Tal vez no haya una poeta andaluza más imprevisible que ella: cada poema suyo es un asombro. De Jaén y de 1979, Erika Martínez es granadina de adopción y doctora en Filología Hispánica, pero sobre todo es una de las voces que han venido a refrescar y desencorsetar la lírica andaluza reciente.
Cuatro libros hasta la fecha han bastado para que Martínez ocupe un hueco destacado en el panorama actual: Color carne (2009), Lenguaraz (2011), El falso techo (2013), y Chocar con algo (2017), título al que pertenece el poema que compartimos hoy.
Lugares que se inventan de camino
Nos gustaba impulsarnos de la mano
y salpicarnos todo el eros de política.
Como en aquella foto movida y entusiasta
que nos hicieron saltando en multitud.
Sólo después supimos adónde:
cada salto inventaba su lugar.
.
¿Y si rompemos esto -nos decíamos-
y luego lo volvemos dulcemente a construir?
Estábamos desnudos, estábamos furiosos
y queríamos llevarnos las sobras a casa.
.
Con el paso del tiempo
nuestros cuerpos detenidos
transparentaron el paisaje,
o nos caímos de la fotografía
por un agujero que nadie esperaba.
.
De lo que hicimos
queda el lugar, un aire eufórico
y algo hecho añicos que aún respira.
La historia cruje. Y la hostigamos.
Amor es una escala de violencia.
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