Los 'ovnis' que trajo el posfranquismo: “Lo que hasta ese momento llamábamos ángeles, ahora eran extraterrestres”
Quienes pasen de los 40 años recordarán bien aquel tiempo en que los medios hablaban de forma habitual de avistamientos ovnis, las carteleras se llenaban de películas de extraterrestres y los kioscos exhibían revistas especializadas sobre el tema, e incluso se hacían “quedadas” en lugares señalados con la esperanza de asistir en primera fila al advenimiento de nuestros hermanos del espacio. Todo ello inspira una exposición, Spanish files, inaugurada este viernes en la sede almeriense de la institución Centro Andaluz de Fotografía (CAF), que la asume como producción propia, y es resultado de cuatro años de trabajo del fotógrafo documental José Luis Carrillo.
Carrillo (Alicante, 1977) confiesa que su interés por el fenómeno es muy reciente. “Una persona de mi alrededor me contó que había visto un ovni, encontré un libro sobre el tema, y en fin, se dio una serie de casualidades que me llevó a indagar un poco más. Creo que fue un punto a favor el hecho de no tener un interés previo, esa mirada exterior me permitió verlo todo desde un lugar distinto al de la gente fanática del tema. Pero cuando vi la realidad y lo complejo que es todo lo que hay detrás, me quedé fascinado”.
Lo primero, recuerda el fotógrafo, era hacerse una idea de la incidencia real del asunto. Durante un año, anduvo interrogando a periodistas e investigadores, “sin tener todavía claro que aquello se pudiera transformar en un trabajo fotográfico”. Siguió hablando con protagonistas de los casos ufológicos de los años 70 y 80, y ahí empezó a ver claro que lo anecdótico podía dar paso a otro tipo de proyecto, poniendo el foco en los sociológico y lo antropológico. “Me empezó a interesar sobre todo la parte humana, y así pasé otros dos años”, apunta.
Tensión social
Otra parte importante del desarrollo de Spanish files fue la visita a los lugares donde se habían producido los avistamientos ovnis, así como la repercusión que todo ello tuvo en la prensa del momento. “Dejé de prestar atención a los casos aislados, y a comprobar cómo las experiencias de unos y otros saltaban a los medios y tenían un eco”, explica. “Con todo lo que tenía, hice una primera selección de unos 30 casos, para quedarme finalmente con entre 15 y 20. Necesitaba tener un contacto con sus protagonistas, que se sintieran cómodos, y ver si funcionaban fotográficamente. En mi trabajo, la foto es solo la última parte, y a veces la menos interesante. A veces es solo apretar el botón, algo que podría hacer otro. El trabajo fuerte se ha hecho antes”.
Qué motivó aquella verdadera fiebre ufológica, es algo sobre lo que el trabajo de Carrillo también arroja luz. “Si nos ponemos en contexto, vemos que en torno al 68 o el 69 empiezan a aparecer cosas en la prensa nacional, pero es a partir del 74 o el 75 especialmente cuando se produce el boom”, comenta. “Estamos en el final del franquismo, en un momento de incertidumbre y tensión social, con mucho temor a un regreso a lo que había ocurrido antes de la Guerra Civil. Carl Gustav Jung, en su libro De cosas que se ven en el cielo, analiza el lado psicológico del fenómeno y explica que se manifiesta en esos momentos de tensión: en EEUU, con el final de la Guerra Fría, en España con el final del franquismo”.
Un franquismo que, dicho sea de paso, había intentado manipular esa incipiente pasión por los platillos volantes, como ponen de relieve varias tesis: “Con la idea de justificar un Estado militar fuerte, que proteja a sus ciudadanos, fomentó el fenómeno”, añade el fotógrafo. “Si vemos la primera noticia que aparece en la revista de ABC, en 1974, vemos a cuatro militares inspeccionando el terreno. No digo que fuera una utilización intencionada, pero ya que ocurrió, lo aprovecharon”.
Mensajes de amor
Ya en la Transición, Carrillo descubrió que las primeras personas que mostraron curiosidad por el fenómeno no eran chiflados, sino “verdaderos intelectuales, literatos y científicos. España salía de un periodo oscuro y buscaba la modernidad, y encontraron en el tema de los ovnis un lugar en el que abrirse. Quienes buscaban un poco de aire fresco y confiaban en la ciencia, se acercaron a ello”.
Para otros analistas, el fenómeno ovni tenía también una dimensión que podía ser considerada religiosa. “Existe una gran similitud entre el hecho religioso y el fenómeno ufológico, en las formas, los lugares… Hay toda una corriente que asegura que lo que antes llamábamos ángeles, ahora los llamamos extraterrestres. El ser humano sigue con necesidad de creer, busca y encuentra una alternativa: van a venir de otro planeta a salvarnos”.
De hecho, las versiones hostiles de aliens que tanto éxito tuvieron en el cine apenas aparecen en las pesquisas de Carrillo. “Los testigos pasan miedo, pero en general el mensaje es de amor y amistad, y ahí también asoma la consonancia con lo religioso. Son discursos mesiánicos centrados en la necesidad del amor y la igualdad. No he encontrado nada negativo”.
De hecho, el investigador cree que el séptimo arte “creó un imaginario, creado en Estados Unidos, que proyectó una mirada y ejerció una influencia. En mi caso no ha tenido ninguna relevancia, aunque como fotógrafo por supuesto que tengo una deuda con el cine. Pero no he visto películas de ovnis, preferí no dejarme cotaminar”.
Salir del armario ufológico
Cuando se le pregunta si los testigos responden a algún perfil concreto, Carrillo asegura que “hay de todo: desde gente de lo más normal y corriente, con estudios y formación, a otros con algún trastorno psicológico. Pero la comunidad de los contactados no distingue estratos sociales ni niveles educativos. Muchas veces se asocia a gente de zonas rurales con escasa formación, pero es un error”.
¿Y cuándo se desinfló aquel globo? “A partir de los 90, empieza a bajar la intensidad de los casos, la frecuencia, la atención de los sujetos y la espectacularidad del asunto. La falta de atención mediática hizo mucho también, Cosas que se veían en los 80, como ovnis que vienen a caer sobre instituciones militares, cazas que persiguen luces… Ya no se ve. Pero he visitado puntos calientes y la gente sigue hablando de ello. Incluso algún alcalde con el que he hablado, o quien me ha ayudado a montar la exposición, me han confesado que habían tenido experiencias ovnis. Es lo que llamamos salir del armario ufológico”.
Pasaron los tiempos en que, sin necesidad de redes sociales, mucha gente se reunía en lugares en los que se habían producido avistamientos, o se pensaba que se podían producir. “Eran miles las personas que participaban en las quedadas ufológicas. La idea de que los extraterrestres estaban a punto de invadir el planeta era muy real, e incluso El País, El Mundo o ABC publicaban noticias sobre ello. Es una parte de nuestra historia que no se puede negar. Se habla mucho de la Transición política y la movida madrileña, pero en aquel tiempo ocurrieron muchas cosas más”.
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