de postales… y cómo no, de sus cerámicas de la Cartuja.
“En 2008 dejé la pintura, cuando las galerías con las que trabajaba cerraron con la crisis. Además, había llegado a un grado de virtuosismo que me habría llevado a repetirme. Así que me puse a escribir y a hacer fotos, y es lo que ahora me satisface”.