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'Enlorquecidos': por qué Federico sigue levantando pasiones más de 80 años después

Federico García Lorca

Alejandro Luque

Hay un grupo de whatssap que no descansa. Es la de un grupo de fanáticos de Federico García Lorca en la que figuran nombres como los del cantaor Miguel Poveda, el escritor Ian Gibson o el periodista Víctor Fernández, y en el que comparten cualquier noticia que tenga que ver con el granadino, ya sea el anuncio de una exposición, alguna reedición de su obra o una subasta de manuscritos. El propio artista flamenco lo definió muy bien en el título que dio a su homenaje a Federico: Enlorquecido. Son muchos los que se reconocen en esa expresión, la prueba de que el poeta de Fuentevaqueros sigue despertando pasiones, más que nunca, 83 años después de su asesinato en el barranco de Víznar.

Poveda explica que decidió acometer el proyecto de Enlorquecido porque “empecé a preguntarme por qué después de tanto tiempo queriéndole, no había viajado aún hasta el fondo, hasta las entrañas de su poesía, y me había quedado en la superficie”, recuerda. “Pero las cosas pasan cuando tienen que pasar: me propuse hacerlo como reto, al principio era una montaña como el Everest, pero el propio Federico te arrastra. Más quieres saber, y más te enseña. Una persona tan noble y tan sabia siempre te deja con hambre de más”.

Con esa idea coincide otra cantaora, la granadina Marina Heredia, que está en cartel del Generalife de su ciudad natal hasta el 31 de agosto con el espectáculo Lorca y la pasión, con guion de Rosario Pardo: “Aparte de su legado artístico, que es muy amplio e intenso, por lo que he leído, Lorca tuvo que ser una persona muy interesante, no sólo como artista, sino por su filosofía de vida. Y una persona muy de verdad, leal a su gente, a su familia”, explica.

Aunque es consciente de que una infinidad de creadores han trabajado sobre el mismo poeta antes que ella, defiende que García Lorca “es diferente cada vez que le metes mano. En mi caso, he preferido hacerlo mío, que es como aportamos los artistas. La personalidad es el tesoro más grande que tenemos. Y yo tenía clarísimo que no quería hacer nada que hubieran hecho otros, ni en cuanto a músicas ni en cuanto a propuestas escénicas. Tuvimos la suerte de que la generación anterior, la de los Morente y Camarón, rompió moldes e influyó sobre todos nosotros. Pero ahora se trataba de partir de cero”. La tierra, que tira mucho, también influyó en el hecho de decantarse por esta poesía. “Los granadinos somos muy granadinos, llevamos dentro mucho amor por la ciudad. Nos quejamos mucho, pero no salimos de aquí”, bromea.

Dibujantes de cómic enlorquecidos

Enlorquecidos están también los dibujantes de cómics, que una y otra vez caen rendidos ante la fuerza iconográfica del personaje, la riqueza de sus imágenes y el dramatismo de su final. Sólo en los últimos años han visto la luz títulos como La huella de Lorca (Norma) de Carlos Hernández, con Vida y muerte de Federico García Lorca (Ediciones B) de Quique Palomino, Un poeta en Nueva York (Evolution) de Carles Esquembre, La araña del olvido (AstiberriAstiberri) de Enrique Bonet, o Los caballeros de la Orden de Toledo (El ángel caído), de Javierre y Juanfran Cabrera, una saga de aventuras protagonizada por Lorca, Buñuel y Dalí, que ya tiene en marcha su segunda entrega.

Según Cabrera, “la figura de Lorca es un personaje icónico y de una personalidad tan arrolladora, que sólo está al alcance de algunos personajes de ficción. Es difícil imaginarse un personaje tan complejo, sensible y con tanta obra y tan magnífica a sus espaldas habiendo vivido tan poco. Sus distintas facetas, y el misterio que envuelven su muerte y asesinato, nos permiten fantasear con cien mil historias sobre lo que realmente ocurrió y de lo que podría haber sucedido de haber seguido con vida”, comenta.

“Su poesía y obras”, prosigue este dibujante granadino, “son tan visuales y de una sensibilidad tan extrema, que creo que difícilmente haya en el mundo nadie que haya inspirado a su vez muchas más obras de otros tantos genios. Hoy día, se repiten de nuevo ciertos movimientos sociales, políticos o yo qué sé, que según palabras de mi amigo Carlos Hernández, granadino de pro, si Lorca naciera de nuevo, lo volverían a fusilar. No sé si porque esto es cíclico, se dan las circunstancias idóneas para ello, o qué, pero lo cierto es que los creadores no somos indiferentes a ello”.

El propio Hernández, que considera a Lorca casi un subgénero en sí mismo, cree que la clave está en “que su obra y su vida giran en torno a una gran pasión por el arte, la música, el teatro y la poesía. Su aportación a nuestra herencia cultural es tan enorme que no es de extrañar que atraiga e inspire a todo tipo de artistas de todos los ámbitos”. Por otro lado, el dibujante cree que, a pesar de todo, sigue siendo un gran desconocido. “Como contaba Cercas en el prólogo de su Anatomía de un instante, una encuesta en Reino Unido revelaba que una cuarta parte de la población pensaba que Winston Churchill era un personaje de ficción. Este mecanismo que aleja de la realidad a ciertas figuras importantes de la Historia, rodeándolas de una serie de ”certezas“ inventadas, o de realidades apócrifas, explica muchas veces el alto nivel de desconocimiento y simplificación alrededor de la vida y significado de Federico García Lorca”, añade.

“La obra de Federico bebe de lo universal”

Tampoco la narrativa ha sido indiferente al magnetismo de este personaje, como demuestran obras como Granada 1936 de Manuel Ayllón o Los amores oscuros de Manuel Francisco Reina, entre otros. El escritor barcelonés Víctor Amela es el último que se ha inspirado en la figura de García Lorca para escribir una novela. Yo pude salvar a Lorca (Destino) reconstruye la vida de Manuel Bonilla, su abuelo, labriego y pastor de la Alpujarra convertido en pasador clandestino de personas de un lado al otro del frente de guerra de Granada, y que vivió de cerca el fusilamiento del poeta. “La obra de Federico está impregnada de su duende. Y su duende proviene del fondo de los siglos, del corazón de la tierra, es perenne, bebe de lo más hondo de lo humano, y por eso es universal, palpitante en toda época y lugar, capaz de fascinar a Leonard Cohen en Montreal y a cualquier chino o sueco que tenga sensibilidad”, asevera.

“¿No veis a Federico sonreír tras cualquiera de los videoclips de Rosalía, lorquiana sin saberlo, o sabiéndolo?”, se pregunta Amela. “Y en los cantes de Poveda, en el Omega de Morente, y por todos lados a los que mires y haya algo de arte. Casi no se puede hoy ser artista sin conectar con Lorca. Porque el artista es el que hace visible lo invisible, y ahí está Federico García Lorca con la santa Alegría y la reverenda Pena: canta por y para todos los Descartados del Mundo: los Gitanos, los Moriscos, los Negros, los Pobres (buenos), los Epénticos (Homosexuales) y las Mujeres. ¡Las Mujeres constreñidas, sojuzgadas, y, entre ellas, las más penalizadas y despreciadas, las Yermas! Las que no pueden ni podrán -¡como Él mismo, ¡qué bien entendía su Pena!, hubiese querido hacer-, no pueden ni podrán saber de la felicidad muda de derramarse en otra criatura viva. ¿Quién no conecta con eso, por poco que haya sufrido un poco? ¿Quién no va a conectar con Federico en cualquier punto del Planeta si está vivo y es sensible? Y por eso es que Federico vive en nosotros, bien lo dijo Machado al saber del asesinato de su admirado discípulo: la sangre de Federico no la seca el tiempo”.

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