El secretario de la Fundación Alberti, tras casi cuatro años sin cobrar: “No puedo dar la vida por la causa”
Si para mucha gente acudir cada día al trabajo es un suplicio, cabe imaginar lo que supone hacerlo tras casi cuatro años sin cobrar. Ése es el tiempo que lleva Enrique Pérez Castallo sin percibir su salario como secretario de la Fundación Rafael Alberti, con sede en El Puerto de Santa María (Cádiz). La Fundación le adeuda más de 90.000 euros. Mientras tanto, y puesto que hace tiempo consumió sus ahorros, vive de los préstamos de amigos y familiares.
Tras agotar su paciencia, decidió someter su caso a los tribunales, y en este momento espera una sentencia favorable. “Demandé porque, si bien siempre ha habido buena voluntad, nunca se han comprometido. En el juicio, el abogado de la Fundación allanó la demanda, es decir, reconoció los hechos”, explica. “La gran disyuntiva es si el juez condena solo a la Fundación o también al Ayuntamiento. En tal caso, sería éste quien tendría que abonar los atrasos”.
Probablemente no hay nadie que conozca la Fundación Alberti como él. Aquí llegó en 1997 con un contrato para prestar servicios temporales (jornadas, exposiciones), y quedó vinculado laboralmente a la institución en 2001: en total, un cuarto de siglo trabajando por la memoria del poeta gaditano más universal. Hoy es el único responsable de que la Fundación abra cada mañana al público, junto al conserje Benjamín, que es empleado municipal.
De los buenos a los malos tiempos
En este tiempo ha conocido los días de vino y rosas, cuando Alberti estaba aún vivo y era cortejado por todo tipo de autoridades, y también el zarandeo de la crisis. “Fui testigo de todo el esplendor y también de toda la decadencia. El mejor momento fue cuando se acercaba el centenario de Rafael, que coincidió con la bonanza económica y nadie podía imaginar que llegaríamos a este purgatorio. Pero si es un clásico, y nadie lo duda que lo sea, el poeta volverá a brillar”.
Por el momento, la Fundación languidece. El punto de inflexión decisivo fue el año 2010, cuando el Patronato, a petición de la familia Alberti, decidió extinguir la Fundación, abriéndose el proceso para convertirla en museo municipal. Instituciones que hasta ese momento habían venido colaborando con el proyecto aunque con ayudas cada vez más reducidas, como la Diputación Provincial de Cádiz o la Junta de Andalucía, se retiraron. El problema se fue agravando en tanto los presupuestos municipales han ido prorrogándose desde hace años.
“Las subvenciones del Ayuntamiento llegaban a año vencido y siempre con un poco de retraso, de modo que esto ha sido la pescadilla que se muerde la cola”, comenta Pérez Castallo. “En los cuatro años en los que gobernó el PSOE no se consiguió la solución definitiva, pero al menos había un seguimiento del asunto mucho mayor. E independientemente del color político, a lo largo de todo este tiempo ha habido personas que han mostrado más interés que otras”.
Por otro lado, el edificio que alberga la Fundación, rehabilitado en 1993, va acusando también los estragos del tiempo. “Evidentemente, se está haciendo una dejación”, protesta el secretario. “La actitud de algunos responsables es la misma que si hubiera caído un meteorito en la calle Santo Domingo y se encogieran de hombros: ¿qué hacemos con él?”
Desmotivación total
Para el afectado, también fue determinante la marcha de la viuda de Rafael Alberti, María Asunción Mateo, figura controvertida que, en todo caso, mantuvo la Fundación viva hasta que decidió retirarse. “Ella marca un antes y un después: tras su marcha no ha habido ni la misma dedicación ni la misma capacidad de gestión. Y ella no hubiera permitido esta situación como gerente de la Fundación”.
Sobre la cuestión de si la más que conocida militancia comunista del poeta puede afectar de algún modo al normal funcionamiento de su Fundación, el secretario se encoge de hombros: “En uno de los plenos se dijo que Alberti está marcado ideológicamente, pero eso no impidió que en su día fuera el PP el partido que más apoyara la Fundación. El presidente Aznar vino en persona a visitarlo, así como los reyes de España, los dos, rey y reina. Y Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy también vinieron a El Puerto como ministros de Cultura. O hemos cambiado mucho en estos 20 años, o bien la cultura ha dejado de interesar. Y sin embargo, son miles los visitantes que vienen a la Fundación cada año. Estos días de verano está llena, aunque el edificio se va deteriorando y la impresión que damos es cada vez más pobre. No se está cuidando la imagen de El Puerto, a pesar de que el turismo que promueve la Fundación Rafael Alberti es de calidad”.
Ahora, gracias a la vía judicial, el problema parece más próximo a resolverse, pero a Pérez Castallo le resulta difícil olvidar el sufrimiento de todos estos años. Incluso asegura que una persona cercana al poeta le confió: “Conociendo su carácter, Rafael pensaría que mejor pegarle fuego a todo, si viera este abandono y este desinterés”.
Preguntado por sus ánimos, el hombre que atiende a turistas y a investigadores procedentes de todo el mundo que acuden a El Puerto a estudiar la obra de Alberti reconoce “una desmotivación total, mezclada con momentos de ansiedad y una gran incertidumbre, porque no dispongo de una fortuna que me permita estar así indefinidamente. No puedo dar la vida por la causa”.
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